El día pintaba bien. Abrió –
ahora amanece muy pronto – entre nubes
que coronaban las sierras de enfrente. El sol las apartó. Eran nubes negras, nubes
como de tormenta. Esas nubes que, a veces, se enseñorean del cielo y lo toman
por suyo. Antes de las siete, ya era de
día. El sol, levantado varios palmos sobre el horizonte…
Al rato penetraba por una de
las dos ventanas que iluminan la habitación donde escribo. La habitación tiene
dos ventanas, una da al camino y deja que entre la luz que viene de levante,
llega hasta la mesa y se expande por el suelo; la otra, al mediodía. Se abre al rancho. Los días de verano la
sombra de la parra no deja que entre el sol. Es más agradable, más íntima. Da sensación
de quietud y calma.
El juego de contraluces en los
pámpanos de la parra tiene un encanto especial. Ya han aparecido los primeros
racimos con las uvas. Dentro de unos días serán fruto. Un chaparrón por San Juan hará bueno el refrán y quitará vino.
En frente, al otro lado del arroyo, ara
una yunta. Es una yunta de mulos. Ya casi no quedan yuntas. El progreso… El gañán empuña la mancera hace juegos con su
cuerpo y hunde la reja en la tierra. Dos cabestros, por el interior, sobre el
ejero, hacen que los mulos obedezcan al hombre. Gime el ubio. El terreno, quebrado, en
pendiente, de esos que en muchos sitios ya no se labran porque no se pueden
mecanizar.
Liban las abejas - ¡qué
privilegio! - en las rosas. Colores
rojos, amarillos, fucsias, anaranjados, blancos, malvas…
Un claxon rompe el silencio de
estas horas de la mañana. Trae prisa. No quiere ni esperar ni perder tiempo.
Avisa desde la lejanía para que las mujeres – que salen a su encuentro - estén prestas. Trae velocidad impropia del
camino por el que viene desde la carretera a la casa y demuestra que lo conoce.
Es el panadero.
Ha cesado la sinfonía de
pájaros que cantaba al amanecer. Se rompió el lubricán. La luz los dejó en
silencio. Deben andar en sus tareas. Sobre el caballete del corral se despereza
Tito Livio – Tito Livio es un gato de pelaje gris que tiene sus años y Agripina – una gata casi de la misma quinta –.
Toman el sol placenteramente…
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