LA PERSIANA (Relato corto, viene de II)
III
De
pronto él recordó una cita que había leído con anterioridad. “Una desconocida
Emily Dickinson lo dijo hace más de un siglo con sesgo memorable: !Yo soy
nadie! ¿Quién eres tú? / Eres nadie también / Ya somos dos entonces”.
Se
cruzaron. Él se echó a un lado para no molestar en la estrechez de la acera. En
la puerta de Toni 2, un clásico piano bar, dos hombres fumaban
desafiando al frío que se incrementaba conforme la tarde avanzaba. Hablaban amigablemente
entre ellos. Siguió hacia adelante y enfiló hacia el Paseo de Recoletos…
Estuvo
tentado de acercarse al Café Gijón, pero desechó la idea. A esa hora la
cafetería emblemática de otro tiempo estaría llena de gente. Detrás de las puertas
enmarcadas en maderas valiosas y de cristales serigrafiados, en los veladores de mármol, se habían
celebrado muchas tertulias. La gente, sobre todo escritores que aspiraban a
entrar en el mundo literario, había dejado huellas de su hacer y de sus sueños.
Otros se habían quedado en el camino. Las cunetas de la vida están llenas de
sueños que arrastró el viento y los dejó enganchados en las magarzas y en los
lirios secos.
Se
sentía un tanto abandonado a una suerte. No sabía por qué calle se había escapado
pero estaba seguro que no iba a salir a su encuentro. O a lo mejor…¿Sería su
suerte hacer realidad todo aquello que le rondaba por la cabeza?
Los
coches pasaban raudos por el paseo. Enfrente, la estación del tren de cercanías
que cruzaba Madrid por el subsuelo, autobuses urbanos, taxis con un piloto
verde encendidos en su techo. Era la vorágine de la gran ciudad cuando el día
tocaba ya casi con las yemas las últimas horas…
Anduvo
por la parte central del paseo. Sabía que, enfrente, un poco más abajo, hacia
Cibeles, un antiguo palacio de la aristocracia del siglo XIX era la sede de un
banco poderoso, en el otro sentido, esquina Villanueva, el edificio soberbio de
la Biblioteca Nacional…
(Continuará…)
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