La castaña trae bajo el brazo, al
otoño. Solo con ver el humo de una castañera, era sinónimo del cambio de
tiempo, salvo cuando mi entrañable amigo, Antonio Díaz, ponía en la puerta de
la Vera Cruz la olla y el infernillo bajo una sombrilla de playa, y lo
alternaba, al otro lado, con la heladería. Antonio era hasta su jubilación, el
hombre más buscavías que he conocido…
Esos son otro lópeces.
Con las brevas, el verano
presenta tarjeta de visita. La breva – signo de bonanza ¿Quién no quiere una
breva? – llegan las primeras calores, o sea con San Juan. Rayadas, negras, con
ese chorreoncito de latex cuando se despezonan…
La higuera pertenece al género de
los ficus. Procede de Oriente y se cultivó hace más de 9.200 a. C. Sus frutos fosilizados,
han aparecido en excavaciones en el Valle del Jordán. El hombre la conoció
antes que al trigo, la cebada y las legumbres. Se extendió por Egipto y luego,
por el Mediterráneo.
Algunas variedades dan dos
cosechas: la breva, por junio, y el higo en los meses de agosto y septiembre.
La breva es difícil de conservar porque tiene gran caducidad. El higo secado en
los paseros, sirvió de alimentación a muchas generaciones. Elaborado en teleras
con matalahúga y trocitos de almendras, ha sido un recurso de sociedades
agrícolas de todo el Mediterráneo.
La higuera es frondosa, de hojas
lobuladas. Prestó el primer gran servicio a la humanidad, según cuenta el Génesis,
uno de los cinco libros del Pentateuco (los otros: Éxodo, Levítico, Números y
Deteuronomio), cuando Dios descubrió la fechoría de los mozos, Adán y Eva en el
Paraíso, y se taparon con hojas de higuera… (En algunas traducciones dicen que
la hoja era de parra). Da igual, con la que liaron…
Los romanos expandieron su
cultivo como base alimentaria. En la gran explosión del Vesubio el 79 a. C.
aparecen restos de higos. Catón el Viejo la cita en su obra De Agri
Cultura. Roma la consideró árbol sagrado, como mito fundacional, porque
bajo una higuera la loba amamantó a Rómulo y Remo.
Su vegetación es exuberante. Da
buena sombra, es cobijo – por su fruto para mirlos, y estorninos. Su madera
tiene muy mala combustión y, sin embargo, es muy blanda. “La leña de higuera, que la corte mi hijo y la queme mi nuera”. Dice
el refranero…
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