Para ti...
martes, 30 de noviembre de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Se va noviembre
Dice adiós noviembre, ese que
el refranero llama ‘dichoso’, por la entrada y por la salida. Con todos los
Santos de la Corte celestial en el primer día; el último, con San Andrés, el
apóstol, hermano de San Pedro – ahí se
quedaba todo en casa – y patriarca de la iglesia ortodoxa.
San Andrés es considerado como
uno de los apóstoles más cercanos a Jesús. Mayor que Pedro, y como él,
pescador. El Papa de Roma como sucesor de Pedro; el Patriarca de
Constantinopla, de Andrés.
San Andrés es patrón de
Encinasola de donde, según la tradición, vino la devoción a la misma madre en
común – la imagen de la Virgen de Flores llegó
unos años después a principios del siglo XVI desde Sevilla donde se
talló y donde la entregó la Reina Católica- de marochos y perotes. Una de las
pechinas del Santuario, está ocupada por un fresco que representa a San Andrés.
Un lazo más, de los muchos que Álora y Encinasola tienen en común, aunque mucha
gente lo desconozca.
Por San Andrés, en el campo se
estaba en plena sementera. El refrán lo decía muy claro. “Por San Andrés ni a
tu padre se las des – la obrada de siembra – ni quince días antes, ni quince
días después”. Era el momento de sembrar los trigos de ciclo largo que se
segarían cuando llegasen las calores de mayo… “…que era por mayo / cuando los
trigos encañan / están los campos en flor”.
Por estas fechas también se
levantaban – y se levantan – fuertes vendavales. Eran los “vareaores”. En el campo se decía: “los vareaores de San Andrés si no vienen antes, vendrán después”. Y
siempre, de una u otra manera, vienen.
Dicen que media España está
bajo un manto de nieve. Tiene la nevada
sus problemas y también su poesía. Probablemente alguien en el alfeízar de una
ventana soñará con esos copos de nieve que caen suave, silenciosamente y se
enredan en las ramas de los árboles del bosque encantado. Escudriñará con la
vista en la oscuridad de la noche ¿Qué pueden buscar los ojos en la oscuridad?…
En la chimenea, las llamas queman unos leños viejos... Noviembre dice adiós un
año más y se va seco y frío y generoso en nieves en otras tierras. “Dichoso
mes…”
lunes, 29 de noviembre de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Perote
Perote es el que nace en Álora…
Sí, ese pueblo que está entre el mar, que no ve pero lo intuye, y las tierras interiores de la provincia de
Málaga que las tiene casi a pedir de mano. El pueblo, o sea Álora, se asoma
cada mañana a la vega feraz del río Guadalhorce que la bordea y le da un no sé
qué especial. Es algo así como si empinado sobre sí mismo, pespunteara un
encaje de sueños.
El perote nace aquí, vive aquí
y muere aquí. Algunos, por mor de las circunstancias de eso que llamamos vida,
tuvieron que levar ancla. (Ya dije antes que el mar no se ve pero se intuye) y
tuvieron que irse a otras tierras y allí dejaron lo mejor que era, que es
mucho, de ellos mismos… Nunca se olvidan de su tierra. La recuerdan, la
quieren, la añoran y cuando pueden vuelven para estar, para respirar su aire,
para echar el rato… Bueno, ustedes me entienden.
Del perote alguien dijo que
conoce a los cojos tendidos. Eso viene a decir que el perote, tonto, lo que se
dice tonto del todo, no es. Que se haga el tonto y deje que algunos ‘listos’
crean que se la dan con queso, es otro cantar. Alguien dijo que cuando ve venir
el tren – los de antes, porque los de ahora, ni son trenes ni son nada...¡La
gente se sientan unos frente a otros y ni se hablan…!- sabía si los viajeros,
cuando se bajaban iban a subir al pueblo andando o en el coche de Rivero. Ya se
sabe, según el pelaje…
El perote tiene una gracia
innata porque Dios se la ha dado y suelta los golpes en los sitios más
inverosímiles. Bajar a Málaga era algo poco inusual y solo se iba (no como
ahora que la gente va hasta para ver una
comedia musical) cuando era necesario.
Cuentan de uno, que se sentó en
la puerta de la Cosmopolita (La gente se citaba de 7 a 9). Calle Larios, en
ebullición. Por allí confluían los que iban a hacer trato (calle…, al revolver,
un poquito más allá), los que iban de tiendas – ellos, no, su mujer. Ellos,
pagaban - los que paseaban el esqueleto,
los que se apalancaban a tomar algo… Se sentó a ver el panorama. Sobre la mesa
puso un cartelito:
-
Ni compro lotería ni me limpio los zapatos.
Perote, de pura cepa…
domingo, 28 de noviembre de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Milagros
28 de
noviembre. Domingo. Desde muy temprano celebran una prueba
deportiva por las calles del pueblo. Tiene un nombre en inglés. No sé cómo a la
gente se les ocurre esos nombres tan raros. Es una combinación entre carretera
de bicicleta y atletismo. Hace frío, bastante frío.
A media mañana, un viento
gélido, medio malhumorado, ha dejado el cielo limpio de nubes. Agita los
pimpollos de los cocoteros de la Avenida. Es un viento que sopla del noroeste.
O sea, el terral en versión de este final de otoño o lo que es lo mismo, algo
que hace insoportable estar en la calle. La gente joven lo aguanta casi todo.
Por cierto, hablando de gente
joven salta la noticia. Un chaval viola a una menor de edad en un polígono de
Dos Hermanas en Sevilla. Cada día hay más desquiciados, cada día más con el
norte – bueno, el norte y los otros tres puntos cardinales – perdidos.
Dicen que buscan la felicidad
en el alcohol, en la droga, en la velocidad… Lo cierto es que la buscan y no la
encuentra. No se quieren enterar que han equivocado el lugar de búsqueda. Y así
va la cosa. Entre virus, noticias de muertes y violencia a uno le entran ganas
de no ver la televisión.
Me envía Sebastián una nota donde
me informa que la hermandad de Gloria que esta mañana ha procesionado por las calles de Málaga suele
hacerlo en torno al 27 de noviembre, cercano al primer domingo de Adviento, y que recuerda la intersección de la Virgen de
los Remedios en el maremoto que sobrevino al terremoto de Lisboa en 1755.
La recuperaron de esta
celebración se hizo en el año 2000. En todos los tiempos cuando los
acontecimiento naturales desbordan y dejan al descubierto la impotencia, el hombre
se agarra a las intervenciones divinas… Tan sobrado en algunas cosas y tan
limitado, en otras.
La gente se ha echado a la
calle para “ver” las luces en el centro de Málaga. Calles intransitables.
Aglomeraciones. ¿Qué va a venir de todo esto? Tampoco se sabe qué futuro les
espera a muchos trabajadores de Unicaja. Parece que la cosa está muy fea.
Problemas. El miedo es libre; el
peligro, real. Hace frío, mucho frío por fuera y… por dentro. A lo mejor, eso
de pedir milagros y mediaciones divinas no era cosas de otros tiempos…
sábado, 27 de noviembre de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Suerte
27 de
noviembre. Sábado. Bajo a
Málaga temprano. Cielo azul celeste y nubes
de paso. La Plaza de Fray Alonso de Santo Tomás levantada por obras. Colas en
el comedor social de Santo Domingo. Antes, eso era algo anecdótico; ahora, una
constancia mañana, mediodía y tarde. Demasiada necesidad. Uno siente algo por
dentro. Eso no es suficiente.
Cruzo el Guadalmedina por el Puente de los Alemanes. Dicho así
parece un nombre cualquiera. No lo es. El puente testifica el agradecimiento
del pueblo alemán a Málaga por el comportamiento de su población en el rescate
de la fragata Gneisenau el 16 de diciembre de 1900. El velero fondeado en la
bahía desoyó las recomendaciones de entrar al puerto. Venía un temporal de Levante.
Consecuencias: 41 muertos (12 malagueños que acudieron en su ayuda). Años después,
tras la riada de 1907, el pueblo alemán regala un puente a Málaga. Lo bautizan
como el ‘Puente de los Alemanes’.
Las calles, a estas horas, tiene aún restos del baldeo nocturno.
Muy poca gente. Hace viento. Viene fresco. Hay necesidad de abrigarse. Al sol
se está a gusto. Recojo a unos amigos.
Por el camino – vamos de excursión – les explico un poco de
la orografía por donde transitamos. A la izquierda, la Garbía malagueña. Al
fondo, la sierra de las Nieves. La
Torrecilla no tiene restos de nieve. Se ve que el sol de la mañana no ha dejado
que cuaje el sutil manto caído hasta ahora.
En Álora subimos al castillo. Admiran la Vega que se abre a sus
pies. Luego, a El Hacho aún se asombran más cuando ven tanta belleza. El Torcal
y la Sierra de Abdalajís cierran el horizonte. Abajo, el pueblo blanco. Parece
una miniatura entresacada de una maqueta
Bajo una leve llovizna, al caer la tarde, he dejado a los
acompañantes en Málaga. He pensado para mi interior que hoy he sido un hombre
afortunado. Un aldabonazo mañanero a la conciencia y, después, por compartir mi
día con el doctor Asenjo.
Por cierto, no lo había dicho. Antonio Asenjo fue el primer
Alcalde Comunista de Coria del Río. Ganó las elecciones, por mayoría absoluta,
al llegar la Democracia... Ah, y presidió la Procesión de Corpus – Ramón Tamames
hizo algo parecido en Madrid – de su pueblo. ¿A que suena a raro en los tiempos
que corren? Gente como esa es la que hace grande a España…
viernes, 26 de noviembre de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Nieve en las cumbres (algunas)
Dice el hombre del telediario
que en Sierra Nevada están contentísimos. Las últimas nevadas han dejado la
Sierra con un manto blanco que no soñaban hace solo quince días. El temporal
que ha entrado desde el Polo Norte ha dejado también frío, mucho frío. Se nota
por las mañanas y cuando cae la tarde, y
sobre todo si sopla algo de viento.
Según la imágenes que llegan,
varios pueblos están literalmente enterrados en nieve. Hablan de la España
vacía. Es verdad que la vida ahí, en esas zonas, no es nada fácil. A las
inclemencias de los temporales se les unen las incomunicaciones. Quedan
aislados. El maestro Alcántara decía que no es lo mismo ver una nevada desde un
camino vecinal que desde el alféizar de la ventana. El maestro llevaba razón en
muchas cosas; en ésta, también.
En la zona sur de Tarragona
parece que la cosa tiene más miga. Se unen las alertas de varios colores
(amarillo, naranja y rojo). Vienen de la mano de la nieve, la lluvia y el
viento. Esperemos la cosa se quede ahí, que no es poco, y no aparezca el color
negro del luto y la tristeza por los desastres.
Un amigo me dice que Gredos
está precioso. Los Galayos, una vez más, cuando se abren las nubes y dejan azul
el cielo se recortan con una belleza asombrosa. Los Galayos están de cine
siempre; ahora, más. Desde Arenas de San Pedro, toda la sierra con su mole
inmensa en verano, es de ensueño. Esta tarde, la recuerdo lejana en la imagen y
cercana en la añoranza.
Me dice mi vecino Miroslav que
regenta el bar de enfrente de mi casa, que en su tierra, en Bulgaria, ya está
haciendo mucho frío, que la población vacunada es muy poca y que las
temperaturas bajísimas están propiciando los contagios. Le comento que he leído,
que el Almanzor y La Covatilla, en el Sistema Central se las andan por -12º y
-14º. Se ha sonreído. No ha hecho ningún comentario. A veces, deduzco por las
expresiones de su cara, no hacen falta las palabras.
Un equipo de hombres con unas
máquinas grandes y grúas se han remontado a los pimpollos y han podado, esta mañana, los cocoteros de la
Avenida. Yo diría que los han dejado como pollos en el pelecho… ¡Cuestión de
gustos!
jueves, 25 de noviembre de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Único
El Caminito del Rey es una obra
del hombre en un paraje excepcional. La obra civil - una travesía entre la
presa del Gaitanejo y El Chorro – se hizo para atender a las necesidades del
servicio del canal conductor del agua que propiciaba un salto para la obtención
de energía eléctrica.
La construcción en su tiempo,
primer tercio del siglo XX, supuso un reto. Una pasarela de hormigón y hierro
en sus orígenes permitía el paso por las paredes del Desfiladero de los
Gaitanes. Dos parámetros de la mano. Es decir, el hombre y la Naturaleza o lo
que es lo mismo la belleza que Dios había conferido al paraje.
Avatares a los largo de los
tiempos estuvieron a punto, incluso, de llevarlo a su desaparición. El ahínco,
la tenacidad y la visión de Salvador Pendón, entonces Alcalde de Ardales y
Presidente de la Diputación para recuperar la zona con una inyección inyección económica, lo hizo resurgir del
abandono. No lo tuvo fácil ni por la Junta entonces en manos del Partido
Socialista ni por todos los que tenían ‘algo’ que ver en el tema. Zancadillas ,
trabas, obstáculos… Posteriormente, Elías Bendodo gobernando el Partido Popular
en Diputación pudo presentar la reinauguración de la realidad que hoy sigue
asombrando.
El impacto fue enorme. La
afluencia de visitantes, excepcional. Las consecuencias económicas, evidentes.
Aparecieron las imitaciones. En Canillas de Aceituno intentarán ‘hacer otro’
Caminito al que cambiaron el apellido de …”el Rey por de la Axarquía”. No tengo noticias de la
afluencia de visitantes ni del impacto económico.
Hoy, el Diario Sur firmado por
José Miguel Aguilar, informa que Montejaque también trabaja en su propio
Caminito y que le ponen por nombre el de Caminito de los Caballeros en el
entorno de la presa del mismo nombre. Por cierto, esa presa se estudiaba en la
Escuela de Caminos como el “prototipo de lo que NO debe hacerse cuando se
construye un embalse sin los estudios previos”. La levantaron sobre la caliza y
la filtración la deja vacía. Algo así como el asó la manteca que dice el
refrán.
La Axarquía es una zona
bellísia. La Serranía de Ronda tiene un paisaje extraordinariamente bello donde
conjuga vegetación, orografía y la caliza del terrero, pero el Desfiladero de
los Gaitanes, con el Caminito del Rey es sencilla, y manifiestamente único. Lo
demás… pues eso.
miércoles, 24 de noviembre de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Jaime
Conocí a Jaime Rittwagen como a
los hermanos Durante, Fermín y Adolfo, de la mano del maestro Alcántara con los
que coincidí, acogido por la hospitalidad y el cariño que me dispensaban en sus
tertulias de las noches de los jueves, y a las que no acudía con la frecuencia
deseada. No se podían compaginar las estrellas picoteando en la noche y la luz
del alba que llamaba con suavidad en los cristales de la ventana…
Soy un seguidor de su pintura y
un admirador de su bonhomía. Jaime, podría llevar el ‘don’ y el ‘usted’ delante
de su nombre y no pasaría nada. Ya se sabe, las costumbres que llaman sociales
ahora parece que han postergado su uso pero, aunque no se haga, no deja de ser
un motivo de reconocimiento.
Dicen que los escritores hablan
en su libros. No me cabe duda que los pintores lo hacen en su sus cuadros. No
es cuestión de mezclar colores, ni de machar lienzos. A veces, como las beatas
aquellas que, después del sermón, admitían qué bien ‘ha hablado’, y que ¿ha
dicho? se les preguntaba, ¡ah, no lo sé,
respondían, pero ha hablado tan bien! hay
pintores que… bueno, ustedes me entienden
Jaime es el pintor naïf de Málaga
vivo, con más fuerza, con más expresividad y con más mensaje y, al mismo tiempo,
con más poesía y más sensibilidad en su obra. Nos recuerda la Málaga que fue y
ya no es. La Málaga de los carros tirados por caballos que llevaban las
mercancías a ‘Guerrero de las Peñas’, a ‘Marineto’, a calle Cuarteles o los
almacenes de calle Vendeja…
Son los tranvías - “un tranvía de sol con jardinera” – que iban
de Huelin al Palo, que anunciaban cuchillas de afeitar, Málaga Virgen, Anís del
Mono o un reloj Cauny “para toda la vida”. Los tranvías que dejaban a un lado
la mar por los Baños del Carmen, o la Málaga de soldados y muchachas con
delantal blanco con los niños en la plaza.
Le preguntaron a Miranda,
humorista de Ideal de Granada, porqué
pintaba “un gato y una mosca” y contestó. No es un gato, es una gata. Yo
no le pregunto a Jaime el sexo de la pareja – siempre de pelo negro - que pinta en sus cuadros pero sí le voy a
agradecer la suerte que tengo por acogerme como su amigo.
martes, 23 de noviembre de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Rorate coeli
Antequera, a finales de
noviembre, huele a canela y azúcar moreno, a malahúga y ajonjolí, a roscos,
mantecados y anís, a alfajores de almendras recién horneados con leña de olivo,
que dio su fruto y fue por el camino del silencio al molino y se hizo divino ungüento…
Antequera, al caer la tarde
suena a revuelo de campanas de conventos
de monjas que tocan los ángeles anunciando el Adviento: “Rorate coeli… Derramad,
cielos el rocío de lo alto / y la nubes lluevan al Justo”. Y se prepara
para lo que está por venir… porque dice el calendario que vienen tiempos
nuevos, y luego, eso sí, el Rey de los Cielos y las escarchas de enero y…
Los pájaros, los rezagados
pajarillos que no quieren recogerse, se refugian en los árboles del parque y la
espadaña de San Zoilo ve cómo pasan las nubes que van camino de alguna parte,
antes, solo un poco antes que la noche se eche sobre ellas y sobre los cerros, y
la caliza de El Torcal se cubra con un manto de estrellas…
Antequera sabe de amistad añeja
que se revive con el reencuentro. Se habla y se habla y se cuentan cosas de
cuando uno era niño… “porque ¿sabes?, dice, cuando vinimos al examen de ingreso
nos alojaron en la Pensión Toril….” Y el niño de entonces ve cómo en la calle –
sobresale de la fachada - un cartel de letras negras sobre un amarillo viejo que ha perdido el nombre de ‘pensión’ y ahora
ya es ‘hotel’ ¡Ay que ver cómo cambian las cosas con el tiempo”.
Antequera es un asomo de
monumentos: Madre de Dios, San Agustín, Los Remedios… Por cierto, media calle
Infante don Fernando – Estepa, para los amigos – levantada por obras. Seguro
que en la próxima vuelta habrá una sorpresa con algo nuevo y bueno. Parece que
eso aquí es norma y si no que lo digan las plantas de ciclamen en la plaza de
San Sebastián, frente a la Cuesta de Zapateros. Un detalle de buen gusto. A lo
mejor las ha puesto para que la belleza del Angelote deje competir con la del Efebo y con
la Venus y sean ellas las flores, en su sencillez, a ras de suelo… “Derramad, cielos, de lo alto el rocío…” Pues
eso.
lunes, 22 de noviembre de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Ya toca el Guadalmedina
Hace unos días, solo unos días,
el Diario la Opinión de Málaga informaba que está a punto de firmarse un
acuerdo en el que participan Ayuntamiento, Junta de Andalucía, Administración
Central y Comunidad Europea. Entre todos abordan la solución, demanda desde
hace siglos, al problema del río Guadalmendina.
El río parte a la ciudad en
dos. Es tan ‘urbanita’ que lo pregona incluso en su nombre. “El río (Guad-) de
la ciudad (medina). Recoge las aguas desde los montes (Los Montes de Málaga),
parte de la vertiente sur de El Torcal, las del poniente de los montes que lo
flanquean y las del Campo de Cámara,
entre Casabermeja y Riogordo. Su nacimiento está en el Pico de la Cruz, en la
Sierra de Camarolos.
Históricamente ha sido el azote
de Málaga. Sus inundaciones como consecuencia de la lluvias torrenciales
originadas por las tormentas de otoño (lo que hoy se conoce como Gotas Frías)
sembraron la desolación, la muerte y la miseria reiteradamente. Los anales de
la Historia lo recogen y lo exponen para los curiosos y los historiadores. Los
meses de septiembre y octubre, los más temidos.
La construcción del pantano del
Agujero, casi a las puertas de la ciudad fue una solución temporal para regular
las crecidas. Una oquedad, de ahí su nombre, en el muro de la presa de
contención permitía la salida del caudal que solo el cauce del río podía
evacuar hasta el mar, teniendo presente que, aguas abajo, le tributaban los
arroyos de Los Ángeles y el del Calvario que quedaban fuera del control del
pantano.
Ahora, según el estudio
elaborado se van a efectuar obras en varias fases recuperando parte del cauce
para uso urbano (tendrán que soterrar una parte, así como las avenidas
laterales), otro como parque periurbano con arbolado y otras para uso de
esparcimientos deportivos. Desparecerá toda la mugre y suciedad que ahora
exhibe. Todo eso, naturalmente, en varias fases y sometido a las correcciones
oportunas.
La cosa va para largo, quizá
muy largo para algunos. Indudablemente, lo disfrutarán las generaciones que
vengan. Se harán munchas preguntas. Solo
dos no tendrán respuestas ¿por qué se tardó tanto?, ¿por qué no
buscaron el dinero antes? Será otra Málaga, será un poco más esa ciudad del
Paraíso que cantó Aleixandre y nos deleita a muchos malagueños.
Río Gudalmedina (imagen virtual) Centro de Málaga ¿Quién lo verá?
domingo, 21 de noviembre de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Y no había arrullos de palomas...
Estaba empezando a quererse ir
la tarde.
Era esa hora en la que los
ángeles ya han apurado el último recreo del día y la merienda. Los ángeles esta
tarde han merendado un gajo de uvas moscateles que ya son pasas de las viñas de
El Borge y un trozo de pan de un bollito caldeado a primeras horas del
amanecer. A los ángeles el pan le ha sabido a gloria bendita, y eso que ellos,
de esas cosas saben un rato…
En el recreo los ángeles han
jugado con un balón de reglamento, cosido con unas hebras de cuero grueso que
cuando daban en la cara…. ¡uff!, pero ellos no se quejaban nunca porque sabían
que eso venía en el oficio de jugar al fútbol en el patio grande, largo, orlado
de árboles.
La tarde quería irse pero aún
no se iba. En el fondo del valle, delante del macizo de rocas de arenisca que
dicen que es del cuaternario, la capilla de la Virgen – que siempre está
cerrada, por cierto – recortaba su espadaña blanca en contraste con los colores
que la rodean.
Un ángel traviesiello él, intentó inútilmente
bajar hasta el cauce del arroyo que corría con una música que solo ellos
conocen y que anuncia que es hora de irse recogiendo porque dentro de un rato
vendrá la noche. El ángel que tiene muy buen corazón quería tener la certeza de
que todos los pajarillos ya tenían su rama y que ninguno estaría perdido por
entre la maleza que crece a ambas orillas del arroyo.
Estaba empezando a quererse ir
la tarde.
La luz, esa luz dorada de los
atardeceres de otoño, había bajado de intensidad y redactaba las líneas que ningún
día lograba terminar del diario íntimo. Siempre llegaba la noche antes. Por la noche
ella le cedía las páginas a los soñadores que piensan en los bosques
imposibles, en los bosques perdidos, recónditos inalcanzables y que solo se dan
en otras tierras muy lejanas. Son bosques que ellos no disfrutarán nunca si no
es en sus sueños.
Por entre las hojas de las
higueras silvestres y los zarzales algún pichi
despistado busca su sitio porque estaba empezando a quererse ir la tarde y
ya no había ni cantos de jilgueros, ni carbonerillos que anuncian cambios del
tiempo, ni arrullos de palomas…
sábado, 20 de noviembre de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Caza de pluma
La caza
de pluma está casi acabada. Me lo dice un amigo. Hay dos bandadas de perdices
salidas de este año. Una, se las anda por la Cuesta del Verrón; otra, la han
visto por la Haza de Santaella, aunque también dan algunas voladas por el Lomo
frío y por las tierras de Valsequillo. Entre tanta escopeta y tan poca agua, la
naturaleza ya no aguanta más. Noche de nostalgia y sombras interiores.
Recuerdos que afloran. ¡Puñetera vida!
Dicen
que han autorizado una batida de jabalíes en Sierra Aguas. La monterías están
mal vistas por los que no son cazadores. Y no soy cazador, pero tampoco veo mal
que se lleve un control ordenado de la naturaleza, sobre todo como en este caso,
cuando proliferan tantos estos animales silvestres que hacen daño a todo el
entorno.
Este
año casi no han aparecido las tórtolas ‘del terreno’. Las de los arrullos en
los brocales del pozo en las horas plomizas de la siesta, las que picotean en
los rastrojos bajo el sol implacable de la tarde de verano…Es la tórtola que
emigra cuando llega el otoño y retorna por primavera. Sus nidos, de palillos
entrecruzados – ‘más mal hecho que un nido de tórtolas’ - dice el aforismo
popular, en los encuentros de los almendros, en las ramas de los olivos, en
esos lugares a los que no llegaban ni los gatos, ni los niños que éramos los
buscadores de aquellos tesoros únicos.
Dicen
los que saben, que la naturaleza está trastornada. Tantos abusos sobre ella nos
dan por respuesta un auténtico desconcierto y así se explican algunas cosas que,
de otra manera, parecen contrasentidos totales. Estamos sembrando auténticos
disparates con los bordes de los ríos llenos de basura y desperdicios.
En las desembocaduras,
en la mar, la turbación es enorme. Los propios científicos dan los avisos de alarma.
Se llevan las manos a la cabeza por nuestra inconsciencia y despreocupación.
Las corrientes marinas arrastran esos residuos hasta los lugares más
inverosímiles. Las sorpresas antes saltaban como algo puntual, ahora parece que
ya son habituales. No importa la lejanía de la costa. Llegan a todos sitios.
Los
resultados de la última cumbre para salvar el planeta, son poco halagüeños. ¡De
pena el egoísmo de los poderoso! Dan
casi ganas de llorar y, para para colmo,
cuando se ve una foto con los asistentes dormidos…
viernes, 19 de noviembre de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Temporal
19 noviembre, viernes. Noche
ventosa. A Eolo se la ha desbocado el caballo. Han crujido las maderas de los
quicios de las ventanas. Temporal de Levante y olas de cinco metros. Lo dicen
los servicios informativos de las radios mañaneras. Ni una gota de agua. Ya se
sabe, aquí con Levante es lo que toca.
Me
levanto temprano. La radio trasmite malas noticias. Últimamente las radios dan
más malas noticias que buenas. Un
avión con pasajeros retenido en el aeropuerto
de Barcelona. Piden asilo político. Vienen de un país árabe. Huyen del miedo,
de la miseria y de la guerra. ¡Este mundo es un asco! Otro avión está apartado,
en un extremo, en el aeropuerto de A Coruña por
amenaza de bomba (luego resultó falsa, la alarma no, la bomba). Venía de
Bilbao. Tripulación y pasajeros, en una sala especial esperan,
después de la inspección, que la Policía les entregase sus equipajes.
Arrecian
las protestas en el convenio del metal en Cádiz. El alcalde se suma ¿saben
alguien que interés le mueve? La situación de los trabajadores me temo que,
como que no. El refrán lo dice: “A río revuelto...” Y como va de refranes: “Los
vareaores de San Andrés, si no vienen
antes, vienen después” ¿Tendrá algo que ver con esto la noche tan ventosa?
Salgo a
la calle. Los comentarios giran en torno a la noche desapacible y al aire que
hace que vuelen las hojas de los árboles.
Los bosques – yo siempre me pierdo en un bosque de ensueño, de fantasía, encantado,
ese no – también se despojan de sus hojas. Un aire fresco da en la cara, pero
no gusta. Las cafeterías que tienen mesas en las aceras, las que están a
resguardo del aire, ocupadas. Las que no, vacías. Es normal.
Un
grupo de turistas va por la calle. Es gente de edad madura. Va hacia la parte
histórica. La persona que los guía lleva una banderita para que puedan
divisarlo. Van agrupados. Seguro que no se pierde ninguno. Hoy hace día para ir
agrupados, juntos. Quizá entrar el museo sea una manera de resguardarse. En la
explanada del Castillo debe soplar... La gente camina por las aceras soleadas. En
la recacha se están bien. Se columbran las nubes. Esas nubes van a alguna
parte. El cielo, el poco cielo que se ve esta mañana está azul…
jueves, 18 de noviembre de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora.
Un amigo me ha regalado una edición en facsímil de la primera edición de 1605, de El Quijote. Abro y leo al azar. “... porque has de saber Sancho, si no lo sabes, que dos cosas solas incitan a amar, que son la mucha hermosura, y la buena fama...” Pag. 130.
Voy a Málaga temprano. Se respira una sensación convulsiva de compras. Las calles a pesar de la hora, llenas, no se cabía. No creo que ninguna de estas dos sentencias de don Miguel, empuje a la gente hacia ese objetivo. La gente se deja llevar por una fuerza interior incontenible. Hay un no sé qué raro, como pretendiendo llegar antes de que todas las existencias se acabasen. O es volver al pasado, o es que el pasado no se ha ido. ¡Dios mío!
Un grupo de amigos decidimos echar el rato. Un desayuno, un paseo, la visita cultural que hay que hacer si uno se precia, el almuerzo, el café… y luego, cada mochuelo a su olivo. Como mandan los cánones.
¿A qué un ‘machaco’ en tertulia, sabe mejor? Pues eso. El pitufo con jamón y aceite (hay una cosa más barata, pero eso no es jamón ni es ná. Por cierto, a mí me tocó de ese, del de la segunda parte), unos churros, un revoltijo, a la hora de pedir al camarero, de esa manera que tenemos en Málaga de identificar los cafés…
Calle Larios está que se sale. Parece que espera algo importante. Le quito el parece. Está claro, está a la espera y aguarda impaciente. Ya han puesto un entramado que dará luz a la noche. Seguro que habrá algún discrepante que diga alguna tontería en su contra. Si pagasen por eso, un montón de millonarios…
La Catedral con la exposición del Verbo Encarnado, sublime. Bueno, la Catedral con ese misterio que se expande por sus naves, ya en sí es algo excelso, si se le agregan esas pincelas de imágenes emblemáticas, entonces ahí se para el sol. Saludé al Deán (el hombre es muy poquita cosa en lo físico pero muy grande en Espíritu). El hombre andaba atareado. Preparaba la visita del Presidente de Italia… Ya se ve. Nos juntamos con todo el mundo.
Y esto,
cuando todavía no había llegado a la mediación la mañana… Otro día les seguiré
machacando. No tengo arreglo…
miércoles, 17 de noviembre de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La estación
La estación no es lo que era.
Ha perdido el sabor a estación, el olor a trenes de vapor que despedían
gandinga o el que dejaba el tránsito de viajeros.
Nunca se aprende bastante para
viajar por el mundo. La estación era un libro abierto. En cada hoja aparecía
los personajes. Iban o venían a distintas horas del día. En los trenes de madrugada
los del trabajo mañanero. Entonces poca gente tenía el trabajo fuera del
pueblo. A medida que avanzaba el día, eran otros lo viajeros.
Había también un mundo entre el
personal que atendía en la estación. El Jefe era la máxima autoridad. Trabajaba
en su despacho propio, se le hablada de usted y se le anteponía el ‘don’ al
nombre. Algunos Jefes de Estación tenían su propio domicilio en la parte
superior del edificio y al que se accedía por una escalera exterior.
Los factores, si la estación
era de consideración, había dos, de Gran y Pequeña Velocidad. Los hombres
rellenaban unos cuadernos de hojas de color amarillento y sepia donde anotaban
todos los movimientos de las facturaciones. Uno de los factores era el
encargado de despachar los billetes a los viajeros que siempre creían que
tardaba mucho en abrir la ventanilla y les entraba una zozobra interior en la
creencia que podría perder el tren.
El equipo de mozos transportaba
la paquetería. Su trabajo era más intenso en los trenes de mercancías que
avanzaban o retrocedían según la necesidad de carga y descarga y que siempre
estaba dirigida por un hombre con una trompetilla de latón dorado. Se cubría
con una gorra y daba las órdenes al maquinista. Había otro personal ‘técnico’
que cambiaba las agujas de las vías para dar acceso a los trenes por el andén
oportuno, el guardabarreras…
Pululaban también otros
personajes: el que vendía avellanas, el que hacía rifas con truco, el que
llevaba un cubo con gaseosas, el que ofrecía dulces en un canasto de mimbres….
Los ociosos que se pasaban las horas y la horas…
La cantina era algo consustancial
a la estación. El hombre de la cantina disponía de la información, de toda la
información que demandaban los viajeros puntualmente. ¿El correo? Trae dos
horas, decía, de manera mecánica, todavía no ha salido de Bobadilla y seguía
con sus operaciones de lavar los vasos del café a los que luego sacaba lustre
con un paño blanco…
martes, 16 de noviembre de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Viaje
Me levanto temprano. Día
soleado y cielo limpio de nubes. Un café con leche, tostada con aceite y vaso
de agua fría con limón. La endulzo un poco, a hierro, como que no. Voy a la
gasolinera, lleno el tanque (se nota el tirón de los precios). La carretera a
pesar de ser temprano va cargada.
Dos domingueros crean una
retención de cuidado. Digo dos, porque cuando se llega al carril de vehículos
lentos, a la altura de la Venta de San Antonio no se desplazan hacia el de la
derecha como manda el Código y siguen, uno tras otro. Van de ‘campo y venta’.
Los adelanto pasada Carratraca. Siento la mano sobre el claxon. Mi mujer me
regaña. Mi mujer me regaña siempre, por casi todo. Yo nunca, le hago caso en
casi nada…
Hay mucha gente en los
alrededores de Ardales. Deben estar celebrando alguna prueba deportiva. Bordeo
el pantano por la cabecera, por el Turón. No se ve la lengua del agua. El río
parece quieto, da la sensación de estar parado.
Me desvío hacia Ronda. Un
hombre monta un puesto ambulante. Coloca las cajas de frutas y hortalizas de
manera que sean atractivas para los conductores. Un rebaño de ovejas pasta a orillas de la
carretera. No veo el pastor. Los animales están solos. Me adelanta un grupo de
moteros. Esa gente anda que da susto. Creen que la carretera es un circuito. Se
equivocan y, luego, viene lo que viene, a modo de derrapes y esas cosas.
Frente a la Venta del Verita
veo que han sembrado una cantidad ingente de olivos. Hacía tiempo que no pasaba
por aquí y me quedo sorprendido con estas siembras nuevas. Las plantaciones
siguen hasta pasado Ortegícar que ya de por sí tenía un olivar extenso; ahora,
más. Mucho más. Llegan hasta el borde del pinar que hay por bajo de la caliza
de la sierra.
Las choperas doradas marcan el
hilo del río Guadalteba. Serpentea por entre la tierra seca. La carretera está
bien de asfalto. Cuando hagan, porque dicen que van a hacer una autovía que
comunique Ronda con Málaga, esto va a ser un paseo. Enfrente, al otro lado, la
Cueva –me acuerdo de un amigo entrañable –admiro las choperas vestidas de oro
viejo. La Gracia de Dios se ha derramado de manera generosa sobre ellas…
lunes, 15 de noviembre de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Mediados de noviembre
15 de noviembre.- A media tarde, me he llegado hasta la huerta. Tarde soleada y placentera. La luna creciente – debe llenar muy pronto – en el cielo. Ni una nube, ni una pizca de viento. Los granados ya casi vestidos de Gracia de Dios y oro viejo…
La vida de siempre. Se ha roto el interruptor del motor que saca el agua del canal. Los electricistas han venido a ver el estropicio. Diagnóstico. No tiene arreglo, o sea uno nuevo. Antes, las cosas no se rompían con tanta facilidad. Bueno, mejor, antes es que no había esas cosas que se rompen con esa facilidad porque la electricidad no había llegado al campo.
Una
bandada de palomas se soleaba con el sol tibio de otoño. Al sentirme se han
asustado y han levantado el vuelo. Luego, han retornado. Las he visto picotear.
El tibio sol de otoño doraba en la lejanía las cumbres de El Torcal. Recostados
en sus faldas, Los Nogales y la Joya… Desde la lejanía ofrecían una estampa
placentera. No era bucólica pero casi. El campo está seco. No hay nada que dé
verdor a esas lomas. Las semillas no han nacido después de la sementera. Una
ruina.
Las televisiones se vuelcan con las disputas de los políticos. Uno piensa en ocasiones, si alguna de esta gente que cobra al final de mes, son dignos de la nómina y de las prebendas que reciben por el simple hecho de ‘ser vos quien sois’.
Anoche a altas horas de la madrugada, una vez digerido el pésimo partido de fútbol entre las selecciones de España y Suecia, eché un vistazo por azar, por esas cosas que, a veces se hacen de manera mecánica, a la Andalucía, ayer y hoy de don Antonio Domínguez Ortiz. Magnífica obra. Profunda y documentada. Sin florituras. El profesor recorre la historia con la precisión de quien no se deja llevar por veleidades y modismos. Asombra también, el desconocimiento que sobre nuestra propia tierra tenemos la mayoría de las veces.
En
alguna ocasión cuando he pasado por la calle Goya de Madrid, y he podido leer las placas, a ambos lados de la puerta de
acceso al Instituto Beatriz Galindo ‘La Latina’, informando que allí
impartieron clases de Literatura y de Historia Gerardo Diego y Antonio Domínguez…
domingo, 14 de noviembre de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Carratraca
He llegado a Carratraca a
primeras horas de la mañana. He decidido irme por la carretera antigua. Es una
carretera - tiene las mismas sílabas que
el pueblo – de montaña. Tortuosa, estrecha, con mal piso. Cruza, mejor bordea,
la Sierra de Aguas. La descomposición de las peridotitas y olivinos, hace que
la carretera esté llena de piedras sueltas.
A medida que asciendo – hay que
salvar el Puerto de Lucianes- el paisaje se abre por el valle. Por el centro
corre el río, el Guadalhorce, pero no se ve. El paisaje es espléndido. A la derecha,
Alcaparaín y Sierra Blanca; al fondo, casi cortando el paisaje, la Sierra de
Alpujata y la Sierra de Mijas; a la izquierda, los Montes de Málaga y casi a la
alcance de la mano, El Hacho.
Una niebla baja cubre la
tierra. Aún no ha calentado el sol lo suficiente para que se haya evaporado. No
se levantará hasta bien entrada la mañana. Flota un vaho vago y deshilachado.
Le da una visión esperpéntica, difusa. El viento mueve las copas de los pinos.
El viento es suave. Es más brisa que viento y pone una sinfonía de notas musicales
sueltas.
Cuando llego a Carratraca dejo
el coche a la entrada. Subo. La cuesta, empinada. La mejor manera de llegar es
caminado. En el centro del pueblo que es pequeño y blanco, no es posible el
aparcamiento. Los pueblos no están hechos para tanto coche.
Voy sin rumbo fijo. Tampoco me
dirijo a ningún sitio en especial. Solo quiero andar por sus calles. Paso por
la puerta del Hotel Balneario. Hoy es algo de lujo. No sé qué ocupación pueden
tener estos establecimientos hoteleros. Sus aguas son sulfurosas, o sea que huelen
a huevos podridos. Ese olor se percibe más en la puerta del balneario que en la
del hotel. Por cierto, la puerta está entornada. He sentido la tentación de
entrar y tomar un café. No lo he hecho.
Paso por delante del
Ayuntamiento. Fue palacio de Doña Trinidad Grund. Es un edificio singular.
Imita estilos de otros tiempos. También fue Escuela Hogar… Sigo calle arriba.
Llego hasta la Plaza de Toros. Allí he asistido en otras ocasiones, a la
representación de la Pasión. Actores aficionados suben muchos decibelios de
calidad artística… Carratraca tuvo un casino y poderío económico. Eso fue el
XIX. Algunas cosas quedan un poco lejos…
sábado, 13 de noviembre de 2021
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. San Diego y otras cosas
13 de noviembre. Trabajo un
rato en el campo. Nada. Insignificacias. No hay quien apure las matas de
conizas. Se arrancan con las manos y como la tierra está tan seca, cuesta un
esfuerzo grande. Han florecido las semillas. Eso quiere decir que el año que
viene volverán a nacer casi con el mismo brío que éste. Alguien afirma que no
existen las malas hierbas. Ese sabe de campo lo que yo de astrofísica.
Sin modificaciones en cuanto a
la posibilidad de lluvia. Cuatro telarañas de mala muerte en el cielo. El sol
un poco más tibio, pero de lluvia, nada. Comienzan a saltar algunas alarmas.
Los pantanos están bajo mínimos. No han corrido ni arroyos ni cañadas. Se ha
ahondado los veneros. El agua de los pozos, cada día que pasa, a más profundidad.
Al mediodía me he acercado al
centro. Hay bullicio. Gente que va y viene. Parece que se reactiva la vida. La
gente compra y lleva bolsas en las manos. Algo ha caído en alguna caja
registradora. Bueno, ahora, desde la pandemia se paga mucho con tarjeta. Me parece
una buena idea. A lo mejor puede ser el inicio para ir acabando con el dinero
negro.
Tomo una cerveza. Hacía tiempo
que no compartía un rato con los amigos. No se pueden perder las buenas
costumbres. Cada día cuesta más adaptarse a ir con la mascarilla puesta. Parece
que falta la respiración. Un amigo me dice que la gripe el año pasado no pegó
tan fuerte gracias a que íbamos embozados. He llamado a varios ‘Diegos’. Hoy es
su onomástica.
Las noticias en la televisión confirman
el pronóstico de ayer y el de anteayer y el del día anterior…, o sea gresca
entre los políticos. Pienso si esta gente es consciente – probablemente, no –
de la hartura que tenemos los ciudadanos de algunos vividores del sueldo fijo.
¿Creen acaso que los vamos a valorar más por vendernos esa burra?
El alboroto del Congreso da
pena. Los niños de la calle tienen más sentido común. ¿Pensarán alguna vez en
el pueblo llano, ese que formamos la gente común… Los periódicos digitales dan
cuenta de un montón de escándalos y no sé cuántas cosas más. Deprime esta
situación. Echo mano a la lectura. Me enfrasco en Chaves Nogales. Uno como en
una ocasión, le dijeron, admite que es un tanto rarito…