Estaba
apostada al amanecer. Es costumbre; no tiene horas pero parece que le gusta esa
en la que el sol sube por el horizonte y comienza a hacer, como cada día, su
camino. Estaba junto a la carretera. En un paraje bellísimo; probablemente de
los más bellos de España. En La Vera.
Suele
aliarse con otras cosas: una curva mal trazada, un exceso de velocidad, un
adelantamiento indebido, una mezcla rara de alcohol solo o con droga, un sueño
inoportuno, los reboses de una noche de fiesta que no tenía acabose, un fallo
en la mecánica. No sé, no sé. Lo cierto es que ha vestido de negro por dentro a
un puñado de gente.
Venían de
Navalmoral de la Mata. Habían estado de fiestas. Cruzaron, las vías del tren;
luego pasaron por delante del estadio donde juega el Moralo, y el
Campo de Arañuelo – un poco más allá, más arriba, el pantano de Rosarito -, el
Tiétar baja camino de Tajo… Se encaminaron hacia Madrigal. Conozco el camino;
lo he andado muchas veces.
La Vera
arranca en Plasencia, de hecho en un tiempo, cuando éramos niños y estudiábamos
las comarcas naturales de España, se llamaba ‘la Vera de Plasencia’. Llega
hasta Madrigal. La gargana de Alardos regala una orilla a Extremadura; la otra,
a Castilla. Candeleda ya no es Vera, y es de Ávila.
Casi todos
los pueblos de La Vera, la tienen como apellido: Pasarón, Jarandilla, Jaraíz,
Valverde, Losar, Aldeanueva, Villanueva, Arroyomolios, Viandar, Talaveruela… y,
así, tras del nombre, indefectiblemente, la identidad: de la Vera.
Solo un
puñado van por libres: Cuacos de Yuste, Torremenga, Tejeda del Tiétar, Garganta
la Olla o el Guijo de Santa Bárbara… En el monasterio de Yuste entregó sus
últimos días el hombre más poderos de su tiempo: El Emperador Carlos I; por sus
calles corrió Jeromín, luego, don Juan de Austria bajo la tutela de don Luis
Quijada y doña Magdalena de Ulloa…
Dejó dicho
don Miguel de Unamuno que en los pueblos de La Vera ‘chacharean las sombras’.
Son únicos; arriba, Gredos prolongado por la Sierra de Tormantos. Los Galayos y el Almanzor arañando el cielo;
por las gargantas baja el agua clara, limpia, fría, muy fría. Modelan el
granito, van al Tiétar…
Tres muertes
absurdas al borde de la carretera. Eran jóvenes. Venían… Da lo mismo.
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