Se va la primavera. Lleva paso
seguro. Sabe que tiene los días contados y se despide con la parsimonia de
quien no quiere marcharse. Tiene, en su andar, esas pinceladas claras,
determinantes con la que el campo dice que cambia de ciclo y anuncia un ¡hasta
luego!
El estío ha asomado la cresta
por las lomas. Amarillean los trigos – las cebadas lo hicieron antes – quedan
por arrancar los garbanzales, las arvejas y algunas leguminosas tardías -, las
espiguitas de las cunetas anuncian que su crecimiento se ha acabado y son
raspas convertidas en pequeñas lanzas.
Han florecido las retamas y las
genistas. Flores amarillas, intensas tienen un resistencia superior al resto de
otras yerbas que, como ellas, arrancaron en primavera. La genista es flor de
verano. Resiste el calor. Se muestra pletórica. Ha vencido a todas sus hermanas
en la batalla por la supervivencia.
En la huerta aparecen la
primeras yerbas de verano: patagallinas, bledos…, la grama se extiende a ras de
suelo. Da cobijo a los cigarrones y bajo
su rastra aparecen los caminos de hormigas que llevan, inexorablemente, grano a
su granero. ¿Para qué? Si cuando lleguen los fríos ellas estarán en su propio
sueño…
Al amanecer se extiende una
niebla tenue. Dicen los que saben que son productos de las diferencias de
temperaturas entre la tierra que ya no se enfría por las noches y las
corrientes de aire que soplan y bajan y siguen el curso del río. No lo sé. ¡Hay
tantas cosas que no sé! Veo como se recortan en la lejanía las sierras calizas
y todo tiene otro encanto.
Mi vecino, esta mañana muy
temprano, arrancaba las papas. El monte verde, frondoso, se tumbaba bajo el
golpe certero de la azada. Ayer matas frondosas, ahora restos de una batalla
perdida porque se cumple el ciclo. ¿Y los ajos, le pregunto, cuándo le toca a
los ajos? Para San Antonio, me dice… ¡Ah, el campo con su calendario propio!
Ha pasado un tren. Va entre la
frondosidad de árboles que orillan la vía. Ese tren por la hora y por la
configuración, es el media distancia que va a Sevilla… Un poco antes un repiqueteo continuo
anunciaba la bajada de barreras. Ahora, que acaba de salir de la estación va
lento, con pereza. El tren lleva viajeros que seguro van cargados de sueños…
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