jueves, 23 de octubre de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Respeto

                                               

Decía León Felipe que cualquiera sirve para enterrar un muerto menos un sepulturero. Más o menos. Es una exageración. Cuando uno se mueve en “su mundo” le pierde el repelús a muchas cosas. El torero le pierde la cara al toro; el bombero, el susto al fuego; el marino, a la marejada.

¿Se acuerdan? Los monaguillos eran los menos respetuosos en la iglesia. Se las andaban como por su casa. Sabían dónde estaban los agujeros por dónde se escapaban los ratones y dónde Vicente – Vicente era el sacristán – ponía el vino de la vinajeras.

Sabían los monaguillos a qué casas podían ir a pedir ‘candela’ para el incensario y a cuáles no. “A esa no vayas, decían,  que es ‘mu fea y mu esaboria’  y pasaban de largo. Cuando la gente iba porque sí a misa si alguien se quedaba sin misa… eran ellos.

En los últimos días – malditos viajes – he tenido que ir con demasiada frecuencia al cementerio. Pulula un enjambre de persona adecentado niños, arreglando floreros, reponiendo material ante el recuerdo que perdura y ante los días que se avecinan. Por cierto vamos ‘de oficio’ de visita el día de Todos los Santos a los cementerios y no el día de Todos los Difuntos. Pasan unas cosas.

Se quejaban entre dos señoras mayores, enlutadas y con cierta amargura que le habían quitado uno de los dos floreros que había comprado el lunes en el mercadillo. “Porque, sabe usted, era precioso, como imitando a mármol amarillito”…

Naturalmente nada tienen que ver ni los sepultureros que van a los suyo y que por cierto son amigos míos y muy buenas gentes, ni los monaguillos que sabían de nidos de palomos en el campanario y del vino de Vicente y de la candela…

Surge una nueva clase – detenidos  por la mañana y en puestos en libertad con cargos, por la tarde-.  Nos han perdido el respeto. Chorizos que toman  “algo”, “en algún lugar”  y ni Dios es capaz de cazarlos.


 Remanguilleros que quieren que, encima, pague la aseguradora del banco; quien dice que esto va divinamente, naturalmente, para ellos; salvadores que nos van a llevar al séptimo cielo, porque en los seis anteriores ya no cabe nadie más… Nos han perdido el respeto ¿Por cuánto tiempo?

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