domingo, 17 de junio de 2018

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Acto primero



Ya están abiertas ventanas y puertas del infierno… Me horroriza todo lo que se nos viene encima hasta que asome por las esquinas de los cerros el otoño. Dicen que algunas veces algún diablo compasivo las entorna un poco en esas horas en que la madrugada tiene una cierta predisposición para recibir al alba… Sinfonía llamada verano. Comienza el acto primero.

Están floridas, ahítas de color y huérfanas de olor, las adelfas. Han crecido en los bordes del arroyo, en las orillas del río pero no cerca de la lengua del agua. Otras, sembradas en las medianas de la carreteras, aguantan estoicas el fuego que sale del asfalto en las horas más duras de la siesta.

Los granados del vallado han cambiado los pétalos rojos, grandes, intensos de sus recien cuajados frutos por unas granadillas que toman cuerpo. Esperan que la madurez, con el paso de los días, las conviertan en la fruta coronada de granos rubíes  y sensuales.

Han tomado posesión de plaza los olivos. Están cuajados de pezoncillos reverdecidos. Esperan hacer bueno el refrán: “una por san Juan, ciento en Navidad”. Acumulan aceite que aún no se ve porque, dice la gente del campo, todavía es leña. Apuntan a cosecha. Anuncian belleza y son cuentas de un rosario de esperanza.

Ya están granados los trigos. Las cosechadoras peinan las lomas. Les han sacado unas rayas que desde la lejanía parecen cabezas de gente joven que quiere llamar la atención. Desde que desaparecieron las cuadrillas de segadores (“De segar de los sembrados / ya vienen los segadores / de beber agua de pozo / toda llena de gusanos”)  la tecnología, adueñada del campo, muestra el rastrojo con otra perspectiva.

No tienen día ni noche ni hora estas máquinas. Los hombres que las manejan van encerrados en cabinas acristaladas y “llevan aire acondicionado y - me dicen- , algunas, hasta emisoras de radio para comunicarse con otros compañeros que trabajan en sitios lejanos”. Aquí vendría bien aquello de don Hilarión en la verbena de la Paloma: “Hoy las ciencias adelantan / que es una barbaridad”.

Han abierto las puertas y las ventanas del infierno. Horas largas de siesta plomiza. Surco aviones por el cielo. Un chorreo continuo de queroseno. Llega el ruido de sus motores… ¡Qué Dios nos coja confesados si sigue calentando el sol de esta manera!




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