Lo dice el Maestro Alcántara. “Hay gente que se
muere y gente que se nos muere”. A mí, en un puñado de días, se me han muerto
dos. Los dos se llamaban Juan; los dos tenían más humanidad de cuerpo; los dos
son de la gente que deja huella; los dos, Juan Rivas y Juan Martín Vargas, “el
Capitán”…
Me avisó hace unos días su sobrino Miguel. Me dijo
que su tío andaba, bueno, no andaba… El médico había dado una esperanza muy
corta. Me dije: tengo que ir, tengo que ir a verlo. Y no fui. Esta maldita
bulla de llevar demasiadas cosa para adelante; esa vorágine que todo lo acapara…
Ahora, no sé si lo mejor habrá sido que no haya habido despedida…
Juan Martín Vargas, “el Capitán de los Mixtos” que
ese sí era su título de verdad. Ha sido el mejor que ha sabido sacarle toda la
esencia al pandero de Verdiales. Siempre tocó por el estilo Almogía…Hombre
honesto, cabal, integro. Auténtico me lo definía Alfonso Queipo de Llano Jiménez. Un genio. Equilibrio y ponderación; Amigo
(con mayúscula).
Como buen lagareño remanecía ‘de más abajo de las
Cruces”. “En el arroyo Rabanero/ el
dinero es el que pita / se echa una novia un obrero / viene un rico y se la
quita”. La letra la acuñó él. Nos reíamos cuando me lo contaba entre buches,
porque sus buchitos al aguardiente era cortitos y frecuentes, - “tientos callados”- calada y calada al cigarro y una carcajada
sorda y personal…
Llevó los Verdiales a las cotas más elevadas. Bailó
y cantó en el Albert House de Londres; en Madrid, y en tantos puntos de España
que sería un listín telefónico su relación. Con Juan se cumple: “Detrás de una
gran hombre, siempre hay una gran mujer”. Concha, es eso, y mucho más. Concha,
mujer excepcional…
Una Panda, sin pandero, porque "el pandero era su recuerdo", en palabras de Salvador Pendón, le ha tocado por Verdiales en su despedida desde
el tanatorio a la puerta de la iglesia. Como los maestros Grandes, a hombros. ¡Menuda
Panda habrán formado cuando haya llegado a las Alturas! ¿Componentes? ‘El
Pinche’, Antonio Fernández ‘Povea’, Pepe Rosas…, porque éste es de los que han
sentado muy cerquita del que lo dispone
todo. ¡Dejuro!
Don Antonio Machado dejó dicho: “Son buenas gentes que viven, / laboran, pasan y sueñan, / y en un día
como tantos, / descansan bajo la tierra”.
Don Antonio no los conoció personalmente; don Antonio se quedó
corto.
Querido Pepe, siento lo de tus amigos, porque si eres mi amigo, mía es también, en parte, tu tristeza. Y una pregunta: ¿Era este El Capitán que aliñó aceitunas para mí el año pasado?
ResponderEliminarTen mi abrazo, amigo.
Sí, Antonio, Juan aliñó las aceitunas para ti y para mi... y, ya este año, el destino no lo ha permitido.
EliminarQuerido Pepe, siento lo de tus amigos, porque si eres mi amigo, mía es también, en parte, tu tristeza. Y una pregunta: ¿Era este El Capitán que aliñó aceitunas para mí el año pasado?
ResponderEliminarTen mi abrazo, amigo.