Anunciaba el Villancico la
llegada de los Reyes Magos. Es más, hasta nos decía, sin GPS, ni nada de esas
cosas por dónde venían. “Ya vienen los Reyes / por el arenal…” Vamos que quien
no se quería enterar es porque andaba con algo de sordera…
Pues, miren por dónde, ya se han
ido. No nos han dicho si por tierra, mar o aire. Pero se han ido. Los Reyes que
desaparecen hasta el año que viene tienen que pasarlo muy aburrido porque de
estar solicitados a todas horas a que durante un montón de días y de noches
casi nadie se acuerde de ellos… ¡Pues ya me contarán!
Por aquí, y mira que algunos se
lo hemos pedido con verdadero fervor, no nos han querido dejar un chorreón de
agua. Si nosotros nos conformamos con poco, o sea, de veinte a treinta litros
en una noche. Para dar un remedión pero se ve que los tienen agobiados y se han
ido.
Esta tarde el campo estaba emulando
a los meses de primavera pero sin flores, sin yerba verde y con mucho calor. El
campo está dislocado. Por las mañanas cuando no sopla nada de viento durante
las noches caen unas pelúas que Dios tirita pero durante el día hay que buscar
algo de sombra.
Había un mirlo picoteando el
mantillo de los rosales. El mirlo sabe que con el calor los bichillos del
estiércol se suben más a la superficie y se las andaba en sus tareas. Dentro de
nada, vamos de aquí a un mes, día arriba o día abajo, los mirlos acarrearán sus
brozas para hacer los nidos en los
encuentros de los árboles o entre el ramaje más espeso.
Pero hoy la gran desilusión,
además de la acumulación de plásticos, papeles, cajas, envoltorios que fueron
muy bonitos desde la tienda a la casa, es que los Reyes Magos se han ido y no
han querido dejar ni un chorreón de agua. Están agostado los veneros, no han
corrido los arroyos desde no se sabe cuánto tiempo y el brocal del pozo cada
vez nos dice que el agua está tan abajo, tan al fondo, que ni la voz del niño
encuentra el eco que le responde.
Majestades, aún estamos a tiempo,
un poco de agua, que todos los santos tienen octavas…
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