31 de
agosto, miércoles. No, no es la ‘Vuelta a España’ sobre una
bicicleta. No va a ser noticia por lo que hacen los ciclistas en la carretera
cuando suben o bajan puertos o devoran cientos de kilómetros anodinos, ni
tampoco porque cualquier año nos van a decir que comienza en Ciudad de El Cabo
o en Singapur. No, no, tampoco.
No vamos a volver a los combustibles
asequibles. No van a volver los trámites sin esperas en los bancos, que viven
de nosotros y nos castigan con colas donde no valoran ni nuestro espacio, ni
nuestro tiempo, ni nuestra capacidad de aguante. No.
No van a volver los precios
razonables a las estanterías de los supermercados. Me sorprende ver la subida
del aceite, por ejemplo, cuando la cosecha – poquísima, por cierto – está aún
en el olivo, y no se ha llevado a la almazara, ni se ha molido con el coste
energético oportuno, ni se le ha abonado al agricultor el precio justo que
reconoce su esfuerzo para llegar hasta el final de ciclo. No.
Esa pléyade de comentaristas -
de ambos sexos, que luego viene la discriminación, ¡por Dios! – que sabe tanto
y de todo, nos acribillan con opiniones porque ‘son expertos’ y lo mismo nos
alaban al ‘mejor’ gobierno de la historia de España o al más ‘malo’, malísimo
de todos los tiempos. Es cuestión de apostarse en una u otra orilla y ver cómo
pasa la riada, río abajo… No vuelven, sencillamente, porque para volver hay que
irse. Han estado todo el verano machacando y machacando…
La chiquillería volverá dentro
de unos días a las aulas. Yo, - como los tiempos cambian ¡qué es una barbaridad!
– no sé si las dos capitales económicas del mundo seguirán siendo París y Nueva
York y la capital cultural, ese museo al aire libre, que se llama Roma… ¿Seguirá
pasando el Guadalquivir por Sevilla?
Lo que, si vuelve, un año más,
y sin que nadie pueda hacer nada ni a favor ni en contra – afortunadamente -, es
septiembre. En su mediación, vendrá el otoño, y los árboles se despojarán de
las hojas ya caducas y se vestirán de oro viejo los granados del vallado de la
huerta y el nogal del tío Benito acogerá las bandadas de tordos y la veleta del
campanario dirá que, si el viento viene de poniente, a lo mejor trae agua y….
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