15 de marzo, viernes. Esta
mañana el campo estaba con un pespunteo de rocío sobre las puntas de la yerba
nacida en las últimas lluvias, esas que vinieron cuando la desilusión ya había
anidado en muchos interiores de la gente del campo.
Todavía, me decía un amigo,
estamos a tiempo. Acuérdate de hace un par de años… Comenzó a llover en marzo y,
más bien que mal, se arregló un poco la cosa. Se medio salvó la cosecha,
corrieron algunas cañadas y los pantanos cogieron agua.
Esta mañana las nubes de poniente
habían madrugado. El cielo entoldado, festoneada las cumbres de las sierras. De
vez en cuanto aparecía un claro, entre nubes y se presentaba un cielo añil
entelerañado. Era algo así como la sonrisa socarrona de quien no quiere que
salga adelante el invento. ¡Ya ven uno se ilusionó con solo ver nubes! Uno sabe
el dicho: el levante las mueve y el poniente las llueve. Sí, sí, ¿y si por un suponer le da por amainar el aire
y…?
No pasó eso. No podía pasar
eso. Solo que la ilusión por revertir algunas veces la situación es tan grande
que uno hasta se lo cree. Han puesto en la televisión unas imágenes de cascadas
de agua en Alájar, en la Peña de Arias Montano en la Sierra de Huelva, en
Sierra Mágina, en la Sierra de Cazorla y en la Fuente de los Cien Caños cercana
al Puerto de los Alazores, olivares arriba de Villanueva del Trabuco.
He disfrutado con la alegría de
quien ha tenido la suerte de ver cómo corre clara y en abundancia. Es la Gracia
de Dios que en algunos sitios ha creído conveniente abrir su mano. Hace unos
días crucé el Ebro casi en su desembocadura. La llanura de Amposta no podía
beberse toda el agua que traía el río… Pensé un montón de cosas. Mejor se las
cuento otro día.
Esta mañana, también el campo
estaba con un manto nuevo de primavera. La higuera tiene reventones los brotes
en las puntas de las ramas, los granados estrenan vestuarios y han sacado el
ropaje de hojas nuevas los almendros y… Esta mañana, despavorido, levantó el
vuelo asustado un mirlo que se las anda en la búsqueda de una rama de su gusto para
colocar su nido. Comenzaba temprano el canto de los pájaros. Y se hacía
realidad: “mil gracias derramando pasó por estos sotos con presura…” Es
mitad de marzo; apunta la primavera; se columbran algunas nubes juguetonas por
el cielo…
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