Los viajeros llegan a Almogía cuando el sol ya había cruzado el cenit del medio día. Van a tiro fijo. Llevan dirección premeditada. Se la recomendó, Ildefonso Mayorga: La Taberna del Coco. Los viajeros han cruzado tierra de Lagares. No han visto a nadie a quien preguntar pero han seguido el camino por intuición.
Fotos, naturaleza que eclosiona con la primavera,
alcornoques pasado el Sancti Petri y, en el Cerrado, un almendral nuevo:
alineado, arado y limpio. Tiene aún flores: suspiros de niña recién hecha mujer.
Debe ser una variedad tardía. Están de dulce los almendros con las últimas
flores y las hojas tiernas.
Caen a la carretera que viene de Villanuena, frente a
Cherino. Buscan la venta. No la ven y pasan de largo. Casi en la medición del
pueblo preguntan. Le indican. Vuelven sobre sus pasos. Junto a un abrevadero,
aparcamos. Una señal avisa: prohibición. Un hombre del pueblo nos dice que sí
se puede. “el disco lo han puesto para proteger el pilar para cuando vienen a
beber las bestias”.
Bajo una chapa metalizada (el tiempo está bueno) tomamos
aceitunas aliñadas; un plato de aceite del terreno – que dice el tabernero que
está fuerte, pero no lo está…); pan
casero; mejor el queso, que el chorizo…
En la mesa de al lado unos hombres no hablan; se gritan. El ‘tambor’
- por si falta música - lo pone un viejo
que estampa, sobre la mesa metálica, el ‘liso’ que lleva en la mano… Es un
golpe seco, desagradable, prologando y agudo.
Todo lo que hablan es insustancial. Pedimos -nos dicen que sí - pasarnos dentro.
Sobre el ventanuco de la cocina, una portada del AS dice que
la Selección es el Coco. Se lo comento al tabernero (un muchacho joven y con
barba de varios días) que eso es para enmarcarlo. Dice que sí…
Levantamos – es ya media tarde - el hato. Antes de llegar a
Cherino un perrillo, abandonado, se la juega en la carretera. Paramos. Antes lo
ha hecho otro coche. El hombre es extranjero. Barbeito – que es el otro viajero
– lo recoge. Decide que debemos llevarlo con nosotros. El perrillo está lleno
de garrapatas. Es una imprudencia meterlo, en esas condiciones en el coche. Lo
dejamos, junto a una casa, dentro de la malla metálica…Seguimos camino.
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