21 de
agosto, domingo. Pablo Guerrero apareció en aquella canción que
se llamaba de cantautor. Llegó en la segunda mitad del siglo XX, cuando vino un
modo de expresar las cosas de otra manera. Tenía mucho de protesta, de
inconformismo, de denuncia, y también de deseo por algo que no llegaba… Era una
canción propia de la gente que quería otra forma de vivir.
Apareció una canción “A cántaros”. Hablaba de la lluvia, esa
que cae del cielo y moja y fertiliza y hace que corran los ríos; y de otra
lluvia, metafórica, que pedía el cambio a la sociedad. Ese cambio tenía que
venir y vino, y todo fue distinto cuando comenzó a escampar….
Ahora, por muchas
circunstancias pedimos que llueva de las dos maneras. Necesitamos otros modos en
esta sociedad que tiene mucho de egoísmo e insolidaria, de idótra que solo
piensa en un hedonismo momentáneo – no hay más que echar un vistazo a esas
eclosiones en las ferias ¿ha visto por
un casual, el comienzo de la Semana Grande de Bilbao? – que buscan una huida
rápida. Es también un escape necesario a la tensión de cada día.
Hemos vivido un verano
calcinado por la calor y por los fuegos: de Mijas a Ateca; de Galicia a
Alicante; de Castellón a Zamora, de Burgos… Habría que preguntarse qué parte
del territorio peninsular se ha librado del azote del infierno.
Ahora pedimos que ya debería
venir la lluvia. Estas tormentas de verano, sin daño y sin pedrisco, sin rayos
que generen incendios, que descarguen agua suficiente para refrescar el campo,
para recargar veneros… Ya sé que es una utopía, pero como cuesta poco pedir...
Contra el vicio de pedir, afirma el dicho popular, está la virtud de no dar,
pero no quiero que este sea el caso…
Las aceitunas, sobre todo las
de verdeo piden agua, y los barbechos que cuando se alarguen las noches serán
senos apropiados para resguardar las sementeras y las cañadas y arroyos y esos
pozos… Y cuando el agua llenará los pantanos y, otra, vez comenzará el ciclo de
la vida.
Ojalá llueva y llueva a
cantaros, en manera figurada para obtener una sociedad mejor, y en sentido real
para acabar con la situación agónica que sufren muchos agricultores y ganaderos
–hablan de sacrificar animales - para
que nazca la yerba nueva, para que el campo, cuando sea otra vez primavera, se
alfombre de flores… ¡Ojalá!
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