El bar de la
estación es la cantina. En la estación hay otros bares; tienen otro estilo. La
cantina tiene su sello especial. Los bares de la estación de entonces también
lo tenían. Eran bares a los que acudía gente que faenaba por la estación. Gente
que iba y venía al tren; trabajadores; empleados del ferrocarril con sus vestimentas azules…
De casi todos,
el superviviente, la cantina. Está junto
a la sala de espera. De hecho una puerta la comunica con una habitación grande
donde se despachan billetes o donde la gente obtiene información sobre el tránsito de los trenes que tienen parada.
Otra puerta
da directamente al andén. Las obras continuas para adaptarla a los nuevos
modelos hacen que el suelo esté un poco inclinado. Normal. Antes de modificar
la vía, se cambia el suelo que pisan los viajeros.
Una ventana
en uno de los testeros da un pequeño desahogo entre lo que un día fue muelle
par mercancías y un emparrado donde los hombres se sentaban, durante horas, a
jugar la partida, a tomar un café, a hablar de sus cosas.
Yo conocí de
cantinero, a Diego, “Diego, el de la Cantina”. Diego es un hombre amable,
atento, servicial. Diego lo sabía todo de los trenes; conocía a todos los maquinitas,
y revisores; quién subió anoche con el ‘expres’; si venían a su hora o qué
retraso traían , por dónde venía el correo, o qué parada tendría el tren que
había pedido vía franca desde una estación remota.
Cuando Diego
– su madre, fue cantinera, antes que él – dejó la Cantina regentaron el
establecimiento diferentes taberneros. Tuvo, incluso un tiempo mortecino; abría por dar un servicio a los
viajeros.
Ahora, el
cantinero es Joaquín. Joaquín sabe y ama el flamenco. Joaquín canta y ha hecho
su pequeña carrera más cercana al aficionado que al profesional. Se puso un
nombre artístico. Lo tomó de otro bar que regentó con anterioridad. Joaquín se
anuncia en los carteles como Joaquín, ‘el de la Bodega’.
Joaquín ha
decorado las paredes con gusto exquisito.
Camarón preside. Un mosaico de fotografías antiguas hace juego y compañía a
carteles e ilustraciones de flamenco. Felipe Aranda lo ha recogido… Yo paso por la
cantina cuando acudo a hacer uso del tren. Joaquín siempre me recibe con
agrado, con profesionalidad. Joaquín es una gran persona.