El Guadalhorce –dicen – nace en un lugar como sin
importancia, donde las Sierras de Gibalto, Camarolo o de las Cabras juegan a
prestarse, unas a otras, las sombras de la tarde, las umbrías de invierno, o
los cielos azules coronados por alguna nube pasajera.
En la Fuente de los Cien caños. Caño más o caño menos, que
tampoco es cuestión de cuentas, en los años buenos, el agua rompe por encima de
los propios muretes. No cabe por los caños y es un tropel de espuma que baja al
encuentro, eso sí, con el río de verdad.
Por las calizas nacen higueras bravías, espinos,
escaramujos, rosales silvestres: vegetación
que aprovecha cualquier rendija por donde buscar el frescor interno de
la piedra. Olivos frondosos, copudos, salpican la tierra de labor.
Aguas abajo, por Villanueva - al que han puesto un apellido
horroroso: del Trabuco - hiende el pueblo como quien va por donde quiere y a
donde quiere… Uno tiene amigos en el Trabuco y piensa en ellos cuando escribe
estas líneas y recuerda que de niños - le contaban - alargaban el chorro, a
orillas de río, en los recreos, para ver quien llegaba más lejos.
Quien sí se va de lejos es el río. En Archidona es recuerdo
de amores imposibles; en Antequera un pastel de vega fértil, un acopio de
tierras donde todo es rico. ¿Todo? Por algo, por aquí, ya andaba el hombre
cuando se vestía con pieles; luego, cuando hablaban una lengua rara – ¡hasta sabían
latín!- y, después, poesía de moros y cristianos.
Corta el tajo calizo. Es el Desfiladero de los Gaitanes. Es
embrujo y misterio. “No, no fue el río – nos contaba una noche Pedro Cantalejo,
a Barbeito y al que suscribe – quien rompió la roca sino la tierra que se elevó”
Y, uno, en su ignorancia, se pregunta ¿por qué pretende siempre, la tierra
llegar a los cielos?
Álora se asoma de puntillas. Lo ve venir y, después, irse, camino de la mar. Limoneros, naranjos y
un sarpullido de casitas blancas. Como a capricho, como puestas donde sí y
porque sí, como pespuntes de hilvanes en un encaje de lujo que se pierde en las
crestas azules de allí, donde dicen que es el morir.
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