Cuentan y no acaban. Las
portadas de los periódicos son un muestrario. Aviones bloqueados por la nieve
en las pistas de los aeropuertos; otros vuelos, desviados. Vías del tren
blancas; carreteras cortadas, desprendimientos de cornisas, ramas volando;
tejados desmochados…
Todo eso, dicen, que donde más
ha atacado ha sido ‘por ahí arriba’; o
sea por tierras del norte. Por aquí abajo, - en el Sur -, la flota está
amarrada y los transbordadores de Algeciras a Ceuta no salen del puerto.
Se han pelado los plátanos
orientales; está el suelo del parque alfombrado de hojas marchitas; se han
quedado pelones los nogales y sus ramas han perdido el pudor. Desnudas desafian
este aire sin rumbo ni sentido, revuelto
y alocado que se ha tomado el terreno por suyo.
Han cerrado el paso a peatones en
algunas zonas en ciudades por miedo a que los árboles no puedan resistir el
temporal que se les ha venido de pronto. Avisado, eso sí, pero muy a su antojo
y sin respeto ni decencia. Hay nieve en los puertos y en las cumbres de muchas
sierras; ríos fuera de madre.
Lo que parece que están,
también, un poco fuera de madre son
algunas cabezas que deberías utilizarse para algo más que para ponerse el
sombrero. Lo de Lérida esta mañana y las piezas del museo… ¡Madre del Amor
Hermoso!
Una pregunta inocente. ¿La
noche que sacaron los documentos del Archivo de la Guerra Civil de Salamanca,
dónde estaban? Probablemente dormirían tranquilamente en sus camas; la prensa
pesebrera, en su sitio, o sea, en el pesebre, claro. Ahora informan que las
piezas ‘usurpadas’ van camino de Sijena. ¡Qué cosas pasan!
Una amiga me comentaba,
recordando a su madre que era una mujer del campo: “los vareaores
de San Andrés, si no vienen antes, vienen después”. Ya están aquí. Han traído
un poco de retraso con la fecha del santo. Ojalá estos vareaores, traigan una
buena vara y, además, de hojas de los árboles arranquen a más de un indeseable y
se lo lleven lejos, muy lejos…
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