Languidecen muchos pueblos. Ven cómo, en ese disparadero moderno
llamado turismo, se escapan los vecinos. Ellos ‘ofrecen’ algo para a atraer a
posibles visitantes. Que se se acerquen los conozcan y dejen dejen algo de
dinerillo.
Sopas perotas en Álora, la matanza en Ardales, migas en
Torrox, nísperos en Sayalonga, ajo blanco en Almáchar… Todo gratis. Colas y
colas, en ocasiones bajo el sol que pega
por el plato de turno. Hay quien lo ve más comercial: feria del jamón en
Campillos, quesos en Teba…
Otros rizan el rizo y viene Júzcar, en la Serranía de Ronda,
y cambia el color blanco, precioso, pincelada de espuma entre castaños por el
color azulado, importando de no sé qué publicidad americana identificada con los
pitufos.
Recuerdo haber leído una entrevista al profesor Gallego
Morell, decía: “Mi padre Gallego Burín, alcalde de Granada es recordado por
haber instaurado los festivales del Generalife y no por haber dotado de agua
potable a las casas de Granada…” Da qué pensar.
Colgaba un mensaje tempranero Juan Domínguez. La viñeta es
esplendida. Informa: en la Escuela se enseña; en la familia, se educa.
Obviamente no son excluyente pero sí muy ilustrativas. Hace pensar esta
reflexión; mejor, debería ponernos a pensar.
¿Qué estamos haciendo mal? Todas esas ‘imaginaciones’ de los
pueblos, en plan borde es para ‘echarnos’
de comer. No aportan felicidad al ser humano. Me decía un amigo que hay
quien tiene una lista de ‘gratuidades’ para llenar cada uno de todos los domingos
del año.
Realmente, imaginación, lo que se dice imaginación, la puso
John Lenonn.: Imagine (1971). Y vino a
decir, más o menos. Imagina que no hay
Paraíso encima, ni el infierno debajo de nosotros…; ni gula, ni hambres;
nada por qué morir o matar… imagina a toda la gente viviendo en paz…
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