Mi madre
tenía un patio con aspidistras, y geranios rojos, rosas y blancos; colocasias y
esparragueras finas; unos helechos hermosísimos colgados en la zona de más
umbría y un jazmín que abría hacia el lugar por donde sale el sol. Mi madre
tenía muchas flores en macetas de barro.
Mi madre tenía en la basareta de la cocina
peroles de cobre grandes, medianos y pequeños. Relucían cuando los limpiaba con
nerisca, limón y un producto que compraba en la droguería del “Tuerto” que era
un hombre enjuto y serio. El Tuerto tenía un bigote canoso y un ir y venir por detrás del mostrador de
manera lenta y pausada.
Mi madre
siempre madrugó mucho y antes de ser de día en los meses de invierno encendía
un copa grande con cáscaras de almendras y picón de encina y vendía cigarros a
los trabajadores tempraneros. Cuando las fuerzas dieron de corto se sentaba en
una mecedora de rejillas; dejaba que pasara el tiempo.
Mi madre se
quedó viuda con poco más de treinta años. Yo nunca vi a mi madre con otro color
que no fuese el negro en su ropa. Nunca asistió a un acto social, ni fue al
cine, ni a ningún espectáculo, ni… porque entonces, las viudas donde tenían que
estar era en su casa.
Mi madre nos
sacó adelante con el día por horizonte y la noche por techo; con una mano
delante y otra detrás porque en aquellos tiempos eso de las pagas y ayudas
sociales aún no habían salido de los renglones del Antiguo Testamento.
Mi madre tenía
una pequeña tienda de pueblo donde vendía de todo. Azúcar, arroz, legumbres, y
chocolate Nogueroles; cacharros de
cerámica, o sea, cántaros y botijos, orzas y lebrillos que venían de La Rambla.
Mi madre –
como todas las madres – era una luchadora. Desde el amanecer mi madre vendía
leche de cabra y de vaca que traían unos hombres del campo. Las vecinas acudían
con vasijas apropiadas y mi madre despachada en litros, - a muy pocas - ,
medios litros y cuartos…
Hoy, el
mercantilismo devorador dice que celebramos el Día de la Madre. Ya ven, a mí se me ha ocurrido celebrarlo, a modo de
recuerdo, de esta manera, y le he dedicado estas letras porque, para mí ella, sí que es una de Las Nuestras…
Magistral, amigo Pepe. Debió ser una gran mujer y mejor madre.
ResponderEliminarLo fue Tomás; mejor, lo es porque la siento tan cerca... Un abrazo.
ResponderEliminar