Están en plena sazón. Se bambolean, en las lomas, con el
viento. Y cuando llegan a la mesa, son
un deleite supremo.
Que si en pipas, en tortilla o en revuelto, o con arroz de
puchero que ponen el caldo negro, o en potaje de Cuaresma; o sea, para chuparse
los dedos.
Las hay de invernadero; las traen en todos tiempos, y si te
las regala la vecina, entonces, esas son de aquí te espero.
Tienen la vaina larga; por dentro carnosas, tiernas,
sensuales, como del color del terciopelo…
Echan flores por febrero. Dicen las malas leguas que con la
habas en flor, se ‘alterean’ las
cabezas.
Fueron comidas de pobres; dicen y dicen de ellas, que si
para cebones, que si en los años del hambre, que sí…
Vaya, vayan a la frutería, no pregunten por el precio, que se suben a la
parra y eso que son frutos del suelo.
Como las habas de marzo, hay pocas cosas, compadre. Bueno:
bacalao, lentejas, garbanzos…
Eran los tiempos
cuando se guardaban los viernes de abstinencia y bulas de cumplimiento…
En Granada en se comen frescas y con bacalao suelto; en mi casa revueltas con huevos, con taquitos
de jamón…con aceite de “Antojo del Sur” o de los que me regala, sí,
sí, Juan Blanco y Barbeito. Que el aceite regalado, es el que está más bueno.
Mi mujer, experta en fogones,
las hace con paciencia, y a fuego lento, y tanto, tanto cariño que hay que
reverenciar el invento.
Cuando sonó esta mañana el timbre y Carmen traía en sus
manos tan preciado don y en ofrecimiento, me pensé muy calladito: hoy pinta bien esto.
Hoy el día promete,
promete más que ‘Podemos’. Celebramos a San Eutimio, y a san Gorgonio…
y a otros santos que ni me acuerdo, pero al medio día
comemos tortilla de habas tiernas, seguro, y con algún tintillo del bueno.
Y como hay tanto loco que anda suelto, ya ven, me ha dado
por escribir estos ripios en verso…
Se agradece un sonrisilla, un poco de perdón, que es lo que
piden los tiempos, y si no es así, pues…
¿Ustedes, gustan? Eso
sí que es un gran invento. ¡Compañeros!
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