Decía León Felipe que cualquiera sirve para enterrar un
muerto menos un sepulturero. Más o menos. Es una exageración. Cuando uno se
mueve en “su mundo” le pierde el repelús a muchas cosas. El torero le pierde la
cara al toro; el bombero, el susto al fuego; el marino, a la marejada.
¿Se acuerdan? Los monaguillos eran los menos respetuosos en
la iglesia. Se las andaban como por su casa. Sabían dónde estaban los agujeros
por dónde se escapaban los ratones y dónde Vicente – Vicente era el sacristán –
ponía el vino de la vinajeras.
Sabían los monaguillos a qué casas podían ir a pedir
‘candela’ para el incensario y a cuáles no. “A esa no vayas, decían, que es ‘mu
fea y mu esaboria’ y pasaban de
largo. Cuando la gente iba porque sí a misa si alguien se quedaba sin misa…
eran ellos.
En los últimos días – malditos viajes – he tenido que ir con
demasiada frecuencia al cementerio. Pulula un enjambre de persona adecentado
niños, arreglando floreros, reponiendo material ante el recuerdo que perdura y
ante los días que se avecinan. Por cierto vamos ‘de oficio’ de visita el día de
Todos los Santos a los cementerios y no el día de Todos los Difuntos. Pasan
unas cosas.
Se quejaban entre dos señoras mayores, enlutadas y con
cierta amargura que le habían quitado uno de los dos floreros que había
comprado el lunes en el mercadillo. “Porque, sabe usted, era precioso, como
imitando a mármol amarillito”…
Naturalmente nada tienen que ver ni los sepultureros que van
a los suyo y que por cierto son amigos míos y muy buenas gentes, ni los
monaguillos que sabían de nidos de palomos en el campanario y del vino de
Vicente y de la candela…
Surge una nueva clase – detenidos por la mañana y en puestos en libertad con
cargos, por la tarde-. Nos han perdido
el respeto. Chorizos que toman “algo”, “en
algún lugar” y ni Dios es capaz de
cazarlos.
Remanguilleros que
quieren que, encima, pague la aseguradora del banco; quien dice que esto va
divinamente, naturalmente, para ellos; salvadores que nos van a llevar al
séptimo cielo, porque en los seis anteriores ya no cabe nadie más… Nos han
perdido el respeto ¿Por cuánto tiempo?
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