Frigiliana es
pueblo morisco.
Cuando llegas,
si vienes de Torrox por la Loma
de la Lastra ,
bordeando El Fuerte, es pincelada blanca con la sierra de Almijara de fondo; si
te vas, mirador, según hora y día, sobre un mar envuelto en niebla, azul
profundo, o reverberación plateada; depende de la hora.
Si gustas
compararlo con los vecinos de enfrente, a mi me recordó a Chef Chauen pero con
menos agua o a Alhucemas, blanco y de terrazas planas, pero más tortuoso y
quebrado.
Frigiliana ha
sacado su historia - y la de la tierra de Bentomiz, que para el caso es lo
mismo - a la calle, y en mosaicos
artísticos cuenta, para quien disponga de tiempo de pararse a leerlos,
parte de los avatares sufridos.
Guerras de
moros y cristianos; de sublevaciones y avasallamientos; del apropiarse por
parte de unos de lo que correspondía a otros, que naturalmente defendieron con
uñas y dientes.
Doce mosaicos
colocados, en lugares estratégicos, por Antonio Navas, a quien su pueblo rinde
tributo en placa de cerámica y lo nombra Hijo Predilecto –pero ya tarde, a
título póstumo - dan cuenta de los
hechos.
Si, como yo,
preguntas quién fue el tal Antonio Navas, al igual, te encuentras con la
respuesta:
-‘Un hombre
bueno que hizo mucho por su pueblo’.
Se trata de
una recopilación de textos de Mármol y Carvajal, Hurtado de Mendoza, Guillén
Robles, Vázquez Otero, Caro Baroja, del
propio Navas Acosta, del Marqués de Mulhacén, Pérez de Hita, García Millán, o el fragmento del discurso de Martín
Alwacir..., hasta un total de doce.
O lo que es lo
mismo, te dan a leer fragmentos de la “Rebelión y castigo de los Moriscos”, “La Guerra de Granada”, “La Batalla de Frigiliana”,
“Guerras civiles en Granada”...
Frigiliana
está a medio camino entre olas de nácar y la sierra. Es un abanico de flores y
brisas; cal blanca y amabilidad de la gente; mucho cielo azul y la mar de
frente…
De los pueblos más bonitos que conozco, es verdad.
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