sábado, 20 de mayo de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las nuestras: Isabel de Borbón, la Chata.

Su nariz la delata; la cara, también. Mujer de rasgos duros, fuertes. Pelo rubio;  ojos pequeños y mentón pronunciado. Una  Borbón con todo lo que el apellido conlleva. Fue dos veces Princesa de Asturias. No tuvo descendencia y el pueblo de Madrid la considera como alguien de ellos. Proclamada la II República le conceden el privilegio de seguir viviendo en España. No lo acepta.

A Isabel de Borbón y Borbón el pueblo de Madrid la conoce por “la Chata”. La infanta, hija de Isabel II y Francisco de Asís,  acude a los toros; va a las verbenas; no falta en las fiestas populares y se entremezcla, en aquel tiempo algo insólito, con la gente normal.

La Chata se casa con Cayetano Borbón-Dos Sicilias. El matrimonio concertado; entre ellos no existe el amor. Durante el viaje de bodas tienen noticias del derrocamiento de su madre. No pueden regresar a España y viven fuera hasta la Restauración monárquica.

Su marido sufre la enfermedad de la epilepsia; la infanta lo desconoce. El marido sufre crisis profundas y con relativa frecuencia. En noviembre de 1871 se suicida. Se pega un tiro y pone fin a su vida en la ciudad suiza de Lucerna.

En 1910 acude a Buenos Aires. Representa a la Corona Española en Centenario de la Revolución de Mayo (1810). Está presente en la colación de la primera piedra del Monumento a la Carta Magna y a las Cuatro Regiones Argentinas.

Isabel pasa largos períodos en el palacio de La Granja. Organiza fiestas entre la nobleza imitando lo que debió ser el esplendor de Versalles. Un monumento en mármol recuedas sus etancias veraniegas. No es el único. Hay otro en el Paseo de Rosales y, además Madrid le dedica una calle emblemática: la Calle de Princesa entre la Plaza de España y Moncloa.


La Chata, octogenaria, sale con la familia real camino del exilio.  Se aloja en el convento de Auteuil en las proximidades de París. Cinco días después muere. Era el 23 de abril de 1931; había nacido en el Palacio Real de Madrid el 20 de diciembre de 1851. La Chata está enterrada, por orden del Rey Juan Carlos I, desde 1991 en La Granja de San Ildefonso (Segovia).
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