Está donde Cristo dio las tres
voces… Bueno, el Maestro Alcántara decía que cuando Cristo las dio lo
escucharon en la Legión y en Santo Domingo pero no, no es éste el caso. Son
otras voces. Voces de lejanía, abandono y olvido.
Encinasola, que es de quien se
trata y donde hay mucha gente a la que quiero está tan lejos que según mis
amigos están lejos de todas partes. Se refieren a lejanía en el espacio; en la
del afecto, el cariño y el recuerdo, no.
Encinasola está cerca del
Múrtiga. El río pasa un poco más allá, solo un poco más allá. Lo suficiente
como para hacer una pequeña depresión y dejar que se asomen al otro lado
Barrancos que es Portugal y otras tierras del país hermano.
Dicen que está lejos de Sevilla
(fue parte de su Reino), capital administrativa de Andalucía donde se reparten
el pan y el queso de la economía y esas otras migajas que necesitan los pueblos
para subsistir; de Badajoz que es Extremadura; de Huelva de la que opinan que
le tiene vuelta la espalda y en el más completo de los olvidos.
Ahora los marochos – gentilicio
con el que se nombra a su gente – han dicho que está hartos. Demasiado hartos.
Para no tener, al parecer se han quedado hasta sin cobertura en la telefonía
móvil de una compañía privada... Su Ayuntamiento – lo firma su alcaldesa en
funciones – ha convocado una manifestación en la capital de la provincia, o sea
en Huelva, ante Diputación que no tiene nada que ver con la telefonía pero sí
con otros asuntos, para pedir que le
hagan caso… Quizá lo del teléfono sea el pretexto. Lo que de verdad necesitan
son otras cosas. Ellos lo saben.
En España – por cierto,
ahora, han abierto las puertas de la
tierra de promisión y va a llover leche y miel, claro que uno con tal que lloviese
agua… - todo se va a arreglar. ¿Mira que si en el paquete de medidas les cae
algo a mis hermanos de Encinasola?
Sigo pensando y cambio a mi
antojo, aunque no rime, la letra del
Fandango: “Estrellita marinera / que vas caminando al norte / dime si a la
madre Encinasola / le caerá algo en el reparto”.
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