El granado – púnica
granatum - nació en las laderas del Himalaya. Eso dicen. De allí, viajó a
Persia y, por Armenia llegó a las orilla
del Mediterráneo y, luego, a Iberia.
Seguía la ruta del sol. Por Oriente, también fue lejos, muy lejos: hasta las
tierras de Japón, en las aguas del Pacífico.
Casi a tiro de vista de las Columnas de Hércules su fruto
dio nombre a una ciudad: Granada. La han cantado - a la ciudad - los poetas.
“Agua oculta que llora”, “luna del sur”, “sueño y encanto”, “tierra soñada por
mí…” Y, más, mucho más.
La Guardia Civil, bueno una parte de la Benemérita especializada en cosas feas
ha descubierto una trama criminal. Mafia pura y dura con todo lo que eso
encierra; con todo lo que eso conlleva. Le ha puesto por nombre, ‘Operación
Punica”.
Tiene mucha literatura el granado y su fruta. El nombre del
árbol, en masculino plural y en
mayúscula, o sea, Granados, estos días, además, mucha prensa. Demasiada
prensa escrita, oral y visual. Ya saben aquello de la valía de la imagen.
De valía de terrenos iba la cosa. Compraban barato,
estafaban, falsificaban, recalificaban,
se embolsaban, robaban… Pueden conjugar una ensarta de verbos, todos los que
ustedes quieran, menos los que tienen que ver con la honradez. Sin miseria. Han
hecho daño, mucho daño. Demasiado daño a
otras personas, a su partido, a la sociedad en que viven, a la Democracia…
Su Señoría ha mandado a Francisco Granados – nombre propio, masculino
plural y cabecilla de la banda - a
dormir por una temporada a Soto del Real. No va solo. Le acompañan otros.
Hablan y los acusan de cosas muy gordas, muy gordas. Lo ha dicho el telediario.
Ni el granado precioso y poético, de flores encendidas de
rojo en primavera; ni su fruta, tan rica por tantas cosas buenas; ni la ciudad,
que se peina con las brisas blancas que bajan de la sierra, tienen nada que ver
con el asunto…
A ellos, también, les salpica. Federico, escribió hace
muchos años: “por el agua de Granada solo reman los suspiros….” ¿Sería una
premonición?