lunes, 30 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Mundial

                                                          

Me dice mi amigo Lucas –Lucas Rengel- que de fútbol sabe más que don Pedro Escartín (y si no que se lo pregunten a todos los que han pasado por su manos en lo que se llama fútbol base) que en el Mundial de Brasil, de fútbol, poquito. Estoy de acuerdo.

Por mor del Mundial nos hemos enterado que en ese país de posibilidades inmensas y de más de doscientos millones de habitantes hay unas diferencias sociales enormes. La gente está que salta. Los que mandan quieren ganar la Copa. Si no, se puede armar… la mundial. Vamos, que ganando, problemas resueltos. ¡Qué tontos!

Es el Mundial de los partidos ganados por los pelos. Los últimos minutos parecen que tienen más valor que los que llenan el saco de eso que llaman los noventa de juego y otras martingalas. Es el mundial del espray para marcar líneas en el suelo. Las otras líneas las marca la sociedad y no se borran con facilidad.

Mucha medianía - en los terrenos de juego -  con poderío físico. Demasiada táctica y poco gambeteo. Ni gol ni juego. Más de aburrimiento que de diversión. Uno que piensa en las imágenes de las playas de arenas doradas y ve estas cosas, pues como para  de bostezar.

 Ah, y no hay que echar en el olvido a los porteros. Desde el denostado Casillas – que también a todos nos puede llegar la hora - al puñado de nuevas figuras. Bélgica, Costa Rica o Chile; del brasileño, tengo mis dudas, tienen excelentes porteros. Aportan y se salen de la mediocridad.

Casillas, aparte. Le hicieron la canallada del siglo llevándolo ‘en frío’. Todo comenzó con ese  señor, manual de cortesía, buenas palabras y mejor educación y trato (por cierto, si alguien se entera dónde aprendió modales, que lo diga para no pasar ni por la acera de enfrente), hasta su actual entrenador.


No es mi intención hablar de fútbol. No. Estos días ustedes estarán empachados. Sí quiero dejar claro una cosa. Dice el periódico que un montón de niños – no del Tercer Mundo, no – de España, pasan hambre. Casi como algunos de la favelas de Río. Que no es que no tengan apetito. No. Sencillamente tienen hambre. No tenemos vergüenza si lo consentimos.

domingo, 29 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Verano


                                               

Ha llegado el verano como siempre. Calor durante el día;  refresca, algo, por las noches. Dicen que como no ha llovido en las estaciones precedentes se presenta ‘largo y duro’. ¿Alguien piensa en veranos cortos y dulces? Vamos, hombre…

Hace años, cuando yo era niño bajaban, las mañanas de los domingos, los trenes botijos. Venían de Córdoba y buscaban - entonces aún no tenían los cordobeses apartamentos en Fuengirola - las aguas saladas de la playa.

El regreso era un tren de ‘salmonetes’ achicharrados por los calores soportados a piel desnuda. Tampoco, entonces, había protectores. Pero habían estado un día en la playa. Cesta de palma, sandía caliente y tortilla de papas con arena. ¡Qué bien lo hemos pasado!

Ahora se va a la playa de otra manera. Han cambiado los tiempos. Cerveza fresquita en el chiringuito y espetos de sardinas. Estelas de plata braseadas con leña sobre la arena caliente de la barca. Pasan las quinceañeras en chancletas y toalla al hombro. Por las ventanillas del coche sale la música de chin-chin-chin…

Ya no tiene el verano  para el hombre del campo - las máquinas la han desplazado - la dureza tremenda de la siega. Cuadrillas de gallegos cruzaban los puertos de  Padornelo y Piedrafita camino de Castilla. Tierra del Pan en Zamora, Tierra de Campos en Valladolid, para llegar, luego, a las campiñas de Carmona, de Écija, de Fernán-Núñez…

Barbeito vio al segador como el hombre al que corría “una corbata de sudor de la nuez hasta el ombligo” y el Nuevo Mester de Juglaría le cantó aquello: “de segar de los sembrados / ya vienen los segadores / de beber agua de pozo / todo llena de gusanos”.


Ya está aquí el verano como todos los años. Decía Ramón Gómez de la Serna que para ser feliz le bastaba el verano y los nardos. Con todos los respetos hacia el maestro, si no le importa, yo me quedo con los nardos.

sábado, 28 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Leer

                                                           

Cuentan una anécdota – no sé si verídica - de don Santiago Ramón y Cajal. Acude a dar una conferencia a Santiago de Compostela. Todos se lamentan del clima. Hablan de la lluvia. Reiteran, se repiten... Don Santiago harto, responde a uno de los que lanzan el mensaje negativo: “hace una tarde estupenda para estudiar”.

Era como al medio día. Cae el sol a pedazos. Los pocos que pasan por la calle buscan lo menos que se vende de sombra a esas horas en el que el sol está muy alto. “Esto no es calor, dice uno en la barra del bar, “esto es mala leche”.

Contaba Agustín Lomeña una conversación entre dos en la Fuentarriba. Más de lo mismo. Hablan del tiempo… “porque caló, dice uno, caló, lo que se dice caló, no hace, pero hace caló…”

Ha pasado un perro vagabundo por la calle. No va a ninguna parte. No viene de ningún sitio. Lo veo alejarse. Hace un rato que me las anduve por el excelente análisis de la sociedad que ha hecho Juan Gaitán en su artículo semanal en la Opinión de Málaga…Hace pensar. La ética. ¡ay, la ética! debe haber buscado una sombra para pasar la tarde… y lo que viene después.

El vistazo diario a los periódicos – para algo está internet – es para llorar. Cien años de la Gran Guerra y el mundo mucho peor que cuando estalló aquel disparate; la mediocridad política española asidos a la tabla salvadora. Se llama sueldo a fin de mes. ¿Lo demás? ¡Vamos hombre…! que ‘salga el sol por Antequera’.


Pienso en don Santiago ya casi desconocido y olvidado: llevaba toda la razón. Hace una tarde estupenda para… leer. Es lo que he hecho. Al azar alcanzo  un libro del anaquel. Abro, releo: La Tesis de Nancy Ramón J. Sender. Interrupción obligada – prórroga y penaltis, incluidos – Brasil 1; Chile 1 ¡Qué grande es la lectura y qué grande es el fútbol! Para los que gustamos de las dos cosas, claro.

viernes, 27 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La vida sigue

                                               

Nos hemos despertado hace un par de días con la tristísima noticia de la muerte de Ana María Matute. La conocí – su obra, claro – hace muchos  años. Era yo, entonces, joven. Vino a mis manos un cuento suyo. ‘Los Chicos’. Creo que fue María Socorro Salán, la bibliotecaria municipal quien me hizo llegar a ella.

Me enganchó desde la primera línea porque decía Ana María que: “Eran cinco o seis, pero así, en grupo, viniendo carretera adelante, se nos antojaban quince o veinte”. Como nosotros. Y después decía: “Llegaban casi siempre a las horas achicharradas de la siesta…” Como nosotros, cuando íbamos, a las albercas de Flores…

Me pasa Matilde Pérez – la única niña de nuestro curso – pero que no se venía con nosotros a las albercas de Flores un correo donde Miguel Delibes Castro, amigo de su marido y de ella, en su discurso de Doctor Honoris Causa por Universidad de Málaga,  dice que, con Juan Calderón, corrieron tras las perdices por Sierra de Aguas y buscaron milanos en el Hacho y conoció la hospitalidad de la gente de Álora...

‘Lina Perota de Alora’ ha colgado una foto en facebook. Lina ha abierto un banderín de enganche para que pongamos flores en el balcón. Somos muchos los que ya la seguimos. Hay quien ha tenido a bien poner en el alféizar de su ventana una maceta. Oigan, ante tanta sensibilidad, uno se descubre… ¡Qué bonito, Dios mío! Y ahora quiere abrir una cadena… de flores entre los vecinos.


 A lo que iba. La foto recoge un grupo que va por la Cancula, a los pies de la baranda cuelgan unas jardineras con gitanillas que, pasada la floración de primavera no están ya tan floridas, pero todo se andará. Se alargan las sombras. Me acuerdo de la trenza  morena y larga de la niña aquella… La vida sigue.

jueves, 26 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Morante

                                                        

Noche de luz y arte; mano a mano: los maestros de la palabra; el maestro, del 'tempo'. Lo justo y necesario; lo preciso... lo que parece, y no es un sueño... ¡Qué sé yo...! Vargas Llosa, Morante y Barbeito…

¿La Plaza? La Monumental de su pueblo. ¡Qué lujo de cartel! Plaza de no hay billetes. Quieren sitio las nubes y las estrellas. Se lo buscan por las andanadas del cielo. Vienen unas, de la tierra de Tartessos y van camino de otros pueblos; las otras, allí, ojos de ánsares que no se fueron... Huele el aire a pinares, acebuches y romero.

Cartel único. No se repetirá nunca más. Ante la fachada del Ayuntamiento: el pueblo. O sea, la Puebla del Río. Marisma y arte, pajareras del coto. Naturaleza, venados, ciervos, toros, caballos y dehesa. Los toros. Siempre el toro. Muerte y gloria.

La Puebla del Río concede a José Antonio Morante  - Morante de la Puebla - el título de Hijo Predilecto. Abre Barbeito, cierra Vargas Llosa; en medio, habla y deleita con su mensaje, el torero. Lo hace con palabras tan bellas como el temple de sus verónicas, como su natural en un quiero ser eterno, como si entre palabra y palabra se diese en parase el tiempo.

Asistimos a una faena única. Respiración entrecortada. La gente aguarda, espera,  escucha…No hay clarines. No hacen falta. Se lleva la brisa las palabras y las deja, a voleo, por las calles, por el campo, por el río…por toda la Marisma, porque como dice el maestro Barbeito: “un Morante y, un después / hay por él en esta fiesta”.


Sueños, gloria, estrellas… Noche campera. Y,  el toro. El toro, un poco más allá, sólo un poco más allá, en la llanura marismeña. Arte y fiesta; muerte y gloria; faja o caja… Y el natural imposible, y la palabra, siempre la palabra; siempre franela y verbo.

miércoles, 25 de junio de 2014

Un hoja suelta del cuaderno de bitácora. Poderoso caballero...

                                            

Nació Quevedo – don Francisco de Quevedo y Villegas, caballero de Santiago, entre otras cosas – en un Madrid barroco donde había más corruptos que ratas; más pobreza y hampa que habitantes; más miseria que esplendor. Lo bautizaron en la calle del Arenal, en San Gines; estudió con los Jesuitas, en la calle de Toledo y, luego Teología en Alcalá… Acuñó lo de: “poderoso caballero es don dinero”.

Dice el periódico que el Juez Castro imputa a la infanta doña Cristina “por blanqueo y delito fiscal”. Dice, también, que no se cree su ignorancia en el tejemaneje del marido, un rubio, alto y espigado que, presuntamente, tiene la vergüenza inversamente proporcional a la altura. O sea, “poderoso caballero de don dinero”.

Leo en El País: “el eurodiputado de IU Willy Meyer dimite por su vínculo con una Sicav”. Y agrega: “El político renuncia tras admitir que tuvo un plan de pensiones formalizado por una sociedad asentada en Luxemburgo”. Se justifica - el político -  en la radio. No sabe nada. Inocente. Sigo pensando en don Francisco: “poderos caballero es don dinero”.

La Cadena Ser adelanta: dimite del  BEI doña Magdalena Álvarez. Trabaja allí por una miseria de suelto. Vamos, por amor al arte. Casi han tenido que echar agua caliente para moverla. La Juez Alaya, la imputa, que no condena, ojo, por tener algo que ver, presuntamente,  con los ERES falsos. “Poderoso caballero es don dinero”.

Las malas lenguas aseguran que las señoras de los Guardias Civiles no dan abasto para lavar tanto uniforme sudado de cómo trabajan estos hombres al servicio del Orden y la Ley estos días en Sevilla. Naturalmente todo es invención y el Señor Méndez (escribir Cándido, de verdad, que cuesta) dice que “no son independientes”.  “Poderoso caballero es don dinero”.

¿Saben algo del de los ‘tres trajes’ ¿Tigres? No, hombre; tigres, no. Trajes, eso que nos ponemos cuando vamos de bodas, comuniones, actos sociales y, esas cosas. Que pagamos nosotros y no nos los regala nadie. Ellos se los ponen para ir a trabajar. Hay que ir presentados. “Poderoso…


Obviamente presunción de inocencia para todos. Y para los que vendrán, (se habla de treinta nueve) porque vienen otros y otras de camino. ¿La culpa, por Dios, preguntar por la culpa es una tontería? La culpa del ciudadano corriente que pasa por la calle… Murió Quevedo a punto de cumplir 65 años. Ya lo había dejado escrito: “Poderoso caballero es don dinero”.

martes, 24 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Olvido


Dice el periódico que la casa de Cánovas del Castillo está en ruinas. Vamos, la casa donde nació el político conservador más importante del siglo XIX, entre Carretería y el río Guadalmendina, se cae a pedazos.
 Los dineros, ¡pueñeteros dineros!, no alcanzan a cubrir el coste de la restauración. (Por cierto, de restauraciones, Cánovas sabía algo). Cuando lleguen – los dineros, claro - ya puede que todo sea de nueva creación. Y de la casa y de casi todo el barrio queden sólo los recuerdos.

Tampoco debe extrañarnos mucho. Salvador Rueda el que escribió aquello de la sandía: “cual si de pronto se entreabriera el día”, y dijo que los peces temblaban prisioneros en la red salida de la blanca espuma…Murió de abandono y casi de hambre en la Coracha.

Málaga, canta la copla “madre para todos y madrastra para mí”. Málaga que  no recuerda a los suyos pero dedica parabienes y agasajos, a quien aparece por aquí, aunque eso sí, viene con la aureola de que es rico. Luego se ve que de” dinero y santidad, la mitad de la mitad”.

¿Quién recuerda al muchacho de aquella voz enorme – no lo ha superado nadie – que contaba cómo bajó al río a bañarse una paloma blanca? Se llamó Antonio Molina. Vendió leche por las calles marengas de Huelín. Del rebalaje subían, aromas de espetos y sal; en las aceras había otra cosa…

Málaga olvidó a don Miguel de Molina – que éste lleva don, porque se lo dio el pueblo -  y fue a morirse nada menos  que a Argentina, como quien dice al otro lado de la mar grande, y a Rafael Flores Nieto, “el Piyayo” recreado por José Carlos de Luna, el de la “Misas del Padre Miguelito” y otros versos deliciosos.


Se olvido – casi-,  también, de Miguel de los Reyes. Cantó a la luna lunera dormida sobre el río, a las noches de España, a la Semana Santa de Triana y del Perchel. Que puestos a hablar del Perchel. ¡qué gran ocasión perdida! La recuperación del barrio... Oigan da pena andar por lo que queda de aquellas calles de nombres mítico. Olvido sobre olvido.

lunes, 23 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Péndulo

                                               

La llegada del Rey Felipe al trono supone un cambio grande. Ya, hoy, nada es como ayer. Todos anhelamos que mañana sea aún más diferente y que la brisa nueva, que parece que no le entraba al chico que miraba a través de los cristales del Palacio Real el día de la proclamación, llegue a todos.

Pero España es pendular. Ahora viene la euforia, una desbordada esperanza. Ya todo será distinto; nada, será igual. Ignoramos que el sol sale cada mañana y que, al verano, le sigue, indefectiblemente el otoño. O sea, la vejez.

Hay furia por quitar a la gente de en medio. ¿Lo han hecho mal? No. Simplemente, unos estaban allí y, a otros, hay que quitarlos para ponerme yo. Quieren incrementar la nómina del Imserso. Falarán bancos en los parques y fondos en el erario público para pagar a tanto jubilado.

La España pendular. La de la procesión o el palo, la de Frascuelo o de María que decía don Antonio Machado, la de la Monarquía o la República, la del blanco o el negro. Carlos Arniches, en su obra teatral, “Los caciques” pone en boca de uno de los protagonistas: “¿que aquí no hay democracia? Aquí hay dos partidos: los miistas y los otristas”.

¿Se va a cumplir aquello del clásico? “Del Rey abajo, ninguno”. Ganas no faltan, - Rey, incluido -. No hay estamento, institución, cargo público o lo que ustedes quieran a los que no se cuestione. Verán, ahora le toca a Del Bosque y a la selección. ¿Mañana? Mañana, Dios dirá. Seguro que habrá ‘alguna polluela por el río Andarax’.


Años difíciles. Ronda nocturna de la pareja de la Guardia Civil. Tropiezan con uno que dormía, tapadillo con la manta, en los escalones. Con la punta del pie, el guardia, le avisa: “hay que recogerse”. “¿Y, yo – contestó, el hombre – he salido?” A ver si con tanto mandar a casa enviamos también a los ni siquiera han salido.

domingo, 22 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Corpus Christi


                                          

Primer día de sol después del solsticio de verano. Nubes que pasan camino de no sabemos dónde. Cielo azul. La brisa pespuntea la mañana, se asoma al revolver las esquinas y agita las colchas de ganchillo. “Cantemos al Amor de los Amores…”

Juncias por el suelto, ramas de árboles, macetas y flores. Muchas flores. Imágenes de cartón piedra, de escayola (lo mejor de cada casa) sobre improvisados altares temporales. Encajes de randa y peroles relucientes. “Alabado sea le Santísimo, Sacramento del altar…”

Dios está aquí. Madrugó por las campiñas. Huelen a paja seca y a rastrojos recién segados.  Se platean los olivos con aceitunas como pezoncillos recién despiertos. Cantaban las alondras con las primeras claras del alba. Ya no corren los arroyos. “Venid, adoradores, adoremos al Señor…”

Se echa el Amor a la calle. De hito en hito, Dios en la custodia; estación de altares. Bendición al pueblo. Dios pan de trigo, inmaculado y blanco en el misterio de la fe que se pregona, públicamente, una vez al año. “Como estás mi Señor en la Custodia igual que la palmera que alegra el arenal…”

Han segado – porque ya no hay segadores de mandil y hoz curva – las máquinas las cosechas. Rastrojeras en las lomas, gavillas barcinadas a la era,  parva trillada y la mano del hombre que la avienta  para que Barbetito nos diga que  el “grano caía, amontonándose, como un bando de diminutos pájaros que perdieran las alas al volar” y, luego molino y hostia… “Hostia pura, Hostia Santa, Hostia inmaculada…”.

Pan y vino. Cuerpo y Sangre. Corpus Christi y la luz de la media mañana que juega con las sombras porque viene el Señor. Arropado, acompañado, transportado. La fe no mira ni ve. No hace falta; la fe siente. “Cristo en todas las almas y en el mundo la paz…”


Niñas vestidas de blanco; mozuelas de ropa nueva; procesión de pasa. Revoloteo de gorriones en los aleros del tejado. ¿Serán ángeles disfrazados que querían verlo todo de cerca? “Bendito, bendito, bendito sea Dios…”

sábado, 21 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Solsticio


                                              

Dios se hace Luz. Más Luz. “Y, al principio, - cuenta la Biblia - dijo Dios, hágase la luz y la luz se hizo” Día primero. Porque Dios es Luz; Luz de luz; estrella grande que, hoy, brilla con su propia luz. O sea, Luz de Dios. Sol y solsticio. Y, el campo inmenso todo bañado por Él.

Ya está aquí. Sólo una vez al año el sol alcanza su máxima altura. Es el día más largo; la noche más corta. Ocurre en torno al 21 de junio. Lo llamamos solsticio de verano. En el hemisferio norte arranca la estación más calurosa; en el sur, la más fría.

Los lapones – la tierra habitada del hemisferio norte más cercana al polo,  lo llaman ‘sol de media noche’ Baja, baja, baja, pero no llega a ponerse, de tal modo que la noche no aparece. Cuando llega el solsticio de invierno, (21 de diciembre), quien tiene casi aires de perpetuidad es la noche. Hasta mediados enero no aparecen los primeros rayos de luz.

La ida en el mundo que hacemos los hombres se condiciona por esas condiciones climáticas. No tiene nada que ver cómo vive  un bereber que cruza el desierto del Sahara con caravanas de camellos con las que, sobre trineos, tirados por perros o renos, viven los samis…

Existe otro fenómeno precioso y fugaz. Tiene nombre distinto  según qué hemisferio: auroras boreales o aurora polaris. Se ilumina el cielo en la oscuridad de la noche. Aparecen colores preciosos. Verdes, azulados, rojizos y rosáceos. Nacen, estos días, en España colores de esperanza. Ojalá sean más tangibles - y duraderos - que las auroras…

El cambio climático es más serio de lo que algunos quieren ignorar. O sea que lo tenemos como quien dice al revolver de la esquina. En eso no tienen nada que ver los solsticios ni las auroras. Si – y mucho – la mano del hombre. Tala bosque, esquilma los mares, contamina los ríos y el aire que respiramos…


Dicen los que saben de estas cosas que cada verano será más caluroso; menos lluviosos los otoños y más fuera de sitio los inviernos. Nada tienen que ver  las inclinaciones del eje de la tierra. Es así desde siempre; seguirá, así, por siempre. ¿Estará sobre esta superficie el hombre para contemplarlos?

viernes, 20 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El ciego


                                               

El ciego tenía una barba larga y sucia, una chaqueta vieja y se cubría la cabeza con una gorra echada a un lado. Tapaba sus ojos con unas gafas de cristales oscuros. Era un hombre alto y enjuto. Acompañaba al ciego un muchacho flaco. Tenía cara de  pasar mucha necesidad.

El niño recuerda que el ciego vino un día. Se colocó en la esquina de la calle Escribanos, frente a la tienda de Tomás, ‘el de la ropa’ y junto a una Administración de Loterías, que tenía un mostrador de color azul claro. El hombre, que regentaba la Administración, se llamaba Emilio.

El ciego cantaba romances tristes. Hablaban de penas, de muertes, de tragedias. El ciego remataba los romances con las notas de un violín muy raro. El niño no lo había visto nunca un violín como aquel. Pasado mucho tiempo supo que aquel instrumento se llamaba rabel.

Cantó el ciego la muerte de un niño:
            “En la capital de Málaga
en el río Gudalmedina
han matado a un niño
por  una mano asesina”

Y, el niño, en su fantasía, pensaba en aquel otro niño. Veía un puente largo de hierro y un río y gente andrajosa –como iba vestido el ciego- que  hacían candelas con palos y tablones de las obras y  que consentían aquello... Contaba el ciego, también, lo del crimen de Teruel, pero como Teruel estaba muy lejos y el niño no sabía por dónde caía…

Recitaba, también, cosas del Barranco del Lobo donde había una fuente que manaba sangre de unos hombres muertos por su patria. Don José Oropesa, una tarde en la escuela, nos dijo qué era aquello, del horror de la muerte en la derrota, del abandono de  muchachos jóvenes, dejados,  a su suerte. Don José nos habló de un hombre cruel - que fue quien ganó- pero como tenía un nombre tan raro, al niño se le olvidó.


El ciego mostraba unas tiras de papel, largas y finas. Allí iba escrito todo lo que salmodiaba. El muchacho que iba con el ciego la ofrecía a la gente: “a cincuenta céntimos; por una peseta, tres”. Se paraban algunos hombres. Escuchaban y seguían. Las mujeres que iban al mercado con una cesta de palma estaban más tiempo y, luego, también se iban. Sólo se quedaban los niños. Nadie compraba aquellos romances. El ciego, un día, dejó de venir por el pueblo…

jueves, 19 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Frente a Palacio


                                           

Enrique Martín Siquerios escribió una canción  en versión instrumental para Los Pekenikes. Guitarra, armónica y órgano eléctrico aportaron a la música de entonces, 1966, una manera diferente, distinta y nueva. Se llamó: “Frente a Palacio”. Los que teníamos alrededor de los veinte años compramos la grabación de Hispavox…

Un montón de años después, frente a palacio, el Palacio Real de Madrid, en la plaza de Oriente, la muchedumbre aguanta calor y gentío. Esperan saludar a los nuevos Reyes de España, Felipe VI y Doña Leticia. España proclama el primer Monarca Constitucional de su historia.

Tres jueves, dice el refrán,  relucen como el sol. El de hoy, Corpus Christi, en junio ya entrado en días porque la Semana Santa vino tarde; los otros dos, Jueves Santos y el día de la Ascensión. Que se lo digan a los que lo sudaron allí.

Hacía calor. Del que bajaba del cielo y del otro. El pueblo de Madrid y, otros llegados de sitios lejanos,  han llenado las calles: Carrera de San Jerónimo, Plaza de Cánovas, Paseo del Prado, Cibeles, Gran Vía, Callao, Plaza de España, calle de Bailén y los jardines de la plaza que mandó construir José I  - el vilipendiado rey francés -  derribando casas y conventos. La lió.

Por cierto, hoy 19 de junio, hacen ‘sólo’ 206 años de la batalla de Bailén. Da nombre a la calle. Realza el patriotismo de aquellos españoles. ¿Cuántos españoles sabían la coincidencia de la fecha? Yo, no. Mi amigo José María Hidalgo lo ha publicado en un artículo - como todos los suyos - muy documentado. Gracias, maestro.

En las calles y frente a Palacio un enjambre libador en las ocasiones históricas ha presenciado (es un decir) lo que ha pasado por allí. Las nubes entoldaron un poco la mañana y, a ratos, aumentaron el sofoco. Desde la TV, el primer plano ha ofrecido más detalles, pero…


Me quedo con varias consideraciones. Los que abarrotaban no iban ni con bocadillos ni en autobús pagado. Ellos y, otros desde la lejanía, abrimos nuestra ventana a la esperanza de un tiempo nuevo. Ojalá supere, en lo bueno, a todo lo anterior. Las dificultades, grandes; las ilusiones, más. ¡Suerte, Majestades!

miércoles, 18 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La flor del cactus

                                 

Avanza la diligencia. Paisaje desolado. Todo es sequedad y territorio inhóspito. En el horizonte  montañas enormes recortan la visión y obligan al paso por un camino pedregoso. Todo está marcado. Unos cactus enormes, cielo muy alto y una nube de polvo levantada por carruaje.

En las credenciales de la película los nombres míticos de actores famosos, del autor de la música y, el del director del film. Están en nuestras memorias y, lo que es mejor, siempre resolvían todos los conflictos.
Está el paisaje patrio (perdón por la expresión) lleno de sequedad, de montañas que cierran horizontes de esperanza. No nos permiten ver un poco más allá de este machaqueo diario de pesimismo que acongoja, que seca la boca, que…

Llega el nuevo Rey como los hombres que acudían a la tierra nueva en aquel Oeste de las películas, en medio de un recibimiento casi hostil por alguna parte. Pistoleros huraños, miradas raras, señoras que recogían a los niños de la calle, un  saloon con demasiado ruido. Los otros posibles colonos parapetados por el susto…

Leía el otro día que la euforia levantada por la proclamación del nuevo rey, Felipe VI,  puede  ser efímera… Vamos que hay muchos indios agazapados para que la diligencia no llegue al campo abierto, que está un poco más allá, sólo un poco más allá, del dichoso  valle.

España pide a gritos que esto no siga igual.  Tiene que quedar muy clarito: el Rey no gobierna. La regeneración no es cambiar – aunque a veces, también – de personajes. Es algo más profundo, más interior, más de actitud que de aptitud. Todos tenemos capacidad para hacerlo pero ¿hay voluntad?

Nacen los cactus en las tierras más secas, sin riqueza húmica y pobres. La naturaleza es maravillosa. Algunos ofrecen una flor  única, especial, excepcional pero sólo dura un día.


Estos momentos de ilusión y cambio no pueden ser flor de cactus. Los indios ancestrales de nuestra historia asidos de la mano de la intolerancia, la ofuscación, la envidia, la zancadilla, ¡ya se sabe!, parecen empeñados en que esta película no tenga un final feliz. Sería tristísimo. ¡Suerte, Majestad!

martes, 17 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El Collado

                                                

Nos vamos hoy a las Tierras Altas de la mano de Avelino Hernández. Sal de Soria por la N-111 (esa del número que dicen que se parece a un médico. ¿A un médico? Sí: porque empieza con uno, sigue con uno y termina con uno). Chiste aparte, cuando pases la gasolinera, busca a la derecha, Garray.

En Garray se unen el Duero y el Tera, y sobre una colina están las ruinas de Numancia. Historia entre dos pueblos. Uno llamado Hispania; el otro, Roma. Según qué tiempo la cierran a los visitantes. Tampoco es extraño si se sabe del ‘calor’ de las tierras sorianas en invierno… Deja atrás Buitrago, La Rubia y Ausejo de la Sierra y, ya en lo alto del puerto,  – Oncala, para el caso – otra vez, a la derecha.

El pueblo con este nombre está orillado por río Linares que va al río Alhama. Tiene pasado de Mesta y gente ganadera y pastora. Avelino dice y, es verdad, porque yo las he visto, que “es una sucesión de lomas peladas, increíbles barrancos, abruptas vaguadas, sin rocas, ni arbustos, sin árboles ni nada…”

En la iglesia guardan una colección de tapices flamencos excepcionales. Los regaló un arzobispo rico, como otros muchos arzobispos, de Valencia. Fue un hijo ilustre del pueblo que conservó memoria, pero que, como otros, también se fue.

La primera vez que anduve por aquella tierra los tapices los enseñaba Pedro; la última, pregunte por acortar camino  –venía de San Pedro Manrique – por la conexión con la SO-615… Si no es por mi hermano Antonio todavía estoy atrapado en la estrechez de una calle. El hombre que me informó, como yo, era forastero.

 En Oncala tenían una campana que tañía las noches de ventisca para orientar a posibles peregrinos perdidos… La gente habla poco. Lo justo y necesario. Aquí la vida no regaló nada y cuando se acercaron los políticos, ni te cuento. Los ilustrados quisieron reconvertirlas en tierras agrícolas.


 Puedes comprar el pan de hogaza, si quieres, en San Pedro Manrique. Oye, de lo que no hay; el chorizo, en El Collado. Yo lo hago desde hace un puñado de años. Cuando voy por allí “in situ”; otras veces, como ahora, me lo envían, por agencia. Ah, no es publicidad: la fábrica se llama “Embutidos de Pablo”. Si algún día nos vemos, me dices…

lunes, 16 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Buen tipo


                                                      
Caía la tarde. Era primavera. Yo estaba en el bullicio y griterio de una grada en La Rosaleda. Suena el teléfono. Me anuncian que hay  un nuevo Papa. ¿Qué? Que ya hay un nuevo Papa. “No es conocido, argentino, con apellido italiano, difícil de pronunciar para nosotros….” Y, así supe la noticia.

La radio, la televisión, los medios…, todos se vuelcan y comienzan a hablar. Todos coinciden. Parece que es un “buen tipo”, comprometido  con los más necesitados. “Éste le pega un cambio a la iglesia…si lo dejan”.

Lo gestos en los quince meses que lleva de pontificado dicen que sí, que es un buen tipo y que intenta un giro de timón. Al parecer, no todos lo dejan,  ni todos se han enterado – o no quieren enterarse-  que en la iglesia se han abierto las ventanas y ha entrado brisa nueva.

Una entrevista en una televisión - Cuatro (Mediaset) -  que no es precisamente ‘clerical’ lo da a conocer en  algunos aspectos de su manera de ser. Hay más, el entrevistador es un periodista judío. Y, hay más, están sentados, frente a frente, ante la sencillez de una mesa vacía y de tablero brillante. Ausencia de decoración suntuosa. Son dos personas que se miran a la cara y se hablan.

La entrevista hace un ‘barrido’ por muchas cosas de actualidad. El Papa Francisco -porque decidió que tomaría el mismo nombre del ‘poverello de Asís – se muestra como alguien excepcional, como alguien que, a uno, le da pie a preguntarse ¿quién moverá los hilos? La respuesta, ya se sabe…


Casi concluye la entrevista. Le pregunta el periodista al Papa Francisco cómo querría ser recordado. Con toda sencillez, el hombre al que el Time calificó como el personaje del año y tiene un  reconocimiento mundial casi unánime, va y dice: “como un buen tipo que hizo todo lo que pudo…”

domingo, 15 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Rescate

                                                          

No consentía don Gregorio Marañón que nadie contase chistes de locos en su presencia. A esa maldita enfermedad la gente, por no sé qué arte de birlibirloque, le pierde el susto y se ríe de quienes tienen la desgracia de caer en sus redes. No voy  por esa vía. No.

Viene al caso porque han rescatado – leo la noticia en El Mundo -  a un hombre que pretendía cruzar el Atlántico, a nado, desde Nueva York a Escocia. ¿El objetivo? Recaudar fondos para una asociación que atiende a Enfermos de Salud Mental. No hay que ir muy lejos para encontrar al primero.

Por un artilugio raro, mitad teléfono, mitad radar dijo dónde se encontraba. Había recorrido 50 millas. Los Guarda Costas acudieron en su ayuda. Primero un helicóptero; debió volver a base. Una tormenta y aparato eléctrico lo mandaron para atrás; un barco de rescate lo recogió.

Dice la noticia que estaba herido en la cabeza y que tenía ‘mucho miedo’. Es escueta la información. No precisa más. Si sólo tenía miedo… Uno se pregunta ¿cómo lo dejan salir? ¿No hay alguien más cuerdo que le diga que los fondos se recaudan de otra manera?

En Escocia suena de manera diferente la música de las gaitas celtas. Toda Escocia, brumosa, es verde y está llena de embrujo, de castillos encantados, de monstruos que se esparcen, a modo de leyendas, con los vientos fríos y  helados de los meses de invierno…

Me pregunto ¿a qué le sonaría el enorme oleaje en que se vio envuelto Niall Irain Macdonald, que ese es su nombre, en presente, pero que ha estado a punto de pasar a la lista de los “que se llamaron”. Tiene 39 años. No dice el periódico a qué dedica el tiempo libre ni otras cosas.


No sé cómo trata la Guardia Costera a gente así. Aquí la Guardia Civil de Montaña se juega la vida un montón de veces cada año. Rescatan escaladores temerarios en los acantilados del Caminito del Rey. Si están heridos, al hospital; si no, los abrigan, les dan leche caliente y barritas energéticas. A lo mejor a la Guardia Costera y a la Guardia Civil les apetecería darles otra cosa…

sábado, 14 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Brevas

                                                           
Dicen que vienen por San Juan de junio; es cierto. Dicen que son tiernas, voluptuosas, sensuales y rayadas de ombligo a pedúnculo; es verdad. Dicen que son muy golosas para los pájaros madrugadores que llegan a la higuera casi antes de apuntar el sol y es verdad…

Un comentario de mi amigo Fermín Adame al artículo de ayer (desastre futbolero en una noche para recordar lo que no se debe hacer) me da pie al de hoy. Viene Fermín y me escribe: “Prefiero estar a las brevas, amigo Pepe, las de San Juan que este año han madurado por San Antonio”.

Las brevas están en la gastronomía mediterránea desde siempre. Platón las tenía en su dieta. Los médicos la recomendaban como fruta favorable a los cuerpos. Proporcionaban alimentos y  daban algo, entonces, desconocido;  ahora, los especialistas las llaman ‘calorías’.

La breva es el más temprano de los dos frutos – el otro es el higo – que da la higuera “Entre el higo y la breva, la segunda es la primera”. No se queda ahí el refranero castellano y alaba su utilidad. “Higuera breval, una o dos, en cada corral”.

Dicen también en su contra  que frutales en la huerta son veredas de tunos. Tiene un  amigo mío un par de higueras en la linde. Se dio un volteo el otro día, temprano.  Y encontró al oportuno ‘visitante’.

- ¡Queeee?

- Ya ves  -contestó  – dando una vuelta pero ésta  ya está andada…

- Claro, le dice mi amigo, otro madrugó más… porque para coger brevas hay que venir más temprano.

- Sí, dijo,  - sin el menor rubor - eso pensé yo, es tardecillo pero voy a ver…

Ayer, caluroso sábado de un junio, almorcé con unos amigos en Carratraca. Casa Pepa. Excelente. Por la compañía y por los manjares. Comer con amigos a los que se quiere tanto llena a uno de vida por dentro. Pidieron de postre: brevas. Rayadas, verdosas azuladas, sensuales, dulces, apetitosas, “pájaros de azúcar”,  las llama Barbeito…


Por cierto, aviso a mis amigos caminantes.  Con orden invertido  pero,  por lo que más queráis,  que lo de ayer no sea algo que va  “de higos a brevas”.

viernes, 13 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Preludio de verano


                                             

Se agosta la primavera. El aire de Arriba de estos días le ha ganado el pulso al Levante fresco que nubla las mañanas... El campo se entrega con las espigas reventadas de grano que piden siega. Baja el nivel de los pozos. Lo verde abre puerta a otros colores…

Han dejado de correr las cañaíllas y en los remansos del arroyo, las algas – porque el calor aprieta – se han convertido en ‘camas de ranas’ en el agua parada. Los pececillos nacidos de los desove en las charcas, ahora, luchan por una supervivencia que les va a ser imposible.

Están cargados los ciruelos; las higueras que hasta hace unos meses agitaban sus esqueletos desnudos, ahora están frondosas, llenas de hojas grandes. Están cargadas de brevas rayadas e higos que vendrán después en una segunda cosecha. Se van y se vienen los tordos y los mirlos y los pajarillos golosos que gustan de las frutas maduras y dulces.

Granos que serán “Sangre de Cristo” cuando septiembre diga que hasta aquí han llegado las colores,  cuelgan, ensombrecidos por los pámpanos verdes y relucientes de la parra; el jazmín, dice que la tarde es sensual y será biznaga en el canalillo de una mujer…

Juegan los gorriones –pataletes nuevos, ¡qué saben ellos del verano que les espera!- y se persiguen y forman jolgorios en el jardín. Acechan, en la tapia del corral, los gatos; arrullan las tórtolas turcas que lo colonizan todo. Se han adueñado como si hubiesen estado aquí desde siempre.


España se agita – bueno, España, no – algunos de los que viven del presupuesto. Trasladan  su, inquietud, la de ellos, al pueblo. No quieren enterarse. El pueblo, lo que quiere es tener a donde ir a trabajar mañana. Y que, si es posible, sea aquí y no en un lugar  lejano; el pueblo quiere que lo dejen, por un tiempo, tranquilo…¡Y olvidarse, si se puede, de Holanda! ¡Vaya nochecita!

jueves, 12 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Libertad


                                                           

Con la llegada del verano venía la libertad. Los niños se perdían del pueblo y, a algunos, ya no los veíamos más hasta septiembre, cuando comenzaba el nuevo curso. O sea, cuando ya por el cielo azul se columbraban nubes grandes de algodón. Volvíamos a la escuela más morenos, más espigados, más…

Los partidos de fútbol en el Llanillo llenaban muchas horas. Miguel Antonio tenía una pelota de goma blanca. Los muros de piedra, a ambos lados del camino, eran una protección segura para cuando un voleón, a destiempo, la  mandaba a los olivares del Quebraero.

En las horas de la siesta se echaba el campo. Todo permanecía quieto. Inmóvil. Apretaban las chicharras. No volaban los pájaros. En el alero del tejado un volantón de gorrión piaba desesperadamente; llamaba a su madre que se empeñaba en hacerlo volar.

Era la hora  - la siesta -  más propicia para subir al camaranchón. Nos deslizábamos con sigilo. Las mujeres, recogida la cocina, se sentaban y buscaban un poco de descanso en las faenas de la casa, antes de reanudar la tarea que vendría pronto y a lo largo de toda la tarde.

El camaranchón era muy apetitoso. Había que abrir la puerta con cuidado. Oxidadas las bisagras, crujían, y podían llamar a atención. Todo estaba allí desordenado: baúles viejos, astiles, jaulas rotas, un serón con agujeros en el cujón, una traba mohosa, dos orzas vidriadas, un lebrillo con tocino añejo… El camaranchón olía a ratones.

Y telarañas, en el camaranchón había muchas telarañas. Se rompían con nuestro paso; se enredaban en la cara. Tenía, el camaranchón, una ventanita pequeña, desencajada. Una tarde huyó, por allí, atropelladamente, una paloma, asustada que nos hizo dar un repullo grande.

Cuando había pasado la hora de la digestión bajábamos al río. El agua fresca era el tonificador  ideal. Después del baño subíamos por el calamorro…El hambre despierta guiaba los pasos hacía los ciruelos, los duraznos, las parras, las higueras…


 ‘Toscano’ desde la choza, vigilaba los melones, cubiertos por hojas para que no los quemase el sol. Allí, con luz, no se podía llegar. Tenía un perro, amarrado; avisaba ladrando… Un día, - ¡qué cosas!-  no sabemos cuándo, se terminó  la inocencia y la libertad de las tardes de verano.

miércoles, 11 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Muchachas

                                               

Hay, estos días,  por la calle, una esplendida oleada de niñas guapas. Como decía don Manuel Machado deben pertenecer a la última hornada, esa que anunciaba que “todas las primaveras tiene Sevilla / nueva tonada de seguidillas; / nuevos claveles / y niñas, que por mayo / se hacen mujeres”. Pues, a esa.

Pero no sé, me desconcierto un poco. Pasean por la calle. ¿A dónde van?  Forman grupos, de tres, de cuatro…Casi todas llevan chancletas, ropilla ligera de diseño barato, de esa que se compra por tres al cuarto, y de vivos colores y,  un teléfono móvil. Indefectiblemente, todas, llevan un móvil.

No hablan entre ellas. Atentísimas al teclado, accionan sus dedos. Llevan la cabeza metida en la pantalla; se envían mensajes. ¿A quién espera unos metros más allá? Puede. ¿A quién está, ¡sabe Dios donde!? Puede.  Con la llegada del verano se lanza la gente a la calle. El hombre del tiempo anuncia que, el verano, vendrán oficialmente dentro de unos día, pero no importa, ya está aquí.

Sin miseria es la belleza que sacan a pasear estas chiquitas, casi flores de invernadero, que no sé si compran libros, si leen a Bécquer como lo leíamos cuando teníamos su edad, o si sueñan, como soñábamos que “cuando salga la luna / cuando salga voy a verte / no te quiero ver a oscuras…”

Sentado delante de la ventana, de vez en cuando, hago un alto en la lectura; cierro el libro. Entorno a los ojos y tengo un pensamiento para otra muchacha. Era mayor, algo mayor que ellas, tocaba el violín de ensueño. La ‘conocí’, a través de  Antonio F. Ortiz. Nos dijo que era “la chica que sonreía con los ojos…”


Cuando cae la tarde, se llena la calle con una esplendida oleada de flores nuevas. Siguen como siempre, los pájaros con sus cantos, y el pozo blanco en el rincón de siempre. No escucho las campanas del campanario. Pero sé que se cumple lo de Juan Ramón: “el pueblo se hará nuevo cada año”.

martes, 10 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Alto Guadalhorce


                                               

Fresco. Hacía fresco de madrugada, en ‘El Prao’. Las sierras de Camarolos, Gorda, Gibalto o San Jorge, cortan las brisas que suben de la mar y, por las noches, aunque asome el verano, que ya no juega al escondite por las esquinas, refresca. Las mujeres se tocaron con la rebeca; los hombres…

Un rato antes la luz jugó a enseñarnos la policromía de los colores por encima de la cantera que da dentelladas a Sierra Gorda; se iba el sol. Nosotros salíamos de la presentación del número IV de la Revista “Desde el Alto Guadalhorce”. Villanueva del Trabuco apuesta – y supera – lo bueno.

Se pueden hacer las cosas bien; mejor, superior. ¿Superarlas? Siempre es difícil y, a veces, como en esta ocasión, se consigue. Si se le pone corazón y cariño, salen cosas como este número IV Desde el Alto Guadalhorce

No es cuestión de desglosar todo lo publicado: poesía, pintura, flamenco, etnografía reflejada en el carnaval y en el costumbrismo, ecología… Me quedo con el reencuentro de un viejo amigo, Juan Rebollo Ruiz. Cuatro relatos soberbios. Prosa elegante, fluida, directa y convincente.

Gérasimo Arjona – no me dirán que conocen a muchos Gerásimos o Fulgencios – no escribe un artículo sobre la Leyenda de la Peña de los Enamorados, no - publica una tesina. Es lo mejor, lo más documentado y mejor narrado que he leído hasta el momento en que escribo estas líneas.

No pretendo desgranar las cuentas de un rosario (Villanueva del Rosario es el pueblo vecino; en esta ocasión, le dan protagonismo a Mollina) de artículos. Acérquense a la Revista y deléitense. Yo, lo he hecho.
Recojo un ramillete de citas literarias. Se enriquece el diccionario “La palabra del campo”: cerro, cuadra, amapola, gañán, jaramago, llano, margarita, monte, nazareno, pajar, peña, pozo, risco, rienda, vado,  vega…


Dejo Villanueva cuando ya es madrugada. Sé que voy por un camino entre olivos de plata y una campiña que ya grana; la luz de Sierra Gorda la guardé en ese sitio donde sólo anidan las sensaciones únicas.

lunes, 9 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Muerte en Venecia

                                             

Regresó Marco Polo a Venecia veinticinco años después. Año más o año menos. Anduvo por medio mundo. Viajó por la tierra de Asia que entonces –ahora, casi también – era mítica. Llegó hasta Pekín. Los suyos, luego, los metieron en la cárcel y allí, lo contó todo en un libro extraordinario de viajes: “Las maravillas del mundo”.

Muchos años después, en el Barroco, un cura pelirrojo y veneciano, con enorme sensibilidad se entretuvo en llevar a la notas del violín todo lo que pasaba del paisaje, que era suyo, a su alma y lo dio a los demás. El cura pelirrojo se llamaba Vivaldi; compuso: Las cuatro estaciones.

Un francés de origen armenio nos encandiló a los que andábamos por los veinte años. Cantó a una Venecia de ensueño. Una Venecia distinta porque se había perdido el amor. “Una Venecia más triste y más gris”, decía, como si Aznavour no supiese que cuando se pierde el amor…

Luchino Visconti -"Muerte en Venecia"-  dijo al mundo desde el cine cómo puede vivirse la soledad del amor imposible desde la playa, desde el gran lujo del hotel del Lido, desde una café bajo el puente de Rialto cuando pasan las góndolas y bajan por el Gran Canal…Mahler con su Quinta Sinfonía puso lo que pudiera faltarle.

Leo en el periódico que Venecia se muere. No sólo por el agua; no. Se muere por corrupción de los que no deberían serlo, porque la gente huye, porque las aguas… ¡Sabe Dios qué van a hacer las aguas con ese macro proyecto bautizado como Moisés!

De Venecia salió para Roma, una mañana, Giussepe Sarto. Con su Secretario de Estado, Merry del Val - español por cierto -  intentó poner orden. No pudo. Se lo llevó por delante la I Guerra Mundial; San Pio X, en los altares. Salió, Angelo Roncalli. “El Papa Juan”; pudo con él el Concilio; en los altares, San Juan XXIII. Salió, Albino Luciani, Juan Pablo I… Ni calentó el sitio. Dicen…


Venecia se muere. ¿Ella sola? Según cuenta el periódico le están ayudando- y mucho – los demás… “Qué profunda emoción…qué callada quietud… qué tristeza sin fin… qué distinta Venecia…” con su alcalde en la cárcel.

domingo, 8 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Flores en el balcón

                                  

Decía Ortega, que en España, lo que no hace el pueblo se queda sin hacer. Ortega llevaba razón en muchas cosas, en casi todas las cosas. Puede que si Ortega viviese, a lo mejor opinaba, que lo que hace el pueblo, además del hacer es, aún, más bello.

Desde hace unos días circula por la red una iniciativa magnífica. Espléndida. Extraordinaria y preciosa. ¿La autora? Porque es una mujer la promotora firma como “Lina perota”. Ha lanzado un reto: pon flores en tu balcón y comparte la foto con quienes quieran verlo.

Lina es una mujer – como casi todas las mujeres – con una sensibilidad fuera de lo común. Sólo a personas tocadas por eso que llaman “la gracia de Dios” se le ocurren cosas así. De seguirla el cambio en la cara al exterior del pueblo puede ser algo para nota.

Hace unos años, AECA, lanzó un eslogan parecido. Dotó la iniciativa con un premio; Julián Santamaría hizo el cartel anunciador. No sé porqué aquella iniciativa de concurso no tuvo acogida. A lo mejor, ahora, al quitar el prurito del premio…

Es justo, también, reconocerlo. Periódicamente, el Ayuntamiento, - alguien responsable, claro – da la orden y cuelga macetas en las barandas del Callejón y Veracruz. Hay, al parecer, alguien – o ‘alguienes’ – que se sienten molestos. Llegan al paroxismo. Reiteradamente las rompen o las roban. ¿Qué quieren que les diga? Me da muchísima pena reseñar lo que acabo de contar.

Juana Sánchez, mostró desde su puesto en facebook una ventana ahíta de claveles en la calle Erillas. Desde luego que mi calle no es una calle cualquiera, pero desde aquel día, mucho menos. Por cierto, la mujer que cuida los claveles se llama Isabel.


Ahora Lina, “Lina perota”, nos invita a algo precioso. Se me ocurre una proposición ‘deshonesta’ ¿por qué no le hacemos caso? A que sí… Gracias, Lina. Muchas, Linas, por favor, que sean tantas como las estrellas de las noches embrujadas de nuestro verano perote…

sábado, 7 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Atarazanas


                                              

La morería se encerraba dentro de la muralla que arrancaba en la Puerta de Granada - junto a lo que hoy llamamos Plaza de la Merced –, bajaba por Álamos, Carretería, Puerta de Antequera, Puerta Nueva, lindera con el río, torres de las Atarazanas, Puerta del Mar, Alcazaba, Santa Ana pasaba junto a la Judería, y a su templo.

 No me he equivocado; no es el itinerario de una procesión, volvía, la muralla eso sí, a la Puerta de Granada, es decir, había dado la vuelta completa. Es la edificación protectora de la ciudad que crecía junto al mar desde mucho tiempo antes. Calles estrechas, malolientes y con demasiados vericuetos (Siete Revueltas, por ejemplo), por donde casi no entraba el sol.

Las torres de las Atarazanas protegían un recinto cerrado. Tenían función naval y civil. Hasta allí –arcos grandes- entraban barcos y galeras. Allí se despachaban los ‘papeles’ para todo el embrollo comercial del tiempo. Después cuartel de artillería y, allí, muchos años después, a finales del XIX, mercado.

Tiene - lo único conservado -  un arco de herradura apuntado, escudos nazaríes del siglo XIV, del reinado de Mohamed V y un lema de la dinastía: “Solo Dios es vencedor”. Pasado el tiempo, al parecer, es la única realidad que pervive.

Ya no está el mar a su puerta, ni rompen las olas contra sus muros. No llega el río con sus crecidas de otoño. No hay trasiego de gente de la mar que viene en el trapicheo diario a despachar papeles. Se fue la ‘vendeja’ con sus pasas, uvas y vinos; con higos secos dulces como la miel y almendras…


Desde finales del XIX, mercado de abastos. Se le dio el nombre del Rey: Alfonso XII;  el pueblo llano lo conoció por: el mercado. Meneo mañanero desde muy temprano: frutas, carnes y pescados y especias que dan olor y condimento y gente de todos los pelajes. Y un trozo de la ciudad de entonces, que en el corazón sufre cirugías para sobrevivir con los tiempos.

viernes, 6 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Los gorriones de la Judería

                                               

Se alargan las sombras por las calles estrechas. Recovecos; algunos balcones con flores. El sol juega al escondite desde los aleros de los tejados. Es media tarde. Las gaviotas aprovechan las térmicas y vuelan altas. El cielo está azul pero no tiene la limpieza de otros días. Culpan a los vientos que vienen del desierto con polvo en suspensión.

Pasan los turistas –visten informales-  camino de los museos. Son un puñado de museos y buenos. Picasso, Revello de Toro, el catedralicio, el Thyssen… ofrecen algo distinto. Renace un centro histórico nuevo. Intenta, casi ya lo han conseguido, la recuperación de la Judería.

Hay gente. Mucha gente. Va y viene. En el Pimpi saludo al Maestro Alcántara. Va con un grupo grande. La cortesía obliga a uno a no entorpecer nada más que lo preciso. El Maestro es una joya de Málaga, de la poesía y del artículo diario. El Maestro es referencia, reseña, fuente en la que bebemos…

Me acuerdo –su estatua en bronce está al otro lado, en Alcazabilla – de Ibn Gabirol. El ‘cordobés’ para uno; ‘el malagueño’, como él gustaba llamarse fue otra joya pero de hace muchos años en la Málaga medieval. Por estas calles, que no estaban como están hoy, corrió con otros niños y jugó, se acercó a la sinagoga…

Nos hemos sentado frente a San Agustín, en una tetería.  Puede la belleza de la decoración a la vulgaridad de otros establecimientos. Los gorriones se han venido justo hasta la mesa donde estamos. Picotean las migajas de los pasteles esparcidos por el suelo.


No tienen vergüenza estos gorriones de la Judería. Han corrido las lindes y dan voladas cortas entre los que pasamos las horas de la siesta al amparo de la sombra, con un té con sabores de lugares lejanos y degustamos pasteles de sabores exóticos. Hablamos de nuestras cosas; los gorriones, siguen en las suyas.

jueves, 5 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Drammen

                                               

Le prometo que hasta ayer tarde desconocía la existencia de una ciudad con ese nombre. Cuando lo supe, les digo que me fui al mapa –“san google” todo lo sabe - y me informe de cosas relativas para poder escribir estas líneas.

Todo vino porque mi amigo Salvador - Salvador Postigo - me vio conectado a internet y hablamos un rato. Supe que por mor de la dichosa crisis el hombre se las anda por ese país de mucho frío, mantequilla y ahumados (incluido el salmón) buscándose la vida.

No cabe duda que la gran revolución de estos días son las comunicaciones. Internet ha terminado con las fronteras. Cabe la comunicación con cualquier punto del mundo en cualquier momento… Estamos ante una nueva. Rompe convencionalismos.

A lo que iba. Salvador antes anduvo por Oslo; luego por Bag y ahora, por Drammen. A poco más de cuarenta kilómetros de la capital, con bastante frío en invierno y con temperaturas frescas, fresquitas los otros meses…

Lo que más tiene, por la cercanía del solsticio de verano, es luz. No anochece casi; en invierno, por el contrario, son penumbras, todo penumbras… ¡Las cosas de la geofrafía y de eso que llaman inclinación del eje de la Tierra! Mientras escribo escucho, de fondo a Peer Gynt del más universal de los noruegos: Grieg.

Hace unos años viajábamos camino del Cabo Norte. En Tromson encontramos a alguien que hablaba español. Nos dijeron que ven el primer rayo de luz a mediados de enero. Pregunté – que es la única manera de saber – cómo se puede vivir con tanta oscuridad. “Y, ¿ustedes, con 40º  a la sombra”? Queda claro: donde las dan, las toman.

Drammen está cercana a un fiordo.  Penetra el mar en la tierra, con mucha profundidad y según qué tiempo, se le hielan las aguas. Drammen tiene un importante puerto por el que salen y entran mercancías.


En Drammen está mi amigo Salvador, solo y con problemas de comunicación. Me acuerdo de él. De aquellos día de escuela, que para nosotros no fue aborrecida con la veía don Antonio Machado. Le escribo estas líneas. Entorno los ojos. Sigo escuchando a Grieg y sueño otros paisajes. El mundo es un pañuelo.

miércoles, 4 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Rocío

                                              

Está florida la marisma. Es la fiesta de la luz, el color, las flores, tamboriles y flautas dulces, sabores y niñas guapas a la grupa de las jacas. Carretas en los caminos, calor y rezos, vino y agua, pan y fiesta. ¿Espéctaculo?

Y, algo más. No soy quien para pensar que todo es exhibición y pamplineo. Me refiero, obviamente al Rocío. “Tienes que venir a ver salir las carretas, Pepe” Me decía, desde el otro lado del teléfono, Antonio García Barbeito, “el año que viene, Dios mediante, te tienes que venir porque esto es otra cosa. Hay que vivirlo”

Estoy de acuerdo con el Maestro. Recuerdo de una noche con el fuego del campo, y frío de amanecer y estrellas y “toma – mientras te ofrecen viandas- que aquí tiene sitio todo el mundo”. Y la gente es solidaria y canta y reza y se divierte. Porque digo yo,¿si me diste - ¡ay, Dios mío- cinco sentidos, para qué son sino para disfrutarlos?

Se han echado a andar los pueblos. Noches de preparos. Simpecados (“sine labe concepta”) en las carretas. Bueyes de andar cansino; aguijadas, frontiles, esquilones dorados y boyeros. Camino. Y, al final, al final, se tire por donde se tire, siempre va a estar Ella. Pinares y marisma, llantos y amores nuevos; nostalgia, recuerdos…

Está la marisma en flor. Puede que este año con menos agua. Gente como estrellas bajadas del cielo a la marisma. Al pasar por otros pueblos saldrán a recibirlos. Y luego, otra vez camino, y paradas y noches y una manta que dé calor a los cuerpos.

Celebraban los romanos, por diciembre, las saturnales en honor del segundo dios en importancia, después de Júpiter, Saturno. Celebra Andalucía la fiesta en honor de la madre de Dios. A Dios se adora; a la Virgen, se venera.


Flores, luz, colores y cantos. Todos los sentidos. Es la fiesta del campo: espigas ya granadas en trigo; aceite y vino. Al gran altar, el pueblo, peregrina para ofrecer su sacrificio y, por mediadora Ella “sine labe concepta”…

martes, 3 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El pozo

                                               

El pozo estaba junto al cauce del arroyo. A su vera crecían adelfas de color rosa y algunos tarajes. Se ponían, las adelfas, preciosas en primavera y llenaban de colorido todo el arroyo, marcando por donde corría el agua por debajo de la arena caliente con el sol del día.

Tenía el pozo un pilar largo y estrecho. Por la tardes el cabrero sacaba agua con un cubo de cinc. Chirriaba la carrucha y las cabras se acercaban y bebían y bebían; olía la campiña a rastrojo… El hombre tenía arrugas en la cara, las manos endurecidas y la piel requemada por el temporal.

A media mañana, en los meses mayores, una reata de bestias bajaban por la realenga, desde la Fiscala, por agua al pozo. Delante iba una burra negra. Montado, sobre la burra un hombre; detrás dos o tres mulos con aguaeras y cántaros de barro. Algunos cántaros por el uso estaban boquinos.

Un hombre - el aguaó - era el encargado de acarrear agua porque en el cortijo no había agua potable. Como el cabrero, también, la sacaba con una soga larga, un cubo y la carrucha. Conforme avanzaba el verano, el agua, estaba más honda. Daba todos los viajes que la luz del día le permitía… El hombre llevaba un sombrero de palma y una botija en bandolera.

Acudían, también, al pozo, algunas mañanas, las muchachas a lavar. Llevaban la ropa en una cesta de mimbre. La escamondaban y la tendían al sol. Cubrían sus cabezas con sombreros de alas anchas adornados con cintas de colores. Se reían entre ellas y cuchicheaban si veían acercarse a alguien.

Estaba el pozo blanco. Ahíto de cal; reverberaba. Cuando pasaban otros hombres con bestias que iban o venían con ‘cojollos’, por leña o a dar los peones también sacaban  agua y, entre ellos, se daban tabaco.

En el brocal del pozo, había crecido una higuera bravía. Seguramente, los culpables eran los pájaros. Los niños teníamos, terminantemente, prohibido asomarnos y curiosear qué podía haber dentro del pozo. 
Cuando lo hacíamos, dejábamos caer una piedra que producía hondas y hondas y hondas, hasta que  la piedra llegaba al fondo...


Una parte de España busca, estos días, con una cuerda larga, mientras chirría la carrucha, en el fondo de otro pozo; la otra parte, sólo escucha el chirrío y ve pájaros, muchos pájaros, demasiados pájaros… 

lunes, 2 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nuevos tiempos


                                               

Era a media mañana. Ignacio Camacho en su página de facebook pide atención a algo grande que va a comunicar Rajoy. A partir de ahí… la cascada. Televisiones, radios, eso que llamamos redes sociales, el teléfono. “Oye, ¿te has enterado?”

Ha venido Su Majestad a decir algo obvio: “en nidos de antaño no hay pájaros de hogaño”. No le he oído a nadie de los ‘sabelotodos’ que se han venido, hoy, a vivir con nosotros, ningún comentario sobre el refrán. Será que como España no está de moda…; el refranero, tampoco.

Chapeau por este hombre. Su Majestad, (Su Divina Majestad, es otra cosa) es humano. Ha tenido, en estos años, luces, sombras, claroscuros, brillantez. De todo como en la viña. Ha dado, con su decisión y mensaje, la mejor de las lecciones: paso a la juventud que viene. Ni el Rey se perpetúa en el cargo. Quien quiera entender…

Decía Cánovas que se es español cuando no se puede ser otra cosa. Más o menos. Uno no es nadie para discrepar de tan ilustre paisano pero va ser que no. Se es español  –fuera chauvinismos tribales- por geografía, por historia, por raíces y  por cultura.

A partir de ya, se es español, también, porque hay que meter el hombro, con los jóvenes que van a venir y hay que sacar esto adelante. Porque el futuro de mañana ya está en el surco de hoy. Porque, la inercia, la galbana, la decrepitud no pueden arrastrar a la sociedad.


Chapeau Majestad por la decisión tomada. Yo no sé, obviamente, nada, absolutamente nada, de todos los entresijos interiores de la decisión. Sé, si sé, que la sociedad de lo que todavía  llamamos España tiene ante sí un reto, un enorme reto. Cada campana da el son que tiene. España, una vez más dará el son acorde con lo abierto. Chapeu, Majestad.

domingo, 1 de junio de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Envidia


                                              

Pura y cochina envidia. Lo ha sentido el sur y lo ha cantado a los vientos. Verán. Estos días los ciclistas, sobre bicicletas, - ¿cómo, si no?- recorren eso que parece una bota. Se llama Italia. La carrera es una clásica ‘el Giro’. Coronan los Apeninos, los Dolomitas – ‘la cara amable de los Alpes’-, los Alpes centrales de prados verdes y cumbres blancas

Imágenes de ensueño. De entre la niebla o la bruma aparece un hombre, empapado y fantasmagórico. Levanta los brazos. Gana la etapa. Lo llevan a la portada los periódicos y abren las cadenas televisivas sus servicios informativos de deportes.

Antes, cuando estudiábamos geografía decían los libros que, la italiana, era una de las tres grandes penínsulas que Europa tiene en el Mediterráneo. Envidia, pura y cochina envidia ha sentido el sur de otra de las grandes penínsulas: la Ibérica. (De la Balcánica ni se dice ni se la espera).

 Desde ayer tiene fuera de los baúles las mantillas de nubes. Se han entolado los cielos y ha dicho que espere, por unos días el verano. Las venus  (por cierto, bellísimas) buscaban tostarse al sol caliente de la mañana y el periódico nos da imágenes de playas desiertas.

Llueve, - según qué sitios – torrencialmente. Parece que lo cirros y cúmulos que se las andaban de paseo por las cumbres de la Sierra de Mijas, por la Torrecilla, por la Serranía de Ronda, por la Sierra del Valle… ¡qué sé yo! han decidido venirse a la orilla salada. Desde la lejanía se veían tomados todos los puertos. ¿Habrá habido primarias o congreso extraordinario de nube? Todas se han bajado a la costa.


Llovía, con ganas, a eso de media mañana y, luego a ratos, y sol; y, otra vez aguaceros, y más sol… Me ha quedado claro. Pura y cochina envidia es lo que ha tenido el sur del sur. Lo ha dicho a los vientos. Y ha decidido, que por hoy, Venus no tenía que hacer gastos de bronceador en la playa.