viernes, 25 de junio de 2021

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La Paloma

 

 

                                          


Fue por causalidad. Fue como esas cosas que suceden de improviso y como vienen, se van. Todo fugaz, rápido como las ráfagas de viento de levante que a esas horas de la mañana hacía sonar los quicios de las ventanas, y de pronto, ella se posó, echó un vistazo al interior y se fue.

Me acordé de Alberti. Un día nos contó la historia de una paloma ilusa y nos dijo que había creído que el trigo era el mar, que la calor, la nevada, que el norte era el sur, que tu corazón su casa… y esas cosas… “ Se equivocó la paloma”.

Cuando Sebastián Iradier compuso a ritmo de Habanera, ‘La Paloma’, ni pensó, ni siquiera vislumbró, que ciento cincuenta y tantos y tantos  y tantos años después, por todo el mundo se cantaría su canción, símbolo del alma que vuela perdida, pero que en el fondo puede ser el alma de un marino muerto – al menos así se creyó cuando las tropas griegas derrotaron a la escuadra de Darío I bajo el mando de Mardonio al pie del monte Athos… y de los barcos salían palomas blancas.

Antonio Molina, en la España de “Discos dedicados”, inundaba los hogares, como ahora esos espacios televisivos de basura, pero no, en él no, todo era exquisitez, y a media mañana, por un bacón entreabierto la voz que salía por la radio, contaba que una paloma blanca, blanca como la nieve – para que no hubiese dudas – que tenía el pico de oro y las alas de plata… pues eso, que bajó al río a bañarse y él con aquel torrente de voz la invitaba a compartir la ilusión del chapuzón en el agua…

Hay otras ‘palomas’. Al Espíritu Santo se le representa en forma de paloma y cada determinado tiempo, le sometemos a una prueba de existencia cuando tiene que darle el giro oportuno al timón que rige la Iglesia….

Noé, también se las anduvo con palomas. Sí, cuando aquello del chaparrón pasado de calibre y se tuvo que encerrar con toda la tropa dentro del Arca y que, luego cuando escampó, la soltó y todas esas cosas que ya sabemos.

La de esta mañana era una paloma de ciudad. Era una paloma urbanita. Cuándo se fue, me pregunté dónde tendría, si es que lo tiene, ese palomar que le dé cobijo cuando aparecen los gavilanes…

                                                    

 

 

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