El tren
llegada cada día al caer la tarde. El tren venía de Málaga. Iba… a Ronda y a
Antequera. En Bobadilla lo partían; por las mañanas la operación, a la inversa.
Era un tren de madera. Era un tren con jardineras y una barandilla para acceder
al espacio, al final de cada coche.
El mixto
salía de la capital cuando la luz de la tarde vestía de sombras parte de la
vega. El tren parada en todas las estaciones.
Junto a la balaustrada de la estación de Málaga vendían caracolas, y
toritos negros de cartón con banderillas
de colores rojos y amarillos sobre el lomo, y bolsas con golosinas y ramos de
plátanos.
En el tren
venía un hombre que vendía dulces en un canasto de mimbre; otro rifaba, con una
baraja de cartas trucadas y desconchadas por las cuatro esquinas, una tableta
de turrón que siempre le tocaba a un viajero que iba en otro vagón; otro,
vendía avellanas – que eran cacahuetes –
tostadas y que despachaba con un pequeño cubilete de madera…
Al poco de
partir de Pizarra un empleado de la estación tocada una campanilla. Era un
repiqueteo agudo. Siempre lo remataba con dos golpes secos. Entonces, un
posible viajero espabilado, anunciaba
que él sabía más que los otros posibles usuarios, y con voz alta que todos
oían, decía: “de abajo”.
¿De dónde si
no iba a venir el tren? Al poco, el guardabarreras echaba las cadenas – aún no
había barreras de metálicas ni campanilla que anunciaran su bajada – del paso a
nivel. A ambos lados se formaba una cola. Gente con bestias cargadas que venían
del campo; algún coche; peatones… Esperaban; nadie protestaba.
Por la boca
del túnel aparecía la máquina echando un chorro de humo negro; el tren
aminoraba la marcha. Los dos hombres de la máquina manipulaban los artilugios.
El maquinista detenía el tren; el fogonero dejaba de atizar la caldera…
Los viajeros
bajaban con paquetes; los niños cogidos de la mano… Había un bullicio de los
que iban y venían. El jefe de estación que era un hombre uniformado, con una
gorra y banderola roja hacía sonar un silbado. El maquinista respondía con un
pitido largo, intermitente y agudo, y el tren continuaba su marcha…
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