(Foto: Juan Blanco)
De China, de una ciudad de China,
Wuhan, en la provincia de Hubei, ha venido el bichito que nos trae de cabeza.
De China llegó también la pólvora y la cohetería que es un puro estruendo en
las fiestas de verano, y el té y el papel y…un montón de cosas más.
Casi nadie dice que de China, vino
además la rosa. La reina de las flores. Quizá la más hermosas, el símbolo de la
vida. Toda la belleza y más, pero con espinas. Por puro azar me llega una cita
de García Márquez. Merece la pena. “Regaría con mis lágrimas la rosa para
sentir el dolor de sus espinas”.
Como con todo, un antes y un
después. De siempre, la rosa tuvo una gran consideración social. En el mundo
greco-romano se las comparó con Afrodita y Venus, las diosas del amor. En el
primitivo cristianismo se comparó a la rosa roja con la sangre derramada por los
mártires y, luego, la simbología la unió a la Virgen María. Si entre los
ciudadanos de Roma se dilucidaba algo que se debía mantener en secreto, sub
rosa, (bajo la rosa) se colocaba una rosa en la puerta…
En el siglo XIX las rosas
tuvieron su expansión por Europa. Se catalogaron en dos categorías: rosas
antiguas y rosas modernas. Las ‘antiguas’, con especial aceptación hasta el
siglo XVIII en que comenzó a florecer el comercio con Asia y se importaron
variedades de China.
Las ‘modernas’ o rosas nuevas,
nacen en 1867. El francés Jean-Baptiste Guillot cruzó la floración perpetua
procedente de China con variedades europeas más vigorosas. Apareció entonces la
rosa de té híbrida. Marcó el comienzo de
la era moderna Es la que hoy tenemos en nuestros jardines.
La rosa silvestre crece
espontáneamente en la naturaleza. Entre sus variedades: canina, gallica,
centifolia, damascena… De ellas descienden todas las rosas. Dicen
los expertos que las de Persia y las que florecieron en la Mesopotamia eran las
más bellas.
En todos los países hay rosaledas
de prestigio. En España, El Retiro y el Parque del Oeste, en Madrid; en
Sevilla, la del parque de Los Príncipes; en Barcelona, el Parque Cervantes; en
Málaga, Puerta Oscura… En Álora un ciudadano amante de las rosas, ha plantado
un talud en Uriquí. Su nombre, José Fernández, Pepe ‘el Rubio’, un
ejemplo a imitar…
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