viernes, 8 de marzo de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Mujer

 


8 de marzo, viernes. Hoy, en este mar proceloso del siglo XXI, alguien ha decidido que debemos celebrar el Día Internacional de la Mujer. La cosa viene de lejos. La celebración, no; otras de más importancia, sí.

Dice la Biblia – el Libro de los libros – en su primero, que lo llamaron Génesis, que Dios creo al hombre y a la mujer. Dios, antes había hecho otras cosillas como crear la luz y separarla de las nieblas y los llamó día y noche; y las aguas; y las flores y el canto de los pájaros y algo así como las estrellas… ¡Cosillas!

Y dice también que creó al hombre “a su imagen, a imagen de Dios los creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo”. Es decir, diferentes en cuanto a sexo, pero iguales. Ninguno sobre nadie. Les dijo otras cosas preciosas como esa de creced y multiplicaos… Y todo eso que conocemos.

Por no se sabe que extrañas circunstancias el que ostentaba ser ‘varón’ por alguna razón a lo largo de los tiempos ha subyugado y ha pretendido imponerse a la otra parte llamada ‘hembra’. La cosa ha pasado por momentos duros, tan duros que el aspecto físico se creyó que era superior y, en el moral, incluso hubo un tiempo entre los ‘sesudos’ (¿?) que se cuestionaron si la otra parte tenía alma. ¿Cabe más disparate? Sí, aunque cueste creerlo, los ha habido.

Ha llegado a tal el grado de estulticia que se ha adueñado de su vida y olímpicamente se la quitado. Se ha erigido, en su soberbia, en superior y en imponer su criterio, su dominio y todo eso que a veces escuchamos por ahí.

El sexo varón ha olvidado que el sexo hembra es sublime. Tan es así que de una primera mujer (creced y multiplicaos) hemos venido todos. En la prehistoria aparece la primera representación femenina. Son a modo de estatuillas pequeñas; las llamaron Venus. Las identificaron con la deidad.

Luego, a través de los tiempos, incluso le ponen nombre. En la Biblia (omito los de otras culturas) se habla de Sara, Raquel, Rut, Ester, Rebeca, Isabel, Ana… La lista, grande. Quiero hacer hincapié en una tal María. Se le llama “bendita tú, entre todas las mujeres”. Fue madre de uno que vino a decir – entre otras cosas- que todos somo hermanos… ¡Casi nada!

Sublime, la mujer. No porque una vez al año digamos que hay que dedicarle un día, no. Sublime porque es excelsa, porque es uno de los dos pilares que sostienen el mundo, porque sin ella no somos ni lo hubiéramos soñado, ser lo que somos. Bendita mujer, mujeres conocidas unas; anónimas, otras. Fundamentales en nuestro existir.

 

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