I
Mañana de primavera, no hacía
viento. El monte de enfrente, todo verde, invitaba a hacer excursiones. Había
nidos tempraneros en los árboles y mariposas de flor en flor, libaban las
abejas.
Tom, Tom Sawyer, había hecho una
de las suyas. Tía Polly lo había castigado. Tom debería encalar la valla que
bordeaba la casa como ‘premio’ a sus diabluras. El castigo tenía dos
penalidades: la valla era muy larga y no se veía el final, y la segunda y más
dura, daba al camino y en cuanto pasasen por allí sus amigos sería el objeto de
las burlas de todos…
Primero fue Jim, el negrito que
iba a la fuente por agua. Lo convenció para que le hiciera el trabajo, pero fue
más convincente la alpargata de tía Polly que abortó la intentona. Después, Ben
que imitaba a los vapores que subían y bajaban por el Mississipi…
II
Homero Macaley - repartidor de
telegramas nocturnos en su pueblo de Ithaca, California - en su camino diario
hacia la Escuela Superior, se topó con una cerca protectora de un solar vacío y
lleno de hierbajos. Homero Macauley pensaba correr las 220 vayas bajas… vio la
ocasión propicia para un entrenamiento.
Homero se apeó de su bicicleta. Encaró
de manera decidida la empalizada. No pudo saltarla en el primer intento. Un
estruendo de palos rotos delató que no había conseguido lo pretendido. Lo
repitió hasta siete veces, todas en vano.
Al ruido salió un hombre. Se interesó
y le dijo que en aquel solar, él tuvo treinta y tres conejos de diferentes
razas. Alguien le abrió la puerta una noche…
III
Al salir de la escuela una tarde
de otoño los muchachos bajaron por el camino de la Cuesta del Río. Llegaron
hasta la vía del tren. Pasó un ‘mercancías’. En sus vagones encerraba una carga
de granadas y membrillos. La máquina
resoplaba, echaba un humo denso por la chimenea.
En el cruce con el Camino de la
Vega Redonda, decidieron ‘hacer’ una visita a la parra del Tío Mateo, un hombre
enjuto, con bigote y siempre malhumorado. Las mejores uvas del contorno eran
las suyas.
El Tío Mateo tenía una yunta de
vacas en una pesebrera, un jilguero en una jaula y un mastín amarrado con una
cadena bajo la copa de un nogal. Cuando Tío Mateo detectó la presencia de los muchachos,
soltó al perro…
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