La feria venía en lo más
granado del verano. Tardaba en llegar una eternidad. La fería comenzaba cuando llegaba la banda de Moreno. Moreno era un
hombre afable, corpulento y con pinta de bonachón. La banda llegaba desde
Málaga - ellos venían de Vélez – en el
mixto de la tarde. Se bajaban del coche de Rivero en la Cancula.
Moreno con la batuta saludaba a
los conocidos de los años anteriores porque la banda de Moreno era de piñón
fijo. La cabalgata de Gigantes y Cabezudos, monstruos de cartón piedra, abría
el cortejo. Luego, las cadenitas, la noria que parecía gigante pero no lo era,
y la ola, la ola a peseta, que sí había
ola pero no había la peseta…
Hoy los niños y las niñas,
claro, de San Ildefonso han abierto las puertas de la Navidad. No nos engañemos
la Navidad comienza con la lotería. Y, la Navidad termina cuando pase la
cabalgata de los Reyes Magos.
Antes, cuando la ilusión estaba
con páginas por estrenar, la cantinela
era algo sabroso. Siempre había un ligero sueño que alguna vez ese que llaman
el premio supiese dónde vivía. Pero se ve que ya venía con la dirección
marcada; iba a tiro fijo. Nunca se equivocaba.
Algo parecido ocurría con los
Reyes Magos. ¡Había tantas cosas en el escapare de Alfonso, el de los relojes…
Pero aquella bicicleta estaba adjudicada de antemano para otros niños y también
pasaba de largo, o al menos yo debía estar dormido porque nunca los veía pasar.
Ahora los niños tienen de todo,
bueno, de casi todo. Los niños se han privado de algo único. No saben de la
alegría de descubrir el nido de jilgueros en el ciprés de la esquina y cómo los
cinco huevecillos se convierten en pataletes que se vuelan una mañana de sol de
primavera…
Hay otros niños; hay otros
hombres y mujeres. No tienen nada. Esperan la mano dadivosa, esperan ese
milagro que les hace que mañana puedan ver el sol. Maldito egoísmo que les priva de todo lo
esencial y de lo que no es esencial, también y al que tienen todo el derecho.
Dicen que nació un Niño en
Belén hace un montón de años. Ojalá ese Niño traiga Justicia y Paz; ojalá ese Niño
nos dé, aunque sea en migajas, la felicidad que añoramos. ¡Feliz Navidad!
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