domingo, 31 de julio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Barquito de vela

Joaquín de la Oliva puso la letra; el maestro Mostazo, la música. El penal del Puerto – Puerto de Santa María, la pena –; nosotros, con el paso del tiempo, el sentimiento, la nostalgia y la duda de la pregunta sin respuesta.

“Adónde irá ese barquito / que cruza la mar serena / unos dicen que a Almería y otros que pa’ Cartagena” Marilina, oportuna como siempre, estaba allí. Era otro día, otra mar y otro barquito. Y la mar estaba serena y azul y placentera como cuando la mar quiere seducir y seduce.

La Copla ha marcado con pequeñas historias la vida de mucha gente. Se han visto como entre los versos que han cantado quienes han tenido un sitio se ha desgranado parte de sus vidas. Rocío, Pasión Vega, Alvaro Díaz…

La mar fue siempre un tema inspiración. Ochaíta, Valerio y Solano – y otros muchos, también - abrieron el compás del arte. Salió la “Niña de Punta Umbría”. A puerta gayola la recibió Gracia Montes. Pregonó a todo quien quiso escucharla que “triste y sola” y lo repetía. “triste y sola”,  Cinta buscaba cada tarde el falucho de Manuel que no volvía…

Gracia hablaba y contaba – bueno, Gracia, no; la copla – de la ría y del mar, de sirenas, de amapolas que se hacen azucenas, de amores de marinero que se lleva siempre la mar…

Rafael Alberti no veía la mar desde su ventana. No le hacía falta; la llevaba dentro. Rafael  pedía a los marineros que le hablasen de él. Le respondieron olas de nácar  y  azul, caracolas de encanto y espuma, pañuelitos blancos en la mar rizada…


Esos barcos, casi mimetizados con lo horizonte, que vemos desde la costa llevan todos a un destino; vienen de alguna parte. Esos barcos me dice, una amiga, van “a donde llevan los sueños”. Es verdad.  ¿Dónde está la orilla del rebalaje de los sueños? ¿En el Penal del Puerto? ¿En las arenas de Punta Umbría?

sábado, 30 de julio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las nuestras: Concha Espina

Murió ciega, una tarde de mayo, en su casa de la calle Alfonso XII de Madrid cuando su vecino de enfrente, El Retiro, se vestía de primavera. Nació en Mazcuerras, a orillas del río Pulero, afluente del Saja, o sea en la tierra de Foramontanos cántabros. Entre nacimiento y muerte habían pasado 86 años…

Casada con Víctor de la Serna se trasladan a vivir a Valparaíso (Chile). Un tiempo allí y a finales del XIX, en 1898, regresan a España. Ya habían nacido sus hijos Ramón y Víctor. En España nacen José -  murió muy pronto -, Josefina y Luis.

Su única hija, Josefina estuvo casada con el guitarrista Regino Sainz de la Maza. Del matrimonio nació la actriz Carmen de la Maza. El arte literario o musical en su familia, una constante. Amiga personal de Blanca de los Ríos que vivió solo un año más que ella…

Mazcuerras, su pueblo natal, años después tomó el nombre de Luzmela, en recuerdo a su obra La niña de Luzmela. Allí pasa los años de la guerra. Luego, se traslada a Madrid. ABC de Sevilla le abre sus páginas y comienza a colaborar con el periódico que por aquel entonces era de los Luca de Tena.

La vida social de España la retrató magistralmente en su obra La Esfinge Maragata. Puso al descubierto la realidad social de la comarca leonesa de la Maragatería. Pobreza, intereses, miseria material y humana, bodas de conveniencia, vida dura y tremenda. La obra fue  muy elogiada. La propia Academia la premia.

Paradojas del destino, la misma Academia que le reconoce su talento le niega la entrada.  Era muy duro romper la tradición de ver un sillón ocupado por la primera mujer que accede al lugar de privilegio de las letras españolas.

En 1938 le detectan una enfermedad en la vista; dos años después, en 1940 está completamente ciega. En una entrevista concedida a César González-Ruano le cuenta que se levantaba todos los días a los ocho de la mañana, pasaba a su aseo personal; le llevaba varias horas como consecuencia de su problema visual. Le confiesa: “no quiero que nadie entre en mi intimidad”.


Madrid ha concedido que una estación de Metro y una Avenida lleven su nombre. Están en las cercanías del estadio Santiago Bernabeu…

viernes, 29 de julio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La de los toreros machos

Ronda despierta pletórica de luz; es una ciudad hermosa. Ronda tiene arte en sus calles y en su historia. Lleva de su mano tantas cosas que hay momentos difíciles de separar entre qué es embrujo y qué realidad.

Me echo a andar. Callejeo. Calles estrechas; están todavía en sombras. Es temprano y ya hace calor; el cielo, azul y muy limpio. El trazado de las calles de la ciudad tiene la habilidad de llevar siempre a quien deambula hacia el mismo sitio.

La calle de ‘la Bola’ es el crisol donde se funden todas las gentes que acuden por diferentes motivos. Viene gente de la Serranía. Los traen los asuntos más dispares: una visita al médico o al hospital; un día de compras; un paso por la gestoría para arreglar unos papeles; unas gestiones de cualquier índole.

Acuden autobuses. Muchos autobuses. Están estacionan junto a la Real Maestranza de Caballería; luego, al caer la tarde, devolverán, por el mismo sitio, a los turistas a sus puntos de orígenes.

Vienen desde lugares lejanos. Pasan unos días en la Costa del Sol; han subido por la carretera de San Pedro y, después de coronar la sierra que la separa de la mar, se desparraman por sus calles. Se acercan a los bares tópicos, digo y quiero decir, tópicos; van a la plaza de toros, se asoman al Tajo; pasean por la Alameda.

Han levantado  monumentos a Orson Welles y a Hemingway que “aspiraba a escribir como se torea en Ronda: sobrio, de repertorio limitado, simple, clásico, y trágico”.

Villalón la vio como “la de los toreros machos”. Pedro Romero, sigue ahí, de pie, a la entrada del parque. Pedro Romero creó escuela. Después vinieron el Niño de la Palma y Antonio Ordoñez; Cayetano y Francisco…

Las montañas, en el horizonte, son líneas de tintes violetas; el Guadalevín, en la hondonada, busca el Gaudiaro entre choperas, sauces y álamos blancos que serán oro viejo en otoño. Solo faltas tú.  
  

Ronda está ahí, donde siempre. La gente va y viene; una brisa suave mueve las copas de los árboles del parque;  la sombra de Vicente Espinel junto a Santa María la Mayor, y la de Rilke, y  la de bandoleros y, la de los amores que se quedaron en sueños…

jueves, 28 de julio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Ratas

Emilio Romero fue director del Diario Pueblo. Pueblo era el periódico de los sindicatos verticales. Pueblo era algo así como el azote consentido (que no es lo mismo que con sentido) del final del franquismo. Todo periodista que se preciaba tenía a gala haber pasado por Pueblo.

Su director era todo poder. Lo ejercía desde la calle Huertas, sede del periódico. En los pueblos  - que no tenían nada que ver con el Diario, por supuesto - solo veíamos el teatro que se emitía desde TVE. Estudio 1 llevó mucho teatro a las casas de España cuando solo había una cadena y emitía en blanco y negro.

Emilio Romero escribió: Las ratas suben a la ciudad. Una representación simbólica de dos ciudades, la de arriba y la de abajo, la de los ricos y la de los pobres. Es una semblanza de la corrupción – no hay nada nuevo bajo el sol – en su versión clásica de afortunados y desesperados.

Miguel Delibes es una de las cuatro patas en que se sustenta la novela española – Cervantes, Galdós y Baroja, las otras tres -. También ejerció el periodismo. Valladolid era la ciudad donde se editaba El Norte de Castilla; Delibes, su director.

En 1962  publicó una de sus grandes obras: Las ratas. Es la historia de la miseria en algunos pueblos de  Castilla. Castilla de arroyos secos en estiajes y girasoles bientraídos en alguna crecida. Él conocía la tierra y sabía de la gente que la habitaba. El ambiente rural aflora en la evocación del autor que, además certifica la muerte de muchas de las cosas que le rodean.

Dice el periódico que las cloacas de Madrid hierven de ratas. Son otras ratas. Asquerosas, nauseabundas. No pueden acabar con ellas. Son bichos inteligentes que se las saben casi todas y tienen muy desarrollado el sentido de la supervivencia.


Hay otras ratas. La radio y los telediarios dan información: la cosecha es abundantísima y generosa. Andan a bocados unas contra otras. ¿La culpa? El veneno del sillón. Bueno el sillón no tiene veneno; no. Tiene parné, mucho parné… Demasiado.

miércoles, 27 de julio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Desde mi ventana

La tarde está lenta; fuera hace calor; mucho calor. El termómetro marca 38º. El hombre del tiempo dice que en el Valle del Guadalquivir lo tienen aún peor: han superado, con creces, los 40º. A nosotros nos tocó hace unos días.

Los pámpanos de la parra están atabacados.  “Eso, me dijo mi vecino Paco, es por las calores de los otros días”. Paco no sabe que no es por eso; no. La culpa la tiene un hongo con nombre de maullido de gato: mildiu.

El hijo de puta como tiene las ideas de un cable caído va y ataca a los órganos verdes; o sea, a la hojas, al tallo y a los racimos que están espléndidos. Hace bueno el dicho: “a gato viejo, rata tierna”. No, no tiene mal gusto. Solo se deja ver cuando ya ha hecho el daño.

Un poco más allá un ejército de insectos liba en los ombligos de los higos que chorrean miel. Los higos compiten entre ellos por alcanzar la madurez óptima. La consiguen poco a poco conforme mandan eso que llamamos leyes de la naturaleza. Las abejas tienen unos adversarios duros en el mismo campo: mirlos y estorninos reclaman su porción de tarta.

La brisa suave bambolea las banderas de los limones. “Parece que se mueve algo”, sí contesta el campo:  no se ha echado el levante. Las “malagueñas” – en el campo al aire de levante, se le conoce con ese nombre – se levantan tarde.

 En otras zonas, al norte de la Sierra del Valle, al levante lo conocen por solano y granaíno. Es un viento fuerte; revuelca los trigos y mueve con fuerza las ramas de los olivos; se agarran con fuerza las aceitunas que ya tienen cuerpo. Nubes de polvo alcado corren el camino.


El sol se aferra para no irse a las lomas de Virote; cruza  un AVE por el viaducto del arroyo de la Piedras. Constantemente pasan trenes que van a alguna parte. Yo no sé cuál es el destino de esos trenes. Tengo dos cosas seguras: ahí dentro va gente con mucha ilusión. Otra, el viento  en la sierra es como un rumor de olas del mar;  mueve las retamas, las palmas,  las copas de los pinos…

martes, 26 de julio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Efímero

Georgie Dann nació en París. Estudió música y se vino a España. Era la España que se abría a muchas cosas. Él se especializó en un tipo de canción entre la frivolidad y el poco fuste. La gente las cantaba con una de tintorros de garrafón y en la alegría bullanguera de una noche de fiesta. Se llamó la canción del verano.

Aquellos pegadizos estribillos llenaron las vacaciones de los años setenta y ochenta. Media España; la otra, casi también, cantaba, “El bimbó”, “Carnaval, carnaval” - aunque no era el tiempo -, “Mi cafetal”, o simplemente se preguntaba qué era lo que tenía el negro… Todo fue efímero.

Chiquito de Calzá tuvo un éxito tan efímero como largo había sido el camino hasta llegar para alcanzarlo. Toda una vida de palmero en tablaos de distinto pelo. Como cantaor abría la boca y… poco más. Como gracia, Dios se la había dado a raudales…

Noche de juerga. El espabilado de turno que se hace le lipendi para no pargarle: “Mañana te veo, Chiquito”. Y el hombre que estaba a la que saltaba: “¿Te pasa algo en la vista? ¿Es que no me ves ahora?

Cuatro hermanas, de apellido Muñoz, tomaron un nombre artístico casi de hamburguesería americana cercana a eso que los carcas llamamos ‘burriquín’.  Sitios de comida ligera, mucha mostaza y salsa edulcorada parecida al tomate: ketchup.

La canción, Aserejé, éxito mundial.  Vendieron más de siete millones de discos y su estilo había que encuadrarlo en algo que fuese distinto a todo lo que circulaba por el mundo del arte. Todo propio y efímero, se llamó ‘europop’. ¡Ahí queda eso!

Manuel Jesús Rodríguez viene de la obra; de la obra de la albañilería – vayamos a confusiones – de cuando un peón de albañil ganaba más que un ingeniero industrial. La gente cantó Opá, yo viazé un corrá. Sutil como un bocadillo de bellotas… Su gloria efímera; en You tube más de veintiún millones de visiones. ¿Cómo le ponemos al niño? El Koala.


Efímera es la flor del cactus y el paso de  meteoritos en las noches de verano: los llaman estrellas fugaces; efímeros son los sueños que llenan la ilusión y hacen que se vea el mundo de otra manera, y la gloria de una media de Morante en una tarde de sol y moscas…

lunes, 25 de julio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El hombre

El hombre tenía la cara surcada por dos hendiduras profundas curtidas en el sol del estío y en el frío del invierno. El hombre era de edad madura; ligero de carnes. Estaba pegado a la tierra hasta ser casi mimético con ella. No se sabía si él era más tierra o  si la tierra era más hombre…

El hombre barruntaba los aires. Sabía si corría levante o poniente; si habría blandura de madrugada para arrancar los garbanzos o si era de esos días de dejar las gavillas en la haza. Cuando soplaba el aire de arriba, el hombre sabía que ese día, si estaba nublado, se llevaría las nubes y no caería ni gota…

El aire de arriba, también, traía frío en febrero y heladas que arreciaban al amanecer cuando despuntaba el día: “Que es cuando más frío hace…” y en las siestas de verano el terral hacía que las chicharras reventaran en ese agitar de sus alas en la desesperación de horas muertas.

El hombre conocía las yerbas: la jara era el ungüento apropiado cuando los anterrollos hacían ‘matauras’ en las bestias; la miera purgaba a las cabras. Las trompetitas del diablo reventaba a las vacas; las ovejas se esquilaban en mayo y que cuando apretaba la  calor se acarraban porque las amodorraban.

Cuando el lubricán apuntaba se le echaba una pastura a las yuntas que se echaban al campo cuando el lucero del alba brillaba con más fuerza antes de esconderse por el Monte Redondo. El pan para las sopas se migaba antes del  mediodía cuando se echaban las sombras entre el cuchillo y la cruz del Hacho.

En los días de otoño había señas que no fallaban casi nunca: si El Hacho se ponía la mantilla o se echaba la puente, o sonaban ‘los cañones de Rota’  había que dar cumplimiento al refrán: el agua estaba encima.

El hombre conocía si de noche los perros ladraban a otros perros, a los zorros que bajaban de la sierra o si era a alguien que pasaba por el camino. Sabía cuando venían los vencejos, las golondrinas y los abejarucos, y cuándo se iban las tórtolas…


Y de la luna, y de todo lo que enseñaba el libro en el que había leer para saber en el campo.

domingo, 24 de julio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Mr. Chips

Adiós Mr. Chips es una novela. Su autor James Hilton. Se publicó en 1934. Se ha llevado varias veces al cine. La versión que conozco está dirigida por Herbert Ross; el guión de Terrence Rattigan. Los protagonistas Peter O’Tool y Petula Clark, entre otros.

Mr. Chips es un viejo profesor recuperado para la docencia por causas ajenas a él. Mr. Chips enseña latín y griego y es un hombre con una sabiduría valorada por resto del claustro con el que convive. Mr. Chips alcanza su culmen en la docencia cuando conoce, accidentalmente, a la que, luego sería su mujer…

Un amigo mío retornó hace unos años a lo docencia. Mi amigo venía de un mundo duro. Puñaladas con la sonrisa en la boca y el cuchillo entre los dientes; la palmada oportuna y ese parabién del que sabe que de esta zancadilla no se levanta.

Mi amigo volvió a ‘su’ escuela. Mi amigo bajó del coche oficial y le endosaron un primero de Primaria - “lo que había” – me dice alguien conocedor del medio, que no es Conocimiento del Medio, aunque parezca o mismo…

Mi amigo que sabe lo que es venir desde abajo donde nadie le regaló nada se encerró entre las cuatro paredes del aula, y mi amigo que tiene el alma sensible como solo la tienen los poetas, se encargó de dar lo mejor – y es mucho – de lo que lleva dentro. Los niños son esponjas, enseguida se dieron cuenta; él, también.

Como el que no quiere la cosa comenzó a retomar –no sé si alguna vez lo dejó del todo -  lo que él sabe, y ¡sabe una hartá! y ha hecho, con otros, una producción artística: Verdiales y  flamenco. Yo no la he visto; otros, me han dicho que es algo así como para descubrirse.


Mi amigo escribe versos y en sus ratos libres cultiva tomates y pimientos y berenjenas y tiene un huerto ecológico y un perro… El perro, no; el ecológico es el huerto. Mi amigo se llama Salvador, y tenía ganas de escribirle esto y, aunque no tiene nada que ver con Mr. Chip - yo  sí me entiendo – pues esta tarde me ha dado por eso.

sábado, 23 de julio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Las nuestras: Gloria Lasso

 Nació en el Alto Penedés; en Villafranca; año, 1922. Muerió en Cuernavaca (México), en 2005.  Su nombre de pila, Rosa, Rosa Coscolin Figueras. Luego, por mor del nombre sonoro en los mercados donde vendió millones de disco, tomó el de Gloria Lasso.

Su voz, excepcional. A los quince años ya cantaba en salas de fiestas; trabajó, también, de enfermera en sus inicios profesionales. En la posguerra española aparece en Madrid a donde había dado el salto desde Barcelona. Era locutora de Radio Madrid.

De su primer marido, el músico Guillermo Lasso, usó el apellido artístico. Su vida está marcada por un sinfín de sinsabores. Cinco matrimonios y una vida, a caballo, entre España, Francia y México.

En París comienzan sus primeros éxitos. El Olimpia es la Sala de Fiestas en la que alcanza cotas de proyección internacional. Graba la versión de Tony Bennete “Stranger in paradise”. Se vende más de un millón de discos. Es la mediación de los años cincuenta; Gloria Lasso es una estrella…

“Toma mi mano / soy un extraño en el paraíso / perdido en una tierra maravillosa…” la letra la pone Tonny Bennett; la música, Borodín, en el Príncipe Igor. Muerto con la partitura sin terminar Rimski-Korsak pone el resto. Gloria Lasso habla de un paraíso azul y de una mano que lleva al del sueño.

Édhit Piaff,  su amiga, le sugiere el salto a México. Son los años sesenta. Cantaba con la dulzura del francés y la fuerza expresiva del español. Es una mujer bellísima. Sus ojos negros, el complemento: arrasa.

El timbre de Gloria es magia; tiene don de gentes. La voz lleva el olor de la poesía porque la poesía tiene olor cuando recorre el camino de ida y vuelta entre enamorados, y temperatura y humedad;  es como el color de la mar de plata, de la arena dorada; de la brisa que llega a tierra; como el acento que da dulzura y tranquilidad…


Rafael de Penagos escribe una letra única; Mikis Theodorakis, la música: ha nacido Luna de miel. En los años setenta, José Luis Garci inserta la canción como cierre a su película que define la transición española: Asignatura pendiente. José Sacristán y Fiorella Faltoyano, le ponen cara. Cientos de personas anónimas la hacen suya…

viernes, 22 de julio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El lío.

España limita a Norte con el Pe ene uve; Amaiur; Aralar y Herri Batusuna; abertzales; socialistas y conservadores del pe pe que dicen que siempre ganan en Vitoria, menos cuando se coaligan otros pocos, y los echan fuera. Y con el Bidasoa y el Urumea...

Y, frente a la Isla de los Ratones con un mar abierto, y por ahí, ¿sabe usted?, me decía un viejo una tarde de  curso de verano en la Menéndez Pelayo, se puede ir a siete mares diferentes. En el Paseo de Pereda, un busto de alguien que ni se llamaba Jorge ni se apellidaba Sepúlveda  le decía a Santander: “guarda mi corazón que por el volveré”.

Y, Peñas en Asturias. La Asturias de montes verdes y ríos cortos que bajan hasta el mar; y Taramundi, y picos que dan sombra al Cares y a Cangas, y… a ese lugar donde Antonio Miguel Albajara pensaba en sus tarde de gloria con el Sponting.

España limita, también, con la mar océana donde se acaba la tierra y las brumas suben asidas de las manos de brujas que llaman meigas, y caimadas, y morriña de Luar na Lubre y Rosalía y Luz Casal que al pasar por Camariñas… ¡Ya se sabe!

Y España se baja a tierra de cabezos y al mar por donde  dicen que el sol se va,  cada tarde, camino de América. En ese mar de  niñas morenas que ven cómo se asoman las  estrellas a las playas de Punta. Niñas de ojos color de miel; de sueños como los que tuvo Juan Ramón que dijo que  Platero era… ¡de algodón!

Y ve a África al otro lado del estrecho, demasiado largo para los que huyen del hambre, la miseria y la pobreza. Creen que llegan a una tierra prometida, y … ellos  no saben de un Cristo que, cada noche de Viernes Santo, viene de Triana y cruza por el puente.


España limita al Este con el mismo mar donde Ulises se amarró al mástil para no escuchar cantos de sirenas, o sea, de independencia… Y el niño delante de un mapa de hule ya no canta que Castilla la Vieja tiene ocho provincias; ni Murcia son dos: Albacete y Murcia, ni las tablas de multiplicar, ni ríos, ni montes con el puntero en la mano…¡Cuánto han cambiado los límites de España! ¡Ay, Dios, el lío! 

jueves, 21 de julio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Alcaparras

Dicen los que saben que es una planta que se extiende, de manera silvestre, a ambos lados del  Mar Mediterráneo, desde Asia Central hasta el Estrecho de Gibraltar. La agricultura moderna ya la obtiene en cultivos.

Cervantes en su obra, Rinconte y Cortadillo habla de ellas: “… y gran cantidad de cangrejos, con su llamativo de alcaparrones ahogados pimientos, y tres hogazas blanquísimas de Gandul”.

La planta no quiere suelos muy ricos. Busca zonas áridas donde la lluvia escasea y el calor, sobra. Crece en taludes, laderas soleadas, o sea bien orientadas, en suelos calizos y no huye de terrenos ricos en sal o en yesos. Vamos que es dura como ella sola.

Rastrea el suelo, se deja caer por la ladera o se desparrama con un crecimiento más a lo largo que a lo alto. Es una planta pobre en hojas, espinosa – como todas las que se adaptan a la sequedad – y junto a sus hojas deja que crezcan espinas a modo de púas duras y afiladas en las puntas.

La flor, preciosa. La planta se viste de colores rosáceos tiernos y se abren a modo de rosas de Jericó. Cuando fructifican la flor se pierde rápidamente por lo que en una planta puede darse el caso de tener frutos y flores, a la vez.

La industria la emplea en los curtidos; la gastronomía moderna la pone como acompañamiento del salmón ahumado o como un espurreo en las pizzas. Para encurtirlas se usa vinagre y sal. El proceso es lento; necesita maceración y pericia de quien lo hace.

 En farmacia su uso, amplio. Tiene muchas propiedades: diurética, depurativa, vasocontrictor, ayuda a la vesícula biliar, astringente, expectorante… Es rica en minerales: hierro, cobre, magnesio, sodio y nutrientes.


En España, con ligeros variantes, se le llama con nombres muy parecidos entre sí  y todos evocativos de su propia esencia. Se recolectan en primavera. Fueron, en un tiempo,  ayuda estimable en la economía de familias modestas. Las tenemos ahí, ahí mismo, casi en la puerta de la casa…

miércoles, 20 de julio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Mi Señor.

Él sigue ahí. En su hornacina de arenisca dando nombre a la calle; la gente pasa, mira y ve. Sobre su cabeza, corona de rey; la mano izquierda, sostiene una espada. Bien ganado los títulos con los que lo bautizó la Historia: “Justiciero” y “Cruel”. El destino le reservaba un puesto en la leyenda.

Nació en Burgos; la muerte le salió al camino en el Campo de Montiel; contaba 35 años.  Fue hijo de Alfonso XI de Castilla el que llevó la frontera hasta Hardales (entonces se escribía asçin) y de María de Portugal.

El padre murió de peste en el cerco de Algeciras. Tuvo mores  - el padre -, con Leonor de Guzmán de la que dijeron que “era en fermosura la mas apuesta mujer que avia en el Reyno” (o sea, tenía buen gusto). Llevaba consigo un montón de apellidos ilustres y un hijo bastardo, Enrique, el que acabó con Pedro en el Campo de Montiel.

Niño enfermizo en el cuerpo y en la mente. Su vida, un desastre. Líos por todos sitios. Enfrentamiento entre las facciones de  nobleza y la reina; los bastardos, los posibles herederos y  todos los aspirantes a la conspiración.

Los amores, una constante en su vida: Blanca de Borbón, María de Padilla, Juana de Castro, María González de Hinestrosa, Teresa de Ayala, Isabel de Sandoval… La leyenda, también, puso lo que pudo.

Esbozado  recorría Sevilla. No aclara la leyenda el ‘porqué’. ¿Faldas? Una noche mató al hijo del conde de Niebla. Un mal encuentro; barrio de la Alfalfa. Una vieja lo ve en la oscuridad.

El rey promete impunidad. La vieja le coloca un espejo ante su cara. “Ahí tienes al asesino”. Manda colocar una caja en una hornacina en el lugar del crimen. Se vigila día y noche. Se abrió ya muerto el rey y apareció su busto labrado.

Revueltas. Marcha a Toledo. En el Campo de Calatrava lucha con su hermano Enrique.  Duguesclin ve que Pedro está a punto de apuñalar Enrique. Les da la vuelta: “Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor”.


El cronista López de Ayala dejó escrito: “grande cuerpo, é blanco é rubio”, “ceceaba, “muy cazador”, “dormía poco é amó mucho a mujeres”, “codicioso de allegar tesoros y joyas” “é mató muchos en su Regno por lo cual vino todo el daño”. Ustedes, mismos.

martes, 19 de julio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Jugarretas

El destino juega a su antojo. Hace lo que le da la gana y, a veces, aparecen noticias que serán por un casual pero que nos hacen esbozar  una sonrisa de esas que encierra más que muestra.

En  Málaga los curas vivieron durante muchos años  – ahora se entra por otra puerta – en calle Fresca; las mujeres de vida licenciosa y amigas de hacer favores tuvieron estancia, en calle Beatas; en Álora,  un cortijo se llama Poco Pan, y una barriada, Poca Agua…

Por cierto. Se encuentran en la feria. Paseo; calle arriba y calle abajo. La conversación entrecortada. Puede la timidez. Palabras las justas. Hay que romper la situación:

-          Niña, ¿tú de dónde eres?

-          De Poca Agua.

Se atreve ella; viene, el contraataque:

-          Y ¿tú?

-          De Poco Pan

Ella entre labios deja escapar:

-          ¡Vaya porvenir que tenemos nosotros…!

La gente se va de juerga. Los ‘Sanfermines’ es la gran fiesta totémica del norte de España. Acude gente renovada cada año. Los hay, también,  fieles y peinan canas en su exhibición mañanera ante las cámaras de televisión. Antonio Ordóñez y Hemingway le dieron  proyección internacional.

Pasó el tiempo. Don Ernesto sigue siendo más conocido por El viejo y el mar y por Las nieves del Kilimanjaro y ¿Por quién doblan las campanas? Fue el padre putativo de un macrobotellón que, entonces, ni él lo sabía, ni lo soñaba, ni se conocía con ese nombre; don Antonio por aquel rincón donde entraba el estoque…

Se han corrido, en Pamplona, toros de ganaderías míticas. Algunas con nombre que al pronunciarlo casi asusta; otras, de esas que se abren camino entre los que se llaman ‘toristas’ y mandan animales más cercanos al búfalo – por la corpulencia – que al animal que Fernando Villalón quería criar con ojos verdes en la marisma.


Entre los asistentes ha ido gente de todas leches. Los que buscan la diversión y los que van a meter la pata. Casi en los albores, salta la noticia. Un puñado de detenidos por presunto intento de violación. El juez no se ha andado con milongas; los ha puesto entre rejas. El destino se la ha jugado a uno de ellos. Se apellida: Prenda. Y es que hay cruces…

lunes, 18 de julio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Olivos

Están ahí; donde siempre. Se peinan de verde y plata. Tienen la cabeza llena de pájaros: acuden y se posan en sus ramas. Son un área de descanso sin peaje. Se ofrecen desde lejos. En el olivo de la hueca, el que está arriba, conforme se corona el cerro, entre dos piedras grandes, hay algo especial: hay un nido tardío de tórtolas del terreno.

El nido está en la cruz del olivo. Los olivos saben mucho de cruces. Ellos hablarían de otra cruz. Son letras hilvanadas de una crónica donde cuentan que Alguien una noche de luna sudó sangre y pidió un imposible. No le hicieron caso.

Desde hace unos años las tórtolas turcas son unas invasoras silenciosas: se ven cuando ya no hay remedio. Son unas tórtolas de arrullos tontos,  (como el discurso monocorde de un político arribista) que enturbian y contaminan el aire.

Las tórtolas turcas son perniciosas. Se han apoderado de todo.  Poco a poco. Están en los jardines, en los cipreses, en los bordes de las carreteras. Han desplazado a las otras, las que iban y venían a África como quien va a tomar café al bar de la esquina.

Los olivos soportan el solano y levante;  el viento frío del invierno y los soles que achicharran en verano; los olivos agradecen los aguaceros y la lluvia que vienen de la mano del temporal.  Los olivos son árboles que sufren en silencio. Sufren el hacha del cabrero; la vara del aceitunero; el ordeño…

Ya están llenas sus ramas de frutos nuevos. Son cuentas de un rosario de ilusiones. Las dobla el peso. Son varas que hacen  reverencias. El refranero dice que “una en san Juan, ciento en Navidad”. La trama dejó las flores; se abrió paso el cuaje; llegó el fruto  nuevo y ahí está la aceituna en la espera de la maduración que les va a dar el tiempo.


Serán aceitunas de molino sangradas por la piedra. Los olivos seguirán ahí. Sin pichones en el nido, sin renuevos. El viento década mañana dirá que, como siempre, se seguirán peinando de verdes y plata… 

domingo, 17 de julio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Luna de verano

La luna está en cuarto creciente desde el día doce; llenará, el 20. La luna de las noches de verano tiene un encanto especial. Parece una luna diferente. Es una luna con esa luz tan fuerte, tan potente, tan generosa que oscurece a las estrellas en un cielo luminoso.

Arrecia el levante. Sopla con fuerza. Mueve  las ramas de los árboles. El levante en la sierra arranca rumores entre las semillas de las retamas; entre las palmas con abanicos de cogollos revueltos por la ventolera; entre el pasto seco agostado por el calor.

Los perros ladran, de madrugada, en la lejanía. No sé a qué ladran los perros. Los perros ladran a otros perros; se comunican a su manera. Seguro. Puede que estén atentos a otros bichejos que se mueven amparados en la oscuridad. No sé. Hay un croar de ranas en la alberca del vecino y el jazmín es una eclosión de perfume. Pulsea con la dama de noche.

El alba todavía no viene. Una luz inquieta y tintineante se filtra por entre los pámpanos de la parra. Son horas lentas.  Pienso en los amigos lejanos; en los amigos a los que no veo. Sé que están en alguna parte. Comparten sentimientos semejantes. Uno quiere un imposible y desea que esos amigos ni falten ni cambien nunca.

Otros, otros amigos, temporalmente han puesto tierra de por medio; se han ido, aún más lejos. Huyen del infierno del calor. Pasean junto a la playa. Orillan su camino hortensias reventonas de color. Envían fotos de maizales peinados por las brisas. Me dicen que allí el sol no achicharra a las plantas; pasean, por las tardes, con una rebeca ligera sobre los hombros.


Deprimen las noticias que vienen de otros sitios. La muerte, de la mano de alguien de difícil catalogación, se ha asomado a la playa de Niza. La gente fue al paseo junto al mar; buscaba ocio, alegría y fiesta. El dolor llegó mecanizado, a modo de galope sin control; luego, la tragedia.


sábado, 16 de julio de 2016

Una hojas suelta del cuaderno de bitácora. Las nuestras: Luisa de Carvajal y Mendoza

Los aires del norte de Monfragüe acariciaron la cara de una niña nacida en la mediación del siglo XVI. Jaraicejo, su pueblo. Sus padres Francisco de Carvajal y María de Mendoza. Con seis años pierde a los dos. Su vida, un calvario.

En Madrid la recoge una tía abuela, María Chacón, aya de las princesas Isabel Clara Eugenia y Micaela Catalina. Muerta María la envían, con poco más de diez años, a Soria. La acoge su tío Francisco Hurtado de Mendoza, marqués de Almazán. Recibe una educación en rezos, latín y clásicos. Lo propio de la época y su clase.

Nombrado virrey de Navarra la manda llamar. La niña tiene 13 años. Va sola, sin su tía, ni primas, ni ama de llaves…En un manuscrito posterior Luisa no llega a explicar claramente lo sucedido. Se abren muchas interrogantes. En el escrito – dirigido al confesor – afirma que el marqués la sometió “a sádicas penitencias”.

Un año después ya no está bajo su ‘protección’. Vive sola con la compañía de una criada. Muerto el virrey reclama la herencia. La dona a los jesuitas y se va vivir a Valladolid. Por su mente cruza una idea: quiere ser mártir.

A los 26 años abandona las costumbres de la nobleza. Viste de monja, sin serlo, en su casa. Su anhelo, marchar a Inglaterra donde los católicos sufren persecución. Ella quiere inmolarse con ellos. Pasa por Lovaina, París y Bruselas. Comienzan sus escritos místicos y poéticos.

En 1608 sufre el primer encarcelamiento en Londres. Sale de prisión por el apoyo diplomático del embajador español. Se dedica a recoger miembros amputados a los ejecutados; les da carácter de reliquia. Funda la Compañía de la Soberana Virgen María, Nuestra Señora, para mujeres.

Cinco años después, el arzobispo de Canterbury la vuelve a encarcelar, conjuntamente, con tres compañeras. La acusan de conspirar contra el rey inglés, Jaime I y su parlamento. Nueva gestión diplomática. El rey español, Felipe III, harto de conflictos diplomáticos ordena su regreso a España. Muere, en la casa del embajador.  2 de enero de 1614


Su obra poética y epistolar se conserva en el Real Monasterio de la Encarnación. Madrid le ha dedicado una calle entre Julián Camarillo y Albalá, en la prolongación de Carlos IV, cerca del Parque de los Arcentales…

viernes, 15 de julio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. A la mar, maera

Rafael de León, sevillano nacido en la misma calle que Manuel Machado, compuso un romance a ‘La Lirio’. Habló de cafés de marineros y de la mar que va de Cádiz a Almería y de niñas morenas con penas encerradas muy adentro y…

Se han echado al rebalaje los pueblos costeros. Los ha convocado la Virgen del Carmen. A la Virgen de la mar, en el atardecer del día dieciséis de julio, o sea, en su festividad la procesionan por tierra; la embarcan y, luego, la traen sobre embarcaciones de pescadores que son los que realmente saben de ella en medio de las tempestades y los temporales.

“A la Virgen cirios y a la mar, maera” que decía la copla. Viene sobre una jabega, y donde  entregan  las olas su espuma, los hombres echan pie a tierra y la Virgen  sale de la mar.  Viene escoltadas por otras barcas y por música de caracolas y…

El mar cambia de color cuando declina la luz y “se torna verde, verde azulado, de un color verde revoltoso” que dice una amiga mía, para contraponer los colores del crepúsculo con encajes de pespuntes de vainica doble y nácar de olas.

Está la tarde de marengos en la playa, y niñas de ojos grandes y jazmines en el pelo; está la tarde de hombres con la cara curtida por el salitre y manos encallecidas de tirar del copo; está la tarde de evocaciones y recuerdos.

Y me acuerdo de mi entrañable, mi querido Paco Rengel, que me llevó una tarde hasta la orilla de la mar de El Palo y luego, con otro amigo común, José María Martín Urbano, supimos lo que puede esa fe despreciada por los ‘doctos’, y que llaman ‘fe del carbonero’. Bendita fe de todos los carboneros.


Por el horizonte van otros barcos. Son grandes barcos. ¿Irán para Almería? ¿Irá para Cartagena? Nadie lo sabe. Solo los veo perdidos, en la lejanía, entre esa bruma que sube cuando la luz se va. Parecen quietos;  están en movimiento, como está en movimiento, hacía ti, mi querido Paco, el recuerdo.

jueves, 14 de julio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Lusitania

Está a orillas del Guadiana. Un poco más allá, conforme se anda con el sol,  la frontera con Portugal. Al Sur, ciento noventa y ocho kilómetros,  la separan de Sevilla; al Norte, después de cruzar el Sistema Central que por que por aquí se llama Gredos, o Sierra de Tormantos, o Sierra de Béjar, o  Las Hurdes, se llega al Campo Charro.

El emperador Augusto llevó a cabo una reestructuración de la Península Ibérica para su mejor gobierno. La dividió en provincias. La Lusitania integró a las tierras bañadas por el Tajo y el Guadiana hasta los confines del mar donde los hombres sentían el miedo por lo desconocido cuando se atrevían a adentrarse en sus aguas. Fundó una ciudad; le dio su nombre: Augusta Emerita.

Emerita Augusta - el orden de los factores no altera el producto - fue la capital de la Lusitania; casi en la linde con el límite de otra provincia de Roma con nombre propio, la Baetica. La Baetica tuvo su capital en Itálica y al otro lado del río Hispalis. De allí salió gente, mercancías e identidades que engrandecieron  el Imperio.

Roma se llevó mucho; Roma dio mucho: lengua, organización política y social; Derecho romano, obras públicas, comunicaciones… Una vía que, entonces, a las carreteras se les llamaba así, unía el norte de Iberia con Itálica pasando por Emerita Augusta, la Mérida de hoy.

El Museo Arqueológico Nacional ha montado una magna exposición de piezas recuperadas de aquella provincia romana. Piezas que se conservan en museos españoles, el propio de Mérida, de Cáceres, de Badajoz o de ciudades portuguesas – que entonces no había lindes – de Lisboa, Castelo Branco, Beja, Faro…


La exposición hace una recorrido, a través, de lo recuperado por la Arqueología. Muestra cómo fue la vida hace más de dos mil años en que Occidente asimiló la cultura romana. Piezas únicas y restos mutilados hablan de un esplendor poco común, y del que pocos pueblos pueden sentir el orgullo de tenerlo en sus raíces.

miércoles, 13 de julio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cela

“Un libro y toda la soledad”, así titula la Biblioteca Nacional de España la exposición que conmemora el centenario del nacimiento de Camilo José Cela. La muestra se exhibe en tres salas, en los bajos, y es una esencia de la obra de uno de los grandes de la literatura española del siglo XX.

Quizá, y sin quizá, con La familia de Pascual Duarte, habría sido válido el billete para entrar, con pie propio en la historia de las letras de España, del siglo pasado. Vinieron, además, otras: La Colmena, El Viaje a la Alcarria, La Mazurca para dos muertos… No es cuestión de estar en el examen de literatura en la Reválida de Cuarto; no. No es eso.

La muestra recoge – además de infancia y juventud – al Cela viajero, novelista, promotor de cultura, bohemio y malhumorado; al hombre de mirada de “dies irae”, que supo vivir como censor y crear, años después, Los papeles de Son Armadans para congraciarse – y rescatar – a la intelectualidad del exilio. Dicen que Cela no daba puntada en falso. ¡Ay, las lenguas!

Delicioso, el comienzo del Viaje a la Alcarria. Ese Madrid que duerme al amanecer en un día de finales de primavera; las persianas bajadas; los primeros tranvías porque todavía no funciona el metro...

Tierno en ese beso al hijo pequeño que duerme sosegadamente y el reconocimiento a la mujer que le prepara el café de partida muchos años antes que se hiciese añicos aquel hermoso cristal.

No anduvo solo por las tierras de Guadalajara. Con él fueron Conchita Stichaner y el fotógrafo austríaco Carlos Wlasak. En la exposición se recogen testimonios gráficos de gente de aquel tiempo; del polvo del camino; de la peculiaridad de una España en blanco y negro.

Duras La Colmena – la censura no la dejó salir en 1955 y tuvo que publicarse en Buenos Aires - y La Familia de Pascual Duarte, pícara y realista. Es una España que duele; demasiado. A veces le volvemos la espalda. No queremos asumir esa realidad.


Salgo a la luz de Madrid cuando las sombras no rompen la verticalidad. El cielo está azul, limpio. La brisa mueve las copas de los árboles y en frente, un poco más abajo, el Café Gijón que ni es el que era, ni habla de cuántos pasaron por sus veladores con más talento que dinero.

martes, 12 de julio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora: El Jardín de las delicias

El autobús no viene con la frecuencia que lo hace habitualmente. Tomo el 146; Los Molinos-Callao. Hace una maña limpia; apunta a calor. Es una mañana propia de julio y Madrid con mucha gente ya de vacaciones. Una obra en la calle General Aranda obliga a tomar una ruta alternativa.

Me siento al fondo. Pasado  Alcalde López Casero sube una pareja joven. Él se sienta a mi lado. Tiene un estudio antropológico: bien parecido; barba morena. Un aro en uno de los lóbulos de la oreja; otros ‘artefactos’ a manera punzones; tatuajes en el antebrazo y en los gemelos; cordobán en la muñeca, anillo plateado en dedo pulgar…Todo, en la parte derecha del cuerpo.

Pienso. Me apuesto conmigo mismo que gano la apuesta. Me digo: es de la cofradía de los ‘lirios’. Pasado Ventas me armo de valor. Me dirijo, correctamente, le digo, quien soy. Le pido permiso para hacerle una pregunta personal, íntima e indiscreta. Me lo da; pregunto: ¿A quién votas? Al, PP Ha debido ver algo raro en mi expresión. No media palabra: “mi madre piensa lo mismo”.

Me bajo en la Plaza de la Independencia. En Cibeles me espera mi amigo Paco. Me regala Jirones de vida entre las zarzas, de Agustín García Delestal. Me invita a la exposición de El Bosco. Él es de los Amigos del Prado. Entramos por otra puerta. Hay que aguardar, allí, también, cola…

La exposición – los seis Boscos del Prado y los traídos de otros sitios – es única. Sencillamente maravillosa. Complejo y enigmático; placer y pecado; creación y fantasía; colorido y originalidad…


Salimos. La gente aguarda cola a pleno sol. Los magnolios de Paseo del Prado, todavía, están en flor; han sembrado los parterres de Recoletos con florecillas blancas, rosas, rojas, lilas. Son flores sensuales, mínimas. Hablan, con su silencio, a los transeúntes. Se han vestido las acacias y los plátanos de Velázquez…

lunes, 11 de julio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Cristal y níquel

“El óxido sembró cristal y níquel…” Lo escribió Federico. Lloraba la muerte de su amigo Ignacio. Aquella tarde de agosto, Ignacio Sánchez Mejías, sustituía a Domingo Ortega,  hizo el paseíllo en Manzanares. Granadino ‘pequeño, manso y astifino’… lo que vino después ya se sabe.

Teruel está en un lugar perdido en la Serranía de Cuenca. Teruel festeja al ‘Torico’. Teruel se achicharra de calor, en verano; se hiela, en invierno. Ahora ha invertido los términos. Ha helado la sangre a mucha gente.

Un toro de “Los Maños”, cornada certera, de un tajo, de esas que el parte médico dice “mortal de necesidad” siega la vida de un modesto. El toro de lámina berrenda se corrió en tercer lugar; luego que la muerte dejó claro que era quien mandaba, ahí quedó todo.

Víctor Barrio toreaba la tercera corrida de la temporada. Modesto él, modesta la ganadería, modesto el cartel, modesta la plaza. Solo la muerte, la muerte segura dice que es igual en todas partes.

Una tarde de sol, ese sol  que se estrella “en las duras aristas de las armas” con que don Manuel Machado nos contaba el destierro de Mio Cid, Sepúlveda, ha habilitado el pabellón municipal deportes para velar al torero. No acoge voces de éxito ni de victorias, da cobijo a la capilla ardiente de Víctor.

Sepúlveda está sobre las Hoces de Duratón, un poco más allá, solo un poco más allá de embalse de Burgomillodo y de la ermita de San Frutos, San Frutos pajarero, que habitó como ermitaño. Buscaba soledad, oración y penitencia. Lo primero estaba garantizado.

Voces incalificables han llenado las redes sociales. Cuando se leen esas cosas queda claro que esta sociedad está enferma, bastante más enferma de los que aparenta. A Víctor dentro de unos días le hará compañía el silencio, la oración de los suyos,  las flores marchitas de los recuerdos.


El Duratón irá profundo; encajonado entre choperas que se vestirán de oro viejo en otoño y atrás queda una tarde calurosa de verano en que despedían a un torero: “el óxido sembró cristal y níquel”. Lo escribió Federico.

domingo, 10 de julio de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Llanto

Hora taurina; la muerte bajó al el ruedo sobre los pitones de un toro berrendo;  ganadería de Los Maños.  Segó la vida a  un torero modesto; fue en Teruel. Se llamaba Víctor Barrio. Descanse en paz. Los toros matan.

Pedreguer es un municipio de Alicante. ¿No lo conocían? Yo, tampoco .Verán, leo que una vaquilla se ha llevado por delante a un joven de 28 años. Celebran las fiestas de San Buenaventura. Es el segundo; el año pasado le tocó a un turista francés.

Según dice el periódico la cosa fue a eso de la una de la madrugada. Vamos, una hora taurina de toda la vida.  La alegría de la fiesta se ha vestido de negro; el luto y la pena tienen ese color. Una cornada junto al pulmón, traslado al hospital y el lío…

El  toro de lidia tiene sus sitios: el campo y  la plaza. Plazas en Madrid, Sevilla, Talavera, Linares, Pozoblanco, Teruel…¡Y, ya ven! Las calles, para otras cosas. Asisto atónito a los encierros de San Fermín. De verdad, de verdad de la buena, palabrita del Niño Jesús: los milagros existen.

Se ven imágenes… ¡Qué difícil se lo ponen a los toros para que no siembren tragedia a voleo! No les dejan sitio; les achican los espacios. Los toros matan.

El toro bravo está criado en espacios de lomas suaves, onduladas y peinadas por los vientos; en las marismas donde el cielo y la tierra son una misma cosa en la lejanía; en cercados ahítos de yerbas…Los toros matan.

Vienen de la sinfonía y la quietud del campo; de esos lugares donde cantan los pájaros al amanecer. En sus horas largas habrán hablado con el silencio. Los toros no quieren ni gritos, ni voces, ni cánticos. Vienen de una tierra que cría margaritas de hojas blancas, florecillas amarillas, y nazarenos morados en primavera.

El término de Pedreguer está cruzado por el Meridiano de Greenwih en la carretera que va a Benidoleig en tierras de la Marina Alta. O sea, que según las coordenadas tiene una Latitud – o, lo que es lo mismo, dista del Ecuador - +38º 48’ 3,60’’ Norte, Logitud +0º 0’ 0.00’’


Pedanías, pueblos y ciudades celebran encierros. Algunos  han perdido las coordenadas de la cordura y la sensatez. Deben buscarlas con urgencia. Ojalá las encuentren. Los toros matan. Víctor, descansa en paz.