martes, 26 de marzo de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Viacrucis (Especial Semana Santa VII)

 


27 de marzo, Miércoles Santo. Álora ha recuperado -y ya son muchos años de celebración – una de las manifestaciones de fervor y piedad más auténticos y vivos de la Semana Santa. En la noche del Miércoles Santo, bajo el embrujo de la madrugada que llama suavemente a la puerta, exento de todo exorno exterior, Cristo Crucificado sobre el trono de los hombros del pueblo anónimo recorre las calles, a luz de velas y cirios, en un Viacrucis singular y único.

Es otra manera vivir la Semana Santa. Como es otra manera de sentirla al captar la belleza y la poesía del “Ubi Charitas et amor” del Jueves Santo o la “Angélica” en la noche del Sábado Santo.

Dios se muestra en la Caridad hacia los demás y en la manera de pregonarlo que tiene el pueblo entre rezos y cantos – cantar es rezar dos veces – por calles estrechas y oscuras donde reverbera la cal y la fe de los creyentes que la pregonan. Son cantos de súplica y arrepentimiento: “Perdona a tu pueblo Señor, perdona a tu pueblo, perdónalo, Señor”.

La sombra alargada de cruz sobre la que reposa la figura de Cristo muerto después del tormento del Calvario se proyecta en la pared en un significado místico donde dice de su presencia siempre, aunque, a veces, nosotros no nos percatemos de ella.

El Viacrucis transcurre por la calle Los Naranjos, esquina de Palomar con el Viento (¿es allí donde en ocasiones se da la vuelta el viento?), la propia calle del Viento, por un extremo, con la luz del día se divisa El Hacho; por el otro, el castillo que corona el Cerro de las Torres, Cerrillo de Poco Pan - ¡qué bien ponían los antiguos los nombres!- Erillas que enlaza con el anterior, Fuentarriba y volverá al templo de la Vera Cruz….

Desde hace unos años un grupo de jóvenes a luz tenue de la linterna pregona las Estaciones y leen comentarios al momento de la Pasión que se da a conocer. Con este Viacrucis Álora saca a relucir un mucho de sus raíces castellanas muy alejadas de otras manifestaciones de fervor que también tienen cabida en la Semana Santa de esta ciudad enclavada al norte de lo que antaño se llamó Hoya de Málaga, a pie de monte de la Garbía malagueña, entre olor a azahar y a flores nuevas.

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