jueves, 27 de julio de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Lucía

Lucía es un jazmín de la biznaga de almas limpias y puras que este verano se ha ensartado en el cielo. “Más que una flor y menos que una estrella” que dice el Maestro Alcántara. Biznaga en un verano tórrido en muchas cosas.

 Primero fue, hace solo unos días, Alba; ahora, ella. La noticia corrió como ocurre con estas cosas. Salta la voz de la desaparición, la angustia, la búsqueda; luego, el final… ¡ay, el final que nunca se quiere!

Corren versiones, hipótesis, declaraciones, incredulidades… La gente se echa a la calle. Se recorre, una y otra vez, el lugar. Más cercano, más lejos; no se encuentra. Unos que dicen; otros, que también. Todo fue de noche. Con esa oscuridad y manto con que la noche se viste cuando pierde su hálito de poesía y belleza y se convierte en guadaña. ¡Qué pena habrá pasado, tan chiquita!

Todos los medios lo recogen en portada. A uno se le encoje el alma. ¿Por qué escribir, entonces? No lo sé. Solo sé que me he puesto a pensar con voz entrecortada  y un pellizco que se queda a medio camino y pienso con esos razonamientos que no tienen recorrido; tampoco tienen respuestas. ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cuándo?

De todos quizá el último es el que tiene respuesta a pedir de mano. Era de noche, de noche… cuando el insomnio se las anda suelto y una niña, un ángel perdido se separó del grupo de los suyos. Familiares, amigos, carreras, juegos con otros niños; mayores que comparten el rato,  y un chupete que aparece cercano a la vía del tren en la estación de la vida.

Murillo se hartó de pintar angelitos en sus Inmaculadas; Antonio Machín les pedía a los pintores, que pintasen como él los quería, negros. Las almas de los angelitos, como todas las almas puras de la gente menuda, no tienen color. ¿Para qué van a tenerlo? Ellos son jazmines de una biznaga que dan el aroma especial  al dolor que solo ellos pueden dar; brillan, como las estrellas, con luz propia.


Dolor, un coro de ángeles en el cielo. Palabras que recobran sentido: jamás, nunca, siempre. Vidas rotas  entre los suyos, y en el recuerdo, y perdido, en el suelo del andén de la estación, un chupete. El chupete de Lucía…


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7 comentarios:

  1. Muy tierno, Pepe, y muy triste. QEPD. Y a sus padres... Dios mío, Dios mío...

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  2. Sus padres no se me van de la cabeza... Dios, Dios mío...¿por qué?

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  3. Con ternura y sensibilidad está muy bien escrito lo que jamás debió pasar. D.E.P.

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  4. Me guardo mi propia versión de lo ocurrido.
    Coincida o no con la realidad
    (tras terminar las investigaciones), lo cierto es que está muerta. Y esa madre, ya no podrá acercar su boca a la de su ángel, a su niña amada.
    ¿Cómo se vive con ésto?
    Empieza su supervivencia.

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  5. Bonito texto!!! Yo tampoco me quito a los padres de la cabeza. Soy madre de un pequeño de 2 años y no me imagino mi vida sin él...sin duda alguna es una muerte en vida!! Mucha fuerza para la familia, sobretodo para los padres de Lucía.

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  6. Pienso acada hora en esos padres.
    Tengo una �� de 3 años.
    Mi vida sin ella no tendria sentido.
    Piendo q no me muero en vida. Yo me voy detras de ella.
    Dios mios esos padres diis mios.

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