miércoles, 4 de marzo de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Perotes por la Perosia

Bueno el paisaje; mejor, el paisanaje. Lugar: El Pimpi – Pepe, el gerente, nos regaló un libro y un ping, empezaba bien la cosa - una mañana de niebla en la calle; primer miércoles de marzo del año de gracia del Nacimiento de Nuestro Padre Jesús Nazareno de las Torres. ¿Los Padres? El Espíritu Santo y la Virgen María.

En Álora, porque somos así, a la Virgen María la llamamos con un puñado de nombres bonitos: Flores, Cabeza,  Ánimas, Paz, Rosario, Carmen, Fátima, Paloma, Inmaculada, Amparo, Amor, Soledad, Piedad, o Virgen de los Dolores – la que está allí, al fondo de la nave de la Epístola, en la iglesia.  En Álora hay muchos templos, pero iglesia, lo que se dice iglesia, solo una…, pues en esa.

Trece dicen que fueron ‘los de la fama’; Esta mañana, dieciséis. Alonso y Enrique Calderón,  Juan González, Juan Trujillo, “Parrita”, Faustino, Juanito y Pepito Vázquez, Lucas González – o sea, Lucas Rengel el que más sabe de la historia del fútbol de Álora – Salvador y Juan Pérez Mérida, Cristóbal Sepúlveda – “Cristóbal significa el que transporta a Dios” ¿habrá algo más bonito? – Ignacio Ramírez y Agustín Lomeña.

Juan Blanco e Inés, ‘rescatados’ – pero no como Bankia, vayamos a… - cuando pasaban, un momento y, como los años buenos, se fueron pronto…

Niños de ayer; abuelos, de hoy. “Echadas” algunas permanentes… Un montón de recuerdos y más recuerdos. Los que están fuera añoraran el pueblo que fue; los de ‘dentro’,  los tiempos que pasamos juntos: el pincho en la Puerta del Pintor, el ‘paseo’ con un aro del cubo de cinc a la Cancula. Por cierto, que lejos estaba, entonces, la Cancula. Las tardes  con el sol yéndose por el Monte Redondo en el Llano ‘Santana’…

Enrique recuerda cuando el “Veracruz”  rifaba un Crucifico  - siempre el mismo porque como no tocaba… - y Parrita, en el “Sotomayor”,  “un Niño Jesús, con los dedos rotos”. Nos lo rebajaban de precio – dice – las hermanas Pérez. Un montón de niños con muchas papeletas; clientes potenciales, pocos.


La guinda  – rifas aparte – la pone, uno: “son muy buenas gentes, pero yo no me llevo bien con mis yernos”. Se impone discreción. Agustín propone que, además, de tomar café hay que hacer algo por el pueblo. Y ante eso…

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