martes, 2 de mayo de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Luz del mediodía

Los calores de la primavera provocan el estiaje del río. El viento del norte deja  el cielo limpio de nubes y de un azul turquesa propio de un manto de Purísima; el pueblo blanco y lejano se asoma entre el monte del Calvario y el cerro de las Torres.

En la luz del mediodía suenan las campanas de la iglesia. Son las campana de la parroquia que están en la Plaza Baja de la Despedía; anuncian el rezo del ángelus. Se extienden por el campo como una llamada de voces lejanas.

Dos copas de cipreses quieren alcanzar el cielo… Un repiqueteo de campanillas metálicas anuncia que se baja la barrera del paso a nivel;  un pitido largo y estridente cruza el silencio. El tren, se pone en marcha; al poco tiempo, entre el caserío y el río se ve cómo pasa despacio, al principio; luego, aligerando la marcha.

En los bordes del río crece la vegetación; las cañas besan el cauce; el agua está quieta; ya sestean los cormoranes que un rato antes se han propiciado un almuerzo de renacuajos, ranas, y algún que otro  pececillo despistado que sobrevive a duras penas en un río contaminado.

Los cormoranes son pájaros de plumas negras. Tienen el pico amarillo y largo. A los cormoranes les hacen competencia una pareja de garzas azules y moñudas. Tienen unas patas largas, zancudas. Transitan porque el río tiene muy poca profundidad a su antojo y gusto picoteando a un lado y a otro.

Álora es un suspiro blanco que se le escapó al Hacho. Como los niños pequeños juega en las faldas protectoras del monte grande. El Hacho es a Álora lo que el Gurugú a Melilla; el Igueldo a San Sebastián o el Pan de Azúcar a Río…

Por el cerro del Calvario se asoma, de puntillas, un iceberg de cal blanco de las casas que osaron a subir más alto, más alto; le ganó la partida la ermita de Jesús Orando en el Huerto que tiene una campana pequeña pero que no da las horas ni llama al rezo del ángelus…


Algunas cosas son de ayer; otras, de hoy. A veces, parece que no ha pasado el tiempo; o sea, son de siempre.


2 comentarios:

  1. Que bien escribes tu pueblo, y que bonito me lo imagino. ALORA. Que bien suena.

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  2. Sí, que es bonito, Begoña. Cuando tú quieras seré vuestro guía por las calles que suben y bajan como un juego entre la tierra y el cielo. Muchas gracias y un fuerte abrazo.

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