El maestro Mingote
publicó hace quince años, en su periódico, ABC, una viñeta deliciosa. Venía a resumir eso que
lamentamos casi todos los años por las mismas fechas: la sorpresa que haga frío
cuando tiene que hacerlo; calor cuando toca y viento cuando el tiempo está de
venteo.
Pasamos unos días pendiente del
hombre del tiempo. Ahora como hay otros medios también, de ellos. Que si la
Aemet.es , que si el Tiempo.com que si tengo un amigo que se conecta con la
NASA y sabe hasta en qué hora van a entrar las borrascas por el Estrecho o si
van a pasar de largo.
La culpa de todo no la ha tenido
como en la copla el vaivén del tren. No. Viene por otro camino. Dicen los que
saben que todo se origina por unas corrientes de aire muy frío que viene de una borrasca formada entre el
Golfo de León y el de Rosas. Más o menos. Entró por el noroeste, o sea por esa punta del
mapa por donde los españoles pasábamos a Perpignan a ver aquellas películas que
aquí la censura no dejaba que se proyectasen,
por Cataluña. Atravesó la Península y como un anticiclón le tapona el
centro de Europa se vino al Golfo de Cádiz…
El aire sopla con mucha fuerza.
El frío de las capas altas congela las gotas de lluvia cuando se precipitan (si las congela en la nube, nieve) si lo hace
por camino, granizo, si ni lo uno ni lo otro, lluvia. Caen, lo ponen todo blanco y el destrozo, descomunal.
Más de tres mil hectáreas
inundadas en el Delta del Ebro, trescientas de invernaderos en Almería
destruidas, zonas de hortalizas aniquiladas en Murcia y Alicante, aeropuertos cerrados, carreteras intransitables… Daños
difícilmente cuantificables.
Se aíslan los pueblos, las
montañas preciosas. Así se han visto
muchas zonas de Teruel – que sí, que existe, a pesar de los políticos – y en Castellón
y en La Mancha y Granada, y en Almería o esta mañana en Málaga…
Ríos desbordados. Olas dantescas,
- impresiona lo de Mallorca - paseos
marítimos destrozados, zonas habitadas inundadas… Y lo que no tiene arreglo, un
pesquero desaparecido y un puñado de
muertos. Entre ellos, al parecer, dos indigentes. ¡Eso es ya bastante más duro!
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