Las catas arqueológicas llevadas a
cabo en las obras de recuperación de la casa natal de Velázquez, han hecho que
afloren una serie de restos de piezas usadas por el pintor más grande que ha
dado España en su tiempo. Velázquez era, además de un genio, un ser humano que
empleaba el común de los utensilios usados por los vecinos de aquel tiempo,
solo que con una variante: el los llevó a sus lienzos y los inmortalizó.
La casa se encuentra en el centro
de Sevilla, en la calle Padre Luis María Llop, anteriormente calle de la
Gorgoja, en pleno barrio de la Morería. Estuvo habitada hasta 1970 en el siglo
XX, aunque su construcción debió iniciarse en el siglo XVI y en ella nació y
vivió Diego Rodríguez de Silva y Velázquez en el XVII. Hijo de un notario
eclesiástico de origen portugués, Juan. Sus abuelos, comerciantes y pequeños
propietarios en la ciudad más importante de España de aquel tiempo, Sevilla.
Velázquez nació en 1599. Fue
bautizado en la cercana parroquia de San Pedro, que estaba erigida desde el
siglo XIV y ese barrio céntrico de Sevilla – donde conoció la existencia de
otras culturas - fue su lugar de residencia (aunque pudo vivir cerca de San
Vicente), durante la parte de su vida que vivió junto al Guadalquivir. Era una
casa de vecinos, con dos patios, ambos con fuentes y de dos pisos donde la vida
se compartía ampliamente entre todos sus inquilinos.
Con veinticuatro años se trasladó
a Madrid, donde murió después en 1660 donde el rey Felipe IV lo nombró pintor
de Cámara. Sus comienzos fueron en el taller de Pacheco, quien dicen que lo
mencionó en una recopilación de pintores sevillanos de su tiempo, por ser su
yerno, cuando en realidad la mayor gloria de Pacheco, le vino por ser el suegro
de Velázquez.
Ahora, en las excavaciones han
salido fragmentos de piezas de cerámica, restos de lebrillos y cántaros como
los usados en el Aguador de Sevilla,
una orza como la de La Mulata, una
porción de mesa de vidrio blanco como la de Dos
jóvenes a la mesa, o elementos usados en la cocina como el anafe, la
cazuela, el bacín, el jarrito o los atifles de la Vieja friendo huevos… según ha informado Enrique Bocanegra, uno de
los impulsores del proyecto. O sea, un genio, pero humano.
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