Su nombre completo, Pastora
María Pavón Cruz. Dicen que tocó todos los palos del cante. Todos los tocó
bien. Fue la mejor. La más grande. No ha habido otra mujer que la haya
igualado, incluso después de cantar como nadie la seguiriya y la bulería, llegó a más y creó la bambera.
La Niña de los Peines, nombre
con el que figuraba en los carteles, debutó – si al actuar por primera vez con
ocho años se le puede llamar así - , en su tierra, en Sevilla. Con once, ya
estaba en Madrid y Zuloaga la llevó a Bilbao donde permaneció toda una
temporada.
El nombre artístico le viene
porque popularizó unos tangos – que nunca quiso grabar – y que comenzaban: “Peinate
tú con mis peines; mis peines son de canela…” El ascenso, fulgurante. Rayó en
la perfección.
Amiga personal de Lorca, Falla,
Zuloaga y Julio Romero que la llevó a un lienzo. Lorca dijo de ella que era
“sombrío genio hispánico equivalente en capacidad de fantasía a Goya y a Rafael
el Gallo”. Dijo, también que tenía una voz de “sombra y de estaño fundido”. Su
voz, también según Federico se enredaba en la cabellera o la mojaba en
manzanilla…” Antológico.
En 1922 formó parte del jurado
del Concurso de Cante Jondo de Granada. El jurado lo presidía don Antonio
Chacón. En la organización, y detrás de todo, Manuel de Falla. Amiga de todos
los grandes: Manuel Torres, Caracol, Marchena o los guitarristas Ramón Montoya
y Melchor de Marchena…
Casada con Pepe Pinto actuó en
las salas de primerísima fila de Madrid, Sevilla o Málaga. Recorrió España e
incluso, en un tiempo, estuvo en la compañía que había formado doña Concha
Piquer.
Salvador Pendón la definió como
“genial”. Ha publicado unos tangos que grabó con Melchor de Marchena: “Por tu
querer solamente / a mi madre abandoné, / ahora me veo solita, / sin madre y
sin tu querer”.
El Arahal, el pueblo de su
madre, le tributó un homenaje. Las Niña de los Peines quedó inmortalizada en
bronce, en la Alameda de Hércules de Sevilla.
La Junta de Andalucía declaró su voz Bien de Interés Cultural. De cuna
gitana, hija del cantaor Francisco Pavón
Cruz, nació en Sevilla donde también
murió (1890-1969) a los 79 años.
La categoría artística de Pastora Pavón se puso de manifiesto desde su extraordinaria valía personal con el valor añadido de una época en la que la mujer tenía muy restringido el acceso al espacio profesional del Flamenco. Consiguió por sí misma un sitio de privilegio en la Historia del Flamenco.
ResponderEliminarLa profesión flamenca ha abierto las puertas y hoy, afortunadamente,hay una pléyade de cantaoras de primerísimo nivel a quienes las tienen situadas en áreas exteriores de la que ocupa el aura de la de los Peines. Sí, sí pero no traspasar las líneas rojas del mito. Y lejos de preservar la hegemonía de Pastora, a lo que se llega es a acciones injustas para unas mujeres que han hecho una gran aportación al Arte Flamenco. Quienes llegaron a la categoría de mitos, pero mitos con todos los pronunciamientos, hay que mantenerlos pero no para cerrar el paso a quienes fijándose en los mitos, han mejorado la labor aquellos.