domingo, 30 de julio de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Mi calle

“Tu calle ya no es tu calle, que es una calle cualquiera”, decía don Manuel Machado.  Pongo tierra de por medio. Don Manuel era de los grandes, en ideas y escribiendo.  Un puñado de recuerdos siempre van conmigo y, así  para quien quiera saberlo, le digo que...

“Mi calle ya no es mi calle,  que es una calle cualquiera…” Con desconchones en la pared,  y sin Juanito, Juanito, el del Molino, en la baranda de su puerta, viendo pasar a la gente a los ‘mandaos’,  por el pescado, a por el pan, a dar una vuelta…

“A ti, no te vamos a quitar el molino, te vamos a quitar la baranda,  le anunciaron  en tiempos de revueltas. Ni baranda, ni molino.  A Juanito,  lo metió  para adentro la jubilación a su tiempo.

Ya no sale Isidoro llena de grano la espuerta, ni tiene blanca la boina de harina…ya no alimenta la tolva ni hay ruido de molienda, ni piedras, ni poleas;  el molino se quedó sin cuerda. Ni hay gaseosas del ‘alcalde’ (aquel que nos puso ¡agua!, agua detrás de la puerta), ni Félix, repartiendo…

 Ni Alonsito ‘guitica’, tiene tienda… Ni está Rafael con el borrico, ni hay ‘el rico helado’ en las tardes que el sol aprieta. El maestro Alonso ‘Paquirri’ no toca la bandurria; ni la guitarra, Juan, Juan “el Ciego”; ni Luisa hace escobillas; ni las vecinas se sientan al fresco…

No pasa, Pepe, “el Perdío” con su atajillo de cabras, ni Antonio hace cestos, cestos artesanos para la fruta del pueblo; ya no está Adelina, ni Bartolo, ni el Cojo, ni Inés, ni Dolores, ni Paca, ni María, “la del Patio”, ni Mateo…

En la carpintería del rincón Paco Muñoz nos daba serrín, serrín para los Nacimientos; en la calle era el recreo, pelotas embarcadas; plomillos por los suelos… biabolos en los cables, trompos, bolas; en los canalones, toreros…

No canta el coro de niñas: “Por la baranda del cielo se paseaba una dama, sí, sí, vestida de azul y blanco, que Catalina se llama, sí que Catalina se llama…” Ni “Yo tenía un castillo…” Ni “dónde está la llave”…

Paquito, Paquito,  el de Juana  que, era y es  amigo mío, tenía una bicicleta nueva. Los niños nos preguntábamos,  una pregunta sin respuesta  ¿cuándo tendremos unas botas de fútbol y un balón de reglamento, de reglamento y de cuero”.

No está doña  Pura en el  balcón;  ni ‘Victoria,  la de la leche’,  con la puerta entreabierta, esperando  a la clientela;  ni Pepito, el albardonero, hace trajes a medida a la bestias que llegan;  ni en las noches de invierno salen fantasmas en la Callejuela…


Mi amigo Pillo Lobato,  ya no vive en la Veracruz,  ni su abuela custodia la iglesia. La veleta sigue en su sitio. ¿Para dónde apunta hoy la veleta?  Mi calle ya no es mi calle,  que es una calle cualquiera.

La imagen puede contener: cielo, casa y exterior

2 comentarios:

  1. Qué bonito y entrañable, José; es verdad, nos hemos quedado sin calle ...

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  2. Precioso. De los de guardar. Muchas gracias, Don José.

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