Müller, Weber… no se confundan;
no. No estoy esbozando la alineación de la selección alemana, esa de la que
dicen, que juegan contra un puñado de
selecciones, pero siempre ganan ellos… No, no. Estos nombres vienen por otro
tema.
Ratisbona está en Baviera. Yo
no he estado nunca en Ratisbona. Me dice un amigo que es una ciudad preciosa,
con una pasado impresionante y con un casco antiguo donde da gusto perderse
porque han sabido conservar lo histórico y ofrecerlo para deguste de nativos y visitantes.
Por Ratisbona pasa el Danubio.
El río con un puente de cuando los romanos y su catedral son los monumentos más excepcionales. La ciudad fue de las
pocas ciudades alemanas que se libraron de los bombardeos durante la II Guerra
Mundial.
En Ratisbona nació don Juan de
Austria. Sus padres Carlos V, el Emperador y Bárbara Blomberg. Yuste y
Jeromín, y don Luis Quijada y Magdalena
de Ulloa, y la emboscada camino del
monasterio…, eso vendría después.
La catedral acoge a uno de los
coros más antiguos del mundo. Hablan de más de mil años de existencia. Se
conocen como los ‘gorriones de la catedral’ y viajan por el mundo bajo el
paraguas de ser considerados como “embajadores culturales de Europa”.
Hace unos años saltó el escándalo. La iglesia abrió una información esclarecedora de todo lo que salía a
la luz. Desgraciadamente lo que en un principio se anunciaba era, siendo
muchísimo, aún menos de lo que había en el fondo.
Lo leí hace unos días en El
País. Un montón grande, muy grande, de niños del Coro de Ratisbona han sufrido
abusos sexuales y castigos físicos. ¿Implicados? Gente de tanto poder que
aterra. Unos por sinvergüenzas, canallas y pervertidos; otros, por cobardes que miraban
hacia otro lado…
La lista de los implicados - el informe dice que son más de 500 niños
los que ha sufrido los abusos – es amplia. Entre ellos un hermano del Papa
emérito Benedicto XVI, por supuesto que el Papa será responsable de sus actos
pero no de los de su hermano, reconoce en el informe que en alguna ocasión propició castigos físico a los niños…; ha
pedido perdón. ¡De pena, oigan, de pena!
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