Lo dice el Evangelio: “Mirad los
pajarillos, no siembran, ni cosechan, ni almacenan en graneros… y sin embargo ,
el Padre los alimenta. Dios que está en todo, vio que los
pajarillos de las ciudades tenían otros problemas, y entonces se valió de las
personas para proporcionarles su alimento.
Son los pajarillos de los
parques, los que anidan en los aleros de los tejados, o entre la frondosidad de
los árboles que asombran las aceras en
las siestas tórridas de verano. Son los patos que viven en algunas ciudades que
tienen ríos, y en los estanques que adornan los jardines …
Un día, un mal día se escapó un
bichito malo, muy malo. Atacaba y mataba a las personas. Las autoridades
mandaron que se recluyeran todas en sus casas. Se parapetaron detrás de las
ventanas. Dejaron de ir a la calle, a los parques…
Los niños no se dejaban
olvidados trozos de meriendas ni migajas de pan, los abuelos no se sentaban en
los bancos ni echaban granos a las palomas, las parejas no comían pipas mientras soñaban
cómo iba a ser su futuro.
Los pajarillos, basureros
naturales de nuestros descuidos, dejaron de encontrar su comida de cada día.
Salieron de sus rincones y vieron que la gente había desaparecido como por arte
de magia. Los viejos no tomaban el sol, no había chiquillería en los columpios,
ni mujeres ni hombres paseando. Todo, de pronto, era de un silencio raro,
impuesto. No estaba el ruido atronador de los coches y, lo que es peor, no
había sobras en las calles, en el césped del parque, en los bajos de los
bancos…
Se lanzaron a la desesperada,
buscaban su sustento diario, y entonces los vieron por las avenidas, por las
carreteras, por las autovías solitarias porque no transitaba nadie… Entre los
gorriones – los más pillos de todos – se preguntaban qué podría pasar para que
de pronto todo hubiese cambiado de aquella manera…
Y fue entonces cuando Dios
les dijo: esto será solo por un tiempo. Dentro de poco ya veréis que todo será
normal y al igual que a los pajarillos del campo, que no siembran ni tienen
graneros, tampoco a vosotros os dejaré de mi mano mis pajarillos urbanitas,
confiad siempre en mí, porque vuestro Dios proveerá…
...
No hay comentarios:
Publicar un comentario