El hombre se
ha hartado. Está hasta un poco más arriba. Que si galgos que si podencos, que
si viene a aprovecharse del nombre y del apellido; que si qué hay de lo mío;
que si pitos que si flautas, que si tu mare que si la mía.
Se ha
hastiado. Dice que hasta aquí ha llegado y que abandona el proyecto. Verán. En
la plaza de la Merced, donde está enterrado Torrijos, donde nació Picasso,
donde confluyen calle Álamos y Madre de Dios, a donde llega Alcazabilla, de
donde sale…. Bueno, allí, había dos cines que tuvieron su noche y su día; su
momento y su presencia. Hoy escombros y ruina.
En los
solares de los cines Victoria y Astoria el ayuntamiento quiere levantar un
proyecto cultural. Algo así como recuperar algo que le quite el sello pueblerino
– lo de pueblo, es otra cosa – que ha acompañado durante mucho tiempo a esta
ciudad. Entre los proyectos presentados, sale uno encabezado por Antonio
Banderas. Lo gana. La oposición municipal dice que se hizo como el sastre hace
los trajes, a medida, para que fuese para él…
Hablan y
hablan. No sé qué puede haber de verdad o mentira; no sé qué tanto por ciento
de comisión lleva la envidia; desconozco cuánto encierra de verdad y de
honradez, y como es tan fácil difamar… Corren tiempos en
los que como la mujer del César ‘además de honrada tiene que parecerlo’. Corren
tiempos en los que hay que tentarse dos veces la ropa.
Dice
Banderas que hasta aquí ha llegado. Ha dicho parte de lo que pretendía hacer.
Parece que hace mucho tiempo que se ha echado al olvido que hablando, entre
dos, puede llegarse a un entendimiento; y si, además de dos, hay mas, mejor. Se corre, también, el riesgo de caer en
gallinero (por cierto, ya hay cacareo de políticos)… Es lo que ha pasado; no ha
sido posible.
Antonio
Bandera ha olivado la esencia de la letra de aquellos Cantes del Piyayo: “adiós Málaga, la bella / tierra
donde yo nací / fuiste madre para todos / y madrastra para mí”. Una pena; una
enorme pena. Será el sino.
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