Arenillas. (Soria)
7 de agosto, domingo. Lo publica el Heraldo de Aragón. Arenillas
celebra la octava edición de Boina Fest,
desde ayer, 6 de agosto. Doce horas de espectáculos, totalmente gratuitos, que
esperan congregar a ochocientas personas en un pueblo que tiene medio centenar
de vecinos. Desde hace cuarenta años luchan contra la despoblación. En el
cartel anuncian a Wilbur, humorista y acróba, Funkuwis, a Combo Calada, a DJ
Wilker., The Birra’s Terror, Filombó, Volumnia… Una lucha, a tumba abierta, para
ofrecer algo distinto que acerque a la gente al pueblo.
Arenillas
se enclava en el marquesado de Berlanga, en la altiplanicie soriana al sur de
la provincia, casi en el límite con Guadalajara surcado por el río Talegones –
lleva sus aguas al Duero – y rodeado por las sierras de Ayllón, sierra Gorda y
sierra de las Cabras. En toda la comarca no se alcanzan los diez habitantes por
kilómetro cuadrado.
Como
una Fuenteovejuna del siglo XXI lucha por sobrevivir en la soledad de los
campos castellanos. ¿Quién mató al comendador? Los pueblos abandonados de su
propia gente, las casonas derruidas por el peso de los años, la lucha contra
tanta adversidad - en enero pueden alcanzar los -4º- a través del tiempo.
Muros
de adobe y tejados pardos; tierras calmas y cereales tardíos; corrales
derruidos y palomeras; codornices y palomas buscan los granos escapados de la
cosechadora; de vez en cuando una chimenea humeante y un rebaño que pasa
levanta polvo y apura los agostados rastrojos… Arenillas quiere ganar la
penúltima batalla. De su medio centenar de vecinos, nueve son niños. Han
ofrecido casa gratis a los inmigrantes que quieran asentarse en el pueblo… No
ha sido fácil. Cruz Roja, incluso ha ayudado para atraer a posibles nuevos
vecinos.
De
su pasado histórico que fue espléndido, en Arenillas, solo quedan las ruinas de
Termancia. Los arévacos, guerreros contra Roma, encontraron siglos después
luchadores que no doblaron la cerviz ante la cruda realidad. “Vivimos de la
agricultura, del ganado y de la explotación comunitaria de la destilería del
espliego que revertimos en el pueblo”.
Al
pueblo – carecen de muchas cosas – llegan los vendedores ambulantes. Dejan la
mercancía y, luego, se marchan. Otros pueblos, por ejemplo, Cabrerizas lleva
años abandonado. Cuando dentro de unos meses pasen los calores tórridos del verano,
llegarán los fríos. ¿El festival será solo el recuerdo en una lucha sórdida por
sobrevivir?
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