11 de
agosto, jueves. En la casa no había radio. En casi ninguna
casa del pueblo había aparatos de radio. A veces, se acudía a la casa de algún vecino
y escuchaban la radio en tertulia. Cuando pasó el tiempo el niño supo que había
‘otra’ radio, pero esa solo la
escuchaban las personas mayores, con la puerta cerrada y por la noche.
Detrás de la tela de cretona
hablaban unos hombres y unas mujeres. Sabía que no estaban allí, en aquel
aparato tan pequeño, pero en el fondo deseaba que sí lo estuvieran y se lo
imaginaba de una manera rara porque en tan poco espacio – se preguntaba, sin
respuesta - ¿cómo podrían caber tantos?
-
“Ya se
han metido los moros”. Decía, alguien cuando había interferencia de
alguna emisora de Marruecos…
Otras veces, no era esa
intromisión indeseada, sino que hacía unos ruidos muy raros, tan raros que
había que darle vueltas y más vuelta al botón para lograr una sintonía audible.
En la parte delantera habían escrito con letras de molde: Milán, Barcelona,
Madrid, París… Naturalmente no tenían tilde y aquello era un simulacro de
lección de Geografía…
El niño recuerda las canciones
dedicadas. Para María, “lo mejor de su vida” ¿quién era María?; para Juanita
“de quien ella sabe con todo su cariño” ¿quién era Juanita?, ¿y quién era quien
ella sabía…?
Ojos verdes, la bien pagá, apoyá el quicio de la mancebía… ¿Qué es la mancebía? Niño eso es
cosa de hombres y eso no se pregunta y tú no te has enterado bien. Ha dicho
Miguel de Molina, que era quien cantaba aquello, ‘apoyá en el quicio de su casa un día…’
El niño veía cómo bajaba la
paloma blanca a bañarse al río o como el aguador que traía el agua de la Fuente
del Avellano, la pregonaba ‘fresquita como la nieve’ por las calles de Granada de
la que el solo sabía, que su nombre aparecía en el mapa de huele de la escuela…
Un día su madre compró una
radio y entonces el niño que se había hecho más grande escuchaba los partidos
de fútbol los domingos por las tardes; por las noches Radio Gaceta de los
Deportes, con Salvador Recio y Antonio Gamito en Sevilla, Enrique Mariñas, en
Coruña, Erostarbe, en San Sebastián… Su madre, los domingos, al mediodía
escuchaba la misa que transmitía Radio Nacional desde la Catedral de Málaga y
la predicación del Obispo don Ángel Herrera…
Qué buen homenaje a la radio...
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