El Ter, el Tordera – del Muga ni del
Fluviá han dicho nada – el Besós…, la han liado. El Llobregat también ha hecho
lo que ha podido. Han vertido tanta agua al mar que nos habrían eliminado la
sequía para nos pocos años de haberla podido almacenar, pero de eso, no quieren
algunos, y claro, no se hace.
El temporal, ese que han llamado Gloria,
ha sido generoso, muy generoso con Cataluña. Al Delta, ahora por no sé que
extraña razón han vuelto a llamarlo Delta del Ebro y no Delta de l’Elbre, le ha
arrebatado un montón de tierra. Hablan de cifras escalofriantes.
Benicasim, Peñíscola y parte de
la costa de norte de Castellón no se ha quedado remendando de pobre. Adiós a
los paseos marítimos, merenderos, restaurantes y establecimientos que le
hablaban de tú al rebalaje de la playa.
Alicante está con sobrecarga.
Primero, un incendio los dejó sin aeropuerto y los tuvo unos días aislados de
las comunicaciones con otros aeropuertos, luego vino un temporal de viento que
lo arrasó todo. Lo terminó de ‘arreglar’ la lluvia…
Un poco más abajo, o sea, entre
el Mar Menor, San Javier y Los Alcázares llovió sobre mojado. Alguien dijo que
eso antes no pasaba en Los Alcázares. Se olvidó de decir que lo que existía
antes era San Javier y una pedanía que, luego, se separó, creó municipio propio.
Un ayuntamiento muy generoso concedió licencias con tanta alegría que se olvidó
de los estudios hidrológicos y esas menudencia que llaman arroyos y cauces
secos y salidas naturales de las aguas…
En Almería el granizo la
emprendió con los invernaderos. Horas de sol y sudores bajo el plástico. Todo
en un momento destruido. Vuelta a la lucha, vuelta a empezar (de en el campo se
sabe un rato). Todo otra vez entre las promesas que no se van a cumplir y la
voluntad indómita del hombre.
A Málaga la despertó el granizo
del alba. Luego, le tocó a Campanillas, después a la Costa del Sol y la de
Granada. En el paquete Mallorca e Ibiza, también. De las muertes, ¡Dios que
horror!... Como decía el camarero de mi pueblo cuando le pidieron diferentes
bebidas en la feria y se volvió al mostrador y con voz autoritaria dijo: “Pepe,
ten, pa tós”
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