VII
La
estación de Atocha era un hervidero. Se unían dos cosas: la fecha y las últimas
salidas de trenes para media España. El
tablero electrónico subía y bajaba con velocidad de vértigo. Por megafonía anuncian la salida del AVE con
destino Barcelona- Sants y parada en Camp de Tarragona, viajeros diríjanse a la
puerta de embarque número 9; viajeros, con destino a Valladolid-Campo Grande,
puerta 7; viajeros destino Málaga-María Zambrano, puerta 5, tiene parada en Puertollano,
Córdoba, Herrera-Puente Genil y Antequera- Santa Ana; Viajeros destino Sevilla Santa-Justa,
puerta 3…
El tren
se echó a andar suavemente. Casi de manera imperceptible. Las luces, al
principio, pasaban lentas, luego, rápidas y veloces. Eran ráfagas. Se perdían
en la noche. Cuando el tren salió a campo abierto todo era oscuridad al otro
lado de la ventanilla. Él sentía la oscuridad por dentro. Era todo demasiado
negro. No vislumbraba ninguna salida… Iría a la empresa en cuanto amaneciera,
por si por un casual por otra vía, hubiese llegado algo….
Fue lo
primero que hizo. No solo no había llegado nada, sino que entre el
personal todo era desánimo. Dejó pasar
el fin de año. En la mañana del día dos enero fue el primero en llegar y
contempló lo duro que es el vacío de los cajones que deben guardar documentos y
no telarañas…
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