miércoles, 29 de enero de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El campo revienta



                       


Lo preguntó Miguel Hernández cuando hablaba de los olivos de Jaén. No le respondieron. Bueno, años después, en la Transición, Paco Ibáñez preguntaba, cantando los versos del poeta, casi por lo mismo, o sea, ¿de quién eran los olivos’ y el público,  al unísono, con sorna, decía que eran de un ministro muy dicharachero del franquismo…

Ahora el canto es otro. Es el canto de la rabia y la impotencia. El campo esta mañana en Almería se ha levantado. El campo ha reventado porque ya no puede más con los abusos. Viene de todos los puntos cardinales. De los que mandan, de los que quieren mandar, de los que negocian con sus sudores…

Hace unos meses un amigo me preguntaba qué solución le veía al campo. Le contesté como lo sentía. Ninguna. Desde los Ministerios de Agricultura (o Consejerías  autonómicas) de ahora, de ayer, de anteayer, desde la Comunidad Europea…O no han tomado las medidas oportunas o al campo las que han llegado ha sido otras.

Los usuarios no pueden pagar algunos productos. Esta mañana un agricultor ante las cámaras de televisión decía que los tomates llegan al consumidor un trescientos por cien superior a lo que a él le habían pagado en el invernadero. ¿Cómo le ponemos al niño?

Las naranjas de variedades tempranas, en algunas zonas, se han pagado a 0’10 y a 0’12 céntimos de euro. La mandarina entre 0’30 y 0’40…. Los olivareros no pueden tirar. Algo parecido ocurre con los cereales. Se escapan un poco los tropicales y los cultivos de primor.

En la ganadería no van mucho más allá. Los ganaderos ahora tienen un obstáculo añadido. Les prohíben el pastoreo extensivo en según qué zonas y les reducen las superficies. Solo hay que pasar por algunas secciones de las grandes superficies y salta el asombro ante los precios del pollo, el cerdo o el cordero.

Decían esta mañana que piensan ir a las puertas del Ministerio en Madrid. Soy muy escéptico en los logros finales. Siempre habrá un espabilado que saldrá con la gracieta: “los ricos también lloran”. Yo lo he escuchado más de una vez. Lo que ocurre es que a ningún chistosillo de esos lo he visto con los pies chorreando con el rocío del invierno ni empapado de sudor en el infierno del verano…



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