“Tu calle ya no es tu calle, que es una calle
cualquiera”, decía don Manuel Machado. Pongo
tierra de por medio. Don Manuel era de los grandes, en ideas y escribiendo. Un puñado de recuerdos siempre van conmigo y,
así para quien quiera saberlo, le digo
que...
“Mi calle ya no es mi calle, que es una calle cualquiera…” Con desconchones
en la pared, y sin Juanito, Juanito, el
del Molino, en la baranda de su puerta, viendo pasar a la gente a los
‘mandaos’, por el pescado, a por el pan,
a dar una vuelta…
“A ti, no te vamos a quitar el molino, te vamos
a quitar la baranda, le anunciaron en tiempos de revueltas. Ni baranda, ni
molino. A Juanito, lo metió
para adentro la jubilación a su tiempo.
Ya no sale Isidoro llena de grano la espuerta,
ni tiene blanca la boina de harina…ya no alimenta la tolva ni hay ruido de
molienda, ni piedras, ni poleas; el
molino se quedó sin cuerda. Ni hay gaseosas del ‘alcalde’ (aquel que nos puso ¡agua!,
agua detrás de la puerta), ni Félix, repartiendo…
Ni
Alonsito ‘guitica’, tiene tienda… Ni está Rafael con el borrico, ni hay ‘el
rico helado’ en las tardes que el sol aprieta. El maestro Alonso ‘Paquirri’ no toca la bandurria; ni la
guitarra, Juan, Juan “el Ciego”; ni Luisa hace escobillas; ni las vecinas se
sientan al fresco…
No pasa, Pepe, “el Perdío” con su atajillo de
cabras, ni Antonio hace cestos, cestos artesanos para la fruta del pueblo; ya
no está Adelina, ni Bartolo, ni el Cojo, ni Inés, ni Dolores, ni Paca, ni
María, “la del Patio”, ni Mateo…
En la carpintería del rincón Paco Muñoz nos
daba serrín, serrín para los Nacimientos; en la calle era el recreo, pelotas
embarcadas; plomillos por los suelos… biabolos en los cables, trompos, bolas;
en los canalones, toreros…
No canta el coro de niñas: “Por la baranda del
cielo se paseaba una dama, sí, sí, vestida de azul y blanco, que Catalina se
llama, sí que Catalina se llama…” Ni “Yo tenía un castillo…” Ni “dónde está la
llave”…
Paquito, Paquito, el de Juana que, era y es amigo mío, tenía una bicicleta nueva. Los
niños nos preguntábamos, una pregunta
sin respuesta ¿cuándo tendremos unas
botas de fútbol y un balón de reglamento, de reglamento y de cuero”.
No está doña
Pura en el balcón; ni ‘Victoria, la de la leche’, con la puerta entreabierta, esperando a la clientela; ni Pepito, el albardonero, hace trajes a
medida a la bestias que llegan; ni en
las noches de invierno salen fantasmas en la Callejuela…
Mi amigo Pillo Lobato, ya no vive en la Veracruz, ni su abuela custodia la iglesia. La veleta
sigue en su sitio. ¿Para dónde apunta hoy la veleta? Mi calle ya no es mi calle, que es una calle cualquiera.
Qué bonito y entrañable, José; es verdad, nos hemos quedado sin calle ...
ResponderEliminarPrecioso. De los de guardar. Muchas gracias, Don José.
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