De: El camino desandado
(inédita)
5 de marzo.- Me llama Emilio Carmona: ¿lo sabes ya? Se nos ha ido Diego
Mamely. Se lo ha llevado el sol a ese sitio a donde sólo van los buenos de
verdad. No por esperado, me ha dejado sin resuello. Me he llegado hasta su
casa. He subido. No he podido entrar en la habitación. Diego, me frenabas tú;
pero no tu muerte, me frenaba tu hombría de bien que se acaba; tu palabra aguda,
inteligente, veraz y certera; nuestra amistad desde la niñez. Me he vuelto
desde la puerta. He abrazado a los tuyos y, abajo he llorado con tu cuñado Manolo, con tus amigos que hemos
ido llegando. Ya conoces cómo corre esto y la escasez de palabras que, en
ocasiones, faltan a la fuente. He vuelto por la noche. Ha llegado Pepe, el del
Potro, ¡cómo te quería Diego!, Y Parrita, Sebastián, “el Coco”, y Juani
González, y todos, Diego, porque no faltaba nadie. De madrugada se levantó
frío. Mucho frío. No sabíamos si el frío venía de fuera o salía de dentro. Y,
al frío, se unía el silencio. ¿Sabes? como don Antonio Machado, ando - y esta
noche más- “siempre buscando a Dios entre la niebla”.
Hermoso Pepe, hermoso.
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