martes, 17 de marzo de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Rosas



         
                     (Foto: Juan Blanco)


De China, de una ciudad de China, Wuhan, en la provincia de Hubei, ha venido el bichito que nos trae de cabeza. De China llegó también la pólvora y la cohetería que es un puro estruendo en las fiestas de verano, y el té y el papel y…un montón de cosas más.

Casi nadie dice que de China, vino además la rosa. La reina de las flores. Quizá la más hermosas, el símbolo de la vida. Toda la belleza y más, pero con espinas. Por puro azar me llega una cita de García Márquez. Merece la pena. “Regaría con mis lágrimas la rosa para sentir el dolor de sus espinas”.

Como con todo, un antes y un después. De siempre, la rosa tuvo una gran consideración social. En el mundo greco-romano se las comparó con Afrodita y Venus, las diosas del amor. En el primitivo cristianismo se comparó a la rosa roja con la sangre derramada por los mártires y, luego, la simbología la unió a la Virgen María. Si entre los ciudadanos de Roma se dilucidaba algo que se debía mantener en secreto, sub rosa, (bajo la rosa) se colocaba una rosa en la puerta…

En el siglo XIX las rosas tuvieron su expansión por Europa. Se catalogaron en dos categorías: rosas antiguas y rosas modernas. Las ‘antiguas’, con especial aceptación hasta el siglo XVIII en que comenzó a florecer el comercio con Asia y se importaron variedades de China.

Las ‘modernas’ o rosas nuevas, nacen en 1867. El francés Jean-Baptiste Guillot cruzó la floración perpetua procedente de China con variedades europeas más vigorosas. Apareció entonces la rosa de té híbrida.  Marcó el comienzo de la era moderna Es la que hoy tenemos en nuestros jardines.

La rosa silvestre crece espontáneamente en la naturaleza. Entre sus variedades: canina, gallica, centifolia, damascena… De ellas descienden todas las rosas. Dicen los expertos que las de Persia y las que florecieron en la Mesopotamia eran las más bellas.

En todos los países hay rosaledas de prestigio. En España, El Retiro y el Parque del Oeste, en Madrid; en Sevilla, la del parque de Los Príncipes; en Barcelona, el Parque Cervantes; en Málaga, Puerta Oscura… En Álora un ciudadano amante de las rosas, ha plantado un talud en Uriquí. Su nombre, José Fernández, Pepe ‘el Rubio’, un ejemplo a imitar…







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