lunes, 4 de marzo de 2024

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Oncala, puerto y otras cosas




4 de marzo, lunes. El Puerto de Oncala es una de las puertas - las otras dos, los de Piqueras y el Madero – por la que se puede ir desde las tierras de Soria a La Rioja. Por Piqueras, directamente, por la N-111, a Logroño; por el Madero, a la Rioja Baja: Rincón de Soto, Autol, Quel y Calahorra. Por Oncala se baja con el río Cidacos de compañero hasta Arnedo y Calahorra…

Deja Soria, pasado el Duero en Garray, a la derecha, puedes acercarte, si quieres a Numancia. Está a tiro de vista. Es monumento de recuerdo a los antepasados. Prefirieron el honor y la muerte a la deshonra de la rendición. Eso, ahora, no está de moda…

Sigue carretera adelante. Buitrago, Estepa de San Juan, Castilfrío de la Sierra, Almarza, Arévalo de la Sierra donde el acebal de Garagüeta… Son parte de los campos sorianos que nos dejó marcados don Antonio Machado. En las tierras altas, donde corona la sierra abundan pinos, encinas, rebollos, quejigos y hayas; sebales, areces, fresnos, abedules y majuelos. Cerca de los caudales de los ríos (Linares y Alhama) chopos y álamos. Donde se ha mantenido la ganadería extensiva: pastos.

Es media tarde; sopla un viento frío. Están desiertas las sierras. Sobrevuela alguna rapaz; cornejas y urracas en las orillas dela carretera.



Oncala fue tierra de trashumancia. De allí salían los pastores con rebaños de cientos de ovejas en la búsqueda de pastos para el invierno en el Valle de Alcudia y en Sierra Morena. Los pastores ‘bajaban’ a primeros de otoño. No regresaban hasta que la primavera tenía los campos verdes en la Sierra del Alba y en Montes Claros – donde las aguas vierten para el Mediterráneo o para el Atlántico. La copla lo dejó dicho: “ya se van los pastores / a la Extremadura. / Ya se queda la sierra / triste y oscura”.

Un museo recoge y muestra un poco de la vida que antaño llevaban los hombres de la trashumancia y explica la dureza de la vida para los que partían y para los que quedaban, mujeres y niños, en la espera del regreso.

Tiene, también, Oncala una colección de tapices flamencos excepcionales: ocho eucarísticos y dos profanos. Están fechados en el siglo XVIII. Se basan en una colección de pinturas de Rubens. Los regaló a su pueblo Juan Francisco Jiménez del Río, arzobispo de Valencia.

Dicen que antes,  los inviernos eran tan duros que en las noches de ventiscas tañía la campana de la iglesia de San Millán para orientar a algún posible peregrino perdido por los campos con peligros de lobos o de morir congelados por las temperaturas bajísimas…

 



 

 

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